Crónica de un colapso (primer capítulo)
La cara de la vicepresidenta del Gobierno en la rueda de prensa del viernes afirmando con aplomo que se acaban los sufrimientos y que en 2014 comenzamos a crecer era digno de una profesional, pero de la farándula. Un Gobierno que ha tenido que reconocer que las previsiones de bajada del PIB del 0,4% se han triplicado; que la subida del paro es tres puntos superior al previsto, subiendo de 24% al 27%, no tiene ninguna credibilidad para hacer las primeras afirmaciones.
La cuestión es mucho más dolorosa vista desde la Comunitat Valenciana, Baleares y Catalunya donde la deuda y el déficit fiscal crónico no son compensados por un alivio asimétrico de los objetivos de déficit. Se ha pasado del 0,7% al 1,2%. Para la sociedad catalana sería pasar los 4.800 millones de recorte a los 3.800 millones en 2013, una cifra superior a la de 2011 y 2012 sumadas (3.269 millones) y lejos del 2,3% que López-Casasnovas señalaba como cifra razonable.
Seguimos con la mecha encendida acercándose a la bomba. Y ya sabemos de donde viene la bomba. La Generalitat no tiene el control de sus recursos ni de sus impuestos: Mientras genera un total de 36.000 millones de euros (sin contar la Seguridad Social): 33.230 millones en el impuesto de Sociedades, IVA, IRPF y especiales que recauda el Estado –un 92% -; 2.760 millones en Sucesiones y Patrimonio que recauda la Generalitat –un 7% –; Y sólo dispone de 19.000 millones de eruos para elaborar su presupuesto ordinario.
El presupuesto de la Generalitat y su cumplimiento dependen de las transferencias del Estado. El Gobierno afronta una falta de tesorería de casi 5.800 millones de euros anuales. El Estado ahoga y arrastra económicamente a Catalunya en el pozo de la miseria. Y después vendrá España.
La deuda total del sector público de la Generalitat es de 52.278 millones de euros. Según los criterios del SEC’95, el endeudamiento es de 45.792 millones. El pago de los intereses de la deuda para 2013 ascienden a 2.100 millones de euros.
La deuda española ha alcanzado su máximo histórico desde 1910, subiendo hasta 884.416 millones de euros en 2012 y representando el 84% del PIB. Pese a haber subido el endeudamiento de las comunidades autónomas, la deuda de la administración central asciende a 760.262 millones de euros (el 86% de la deuda es estatal, y sólo el 14% corresponde a las CCAA y entes locales ).
El Estado ya ha hipotecado el 97% del Fondo de Reserva de las pensiones en deuda pública española (67.000 millones de euros). El Parlamento Europeo aprobó el 16 de enero el Informe Pallone sobre las finanzas públicas en la Unión Económica y Monetaria 2011-2013, con un amplio apoyo de los grupos populares, socialistas, liberales y verdes. Tal informe insta, en su epígrafe 28 y en referencia al Estado español, que «los esfuerzos de consolidación fiscal se repartan de forma justa entre las diferentes administraciones teniendo en cuenta los servicios que prestan».
Igualmente, el epígrafe número 30 del mismo informe pide a los estados «que prioricen medidas de ajuste dirigidas a la reducción del gasto militar y a la compra de nuevo armamento». Hay que recordar que el Estado dedica 47 milllones de euros diarios en gasto militar, de forma que en sólo 10 días generaría un ahorro superior al recorte de la paga extra a los trabajadores públicos catalanes.
En 2012, el Estado gastó en defensa un 44% más de lo previsto inicialmente (9.066 millones frente a 6.316 millones previstos inicialmente). Y tan sólo ejecutó el 54,7% del presupuesto en I D I (2.764 millones de euros de los 5.050 millones presupuestados). Rajoy y Montoro han visto como la CE les ha revisado al alza el déficit por segundo año consecutivo. Un nuevo ridículo que ha visto aumentar el déficit español del 6,7% al 7%.
Mientras, en Catalunya:
1. El expolio y la «deuda fiscal» acumulados son: 16.409 millones de euros en 2009 (8,4% del PIB) y 289.724 millones de «deuda fiscal» acumulado desde 1986 hasta 2009. En 2010 el expolio del 8% del PIB continúa.
2. El ahogo fiscal conduce al aumento del IVA, el IRPF y la supresión de los impuestos de la Generalitat por parte del Estado. El aumento del tramo estatal del IRPF y del IVA significa una detracción de recursos de los catalanes hacia el Estado en tiempos de crisis, e imposibilita subir el tramo autonómico dado que ya pagamos el tercer tipo máximo más alto del mundo. La supresión del impuesto sobre la banca: 500 millones de euros no ingresados ni compensados. El euro por receta y las tasas judiciales, pese a no estar de acuerdo, en tiempos de drama social significa perder 250 millones de euros, mientras las tasas españolas son vigentes y el ruido en contra no se escucha en Catalunya …
3.Las deudas del Estado exigibles que no paga y que no está obligado a pagar según la sentencia del Tribunal Constitucional. A raíz de la instrumentación del FLA, el Estado ha declinado el pago de las deudas exigibles (2.689 millones de euros) y del fondo de competitividad (1.450 millones), aduciendo que ya está «pagando las facturas de la Generalitat».
4.Los compromisos adquiridos y no satisfechos en los planes inversores del Estado en materia de infraestructuras, a menudo presupuestados y nunca ejecutados. (5.700 millones de euros).
5.Las deslealtades del Gobierno: representan una merma de recursos para la Generalitat, dado que es ésta quien acaba pagando frente a una actitud desleal del Estado, a partir de arbitrariedades y cambios de criterio repentinos en consensos y acuerdos establecidos. La lista es larga y a menudo desconocida por la opinión pública. Algunos ejemplos como los siguientes representan 725 millones de euros menos para la Generalitat:
Hasta aquí el primer capítulo de datos recopilados de los números públicos por un colectivo de economistas críticos, a los que transcribo.
Personalmente insisto en que, escuchando lo que decían y la cara que ponían los de la troika española: Sáez de Santamaría, Montoro y De Guindos y conociendo cuál es la realidad de las cifras y de la cotidianidad en Catalunya, a uno le entran las ganas de participar en un macro-escrache a la casta política madrileña o de salir corriendo de la Península.