Cuando Cataluña quedó cubierta por una nube de ceniza
Jordi Ibáñez Fanés se parece al testarudo Émile de Jean-Jacques Rousseau que se presentaba con la credencial de “ciudadano de Ginebra” y pretendía servir a su país “en la honorable función de ciudadano”
Jordi Ibáñez Fanés ha escrito una soberbia novela política sobre los avatares del desdichado y aciago “proceso” (Infierno, purgatorio, paraíso, 2021). Novela que ha recibido el Premio de la Crítica a la mejor novela publicada en 2021 otorgado por la Asociación Española de Críticos Literarios.
La comedia siniestra del nacionalismo catalán
Del libro –publicado en lengua española y en lengua catalana- se ha dicho –Santos Sanz Villanueva- que se movía entre la sátira y la meditación, la denuncia y la escucha, el gran estilo y las bajezas realistas, la introspección moral y el análisis de una realidad convertida en campo de maniobras de ficción. Una alta literatura que hay que entender –Ponç Puigdevall habla de “la comedia siniestra del pujolismo”- como una mezcla portentosa de ideas y de historias, de digresiones y pura narrativa, de transcendencia y de anécdota.
A lo que podría añadirse que en el libro se perciben resonancias de Jean-Jacques Rousseau. Si en las Confesiones el ginebrino desvela su singularidad a través del “me he mostrado tal como fui”, algo de ello hay también en el escritor barcelonés que desvela la singularidad de los políticos catalanes independentistas a través, parafraseando al filósofo, de un “nos hemos mostrado tal como somos” que se desprende del libro de Jordi Ibáñez Fanés.
Aquella locura colectiva reducida a una vulgar lucha por el poder
La comedia siniestra del nacionalismo catalán se concentra en el siguiente párrafo de la novela que nos interpela: “Toda aquella mierda… Sí que lo sabes, hombre… ¡Y bien que lo tienes que saber! Lo que pasa es que lo has borrado de tu mente. Aquella locura colectiva reducida al final a una vulgar lucha por el poder entre políticos de ínfimo nivel. Una lucha que dejó al país exhausto y expuesto a las peores calamidades”.
El libreto de la comedia catalana
Ahí tienen ustedes el libreto, condensado en personajes, palabras o ideas y modos de hacer, de la comedia siniestra del nacionalismo catalán:
Personajes de “ficción”: el Capgràs que teje redes clientelares y es el íncubo de una degeneración moral, el Astut insondable y frío como el témpano de hielo que nos llevó al infierno y acabó en la papelera de la historia o “¿cómo se llamaba aquel payaso con melena de chico yeyé trasnochado?… ese otro que digo, el zoquete prodigioso”. A lo que se añaden otros ex presidentes de la Generalitat como Puntilla y Capavall así como el tutti frutti de socialistas, republicanos, democristianos, neoliberales, anticapitalistas y ecologistas cada uno con su delirio.
Palabras: fantasía, caretas, pirotecnia, embrollo, estupidez, fanatismo, complejos, sectarismo, resentimiento, odio, ineptitud, delirio
Ideas y modos de hacer: el papel del ADN diferenciador, la reinvención del pasado, la culpabilización del Estado represor, los mensajes demagógicos, el comportamiento bárbaro, el escarnio despiadado de lo no catalán, una política contra la democracia para “salvar” la democracia, Europa nos espera con los brazos abiertos, estamos haciendo historia, el engaño que deviene infamia, el mentir con el aplomo de los cínicos, la mala política, la panda de bergantes que se pelean por el poder, la mala irrigación del cerebro, todos los registros del mal, la degradación de la Generalitat o las víctimas mudas.
El resultado del “proceso”
“El país quedó cubierto por una nube de ceniza, la famosa nube catalana… nos quedamos todos a oscuras en medio de una nube de ceniza, sin ver el sol durante semanas… Qué horror, qué espanto, dijo la gente, corriendo a oscuras para huir del país”.
“La dignidad personal no la hemos perdido, y hemos olvidado todos los nombres que la ensuciaban, que nos degradaron y avergonzaron, no personalmente, no, sino como ciudadanos y miembros de una comunidad, de una sociedad, porque al final esos idiotas llegaron a ser algo porque resulta que hubo gente que creyó en ellos, o se creyó lo que decían”.
“Yo tengo aquí el testimonio de nuestra historia local, pero el día que se desordene y se desparrame, como se hace con el papel viejo, me temó que lo inundará todo y se convertirá en una parte más de la gran montaña de mierda y barro de la historia universal, a la que contribuiremos con nuestra consabida modestia”.
“Mi Teatro de la Memoria es como una novela, ilegible, naturalmente, como las grandes novelas, seguramente mala. Pero pide aprender a leer de nuevo, a pensar de nuevo”.
Un libro para leer y consultar
Estamos, sí, ante una excelente novela política. Pero, una novela en que, a lo largo de sus páginas, aparece el índice de nombres e ideas indispensables para redactar una monografía sobre la historia del “proceso” o un ensayo politológico, sociológico e incluso económico sobre el “proceso”. En buena manera, Infierno, purgatorio, paraíso es un libro de consulta –una fuente, si se quiere- indispensable para orientarse en el laberinto del “proceso”. Una novela –sarcástica y satírica- en donde se percibe –ahí está la clave o la gracia del libro- la fusión de géneros
Jean-Jacques Rousseau, de nuevo
Si Jean-Jacques Rousseau se sentía filósofo “por el entusiasmo de la verdad, de la libertad, de la virtud”, cosa semejante también podría decirse del escritor barcelonés. Memoria, testimonio, realismo. Confesión. Crítica. La necesidad de empezar de nuevo después del desatino. No perder la dignidad y defender la democracia. Jordi Ibáñez Fanés se parece al testarudo Émile de Jean-Jacques Rousseau que se presentaba con la credencial de “ciudadano de Ginebra” y pretendía servir a su país “en la honorable función de ciudadano”.