Costa de Marfil, dividendos de la Paz
África empieza a recuperar la esperanza y todos los indicadores/indicios apuntan al cambio. Un ejemplo de este nuevo escenario es Costa de Marfil. Desgarrado por una guerra civil que dejó miles de muertos, después de una larga crisis político-militar que ha durado 10 años y una grave crisis económica desde mediados de los 80. Todo estaba parpadeando, crecimiento económico negativo, tejido social perturbado, infraestructuras degradadas, instituciones debilitadas… el país había sido desterrado de la comunidad internacional y evitado por los inversores y empresas internacionales.
Y ahora, Costa de Marfil, testigo de la decadencia, del renacimiento y el surgimiento, vuelve y quiere demostrar que es capaz de grandes hazañas y de recuperar su liderazgo en la sub-región central del continente, que es clave para su integración.
Actualmente, la paz es más rentable, y la mayoría de sus políticos parecen más ser conscientes de que la terquedad y los conflictos tienen consecuencias. A pesar de los sentimientos, es mejor cerrar heridas.
Económicamente, los logros son indiscutibles. Pasando desde el -4,7%, en 2011; hasta tasas importantes del 9,8%, en 2012; 8,7%, en 2013; y un 8%, en 2014. Además, está previsto un crecimiento del 8,4% para 2015 y 2016. Este fuerte crecimiento está impulsado principalmente por la inversión pública, y también por el valor añadido generado en la agricultura, la minería, la construcción, la manufactura y otros servicios.
El nuevo clima de negocios y la diplomacia económica han contribuido a que el país sea un destino atractivo para los inversores privados favorecido por la nueva ley de inversión, por la implementación de la ventanilla única para la creación de empresas (6.500 empresas creadas desde 2012), por establecer el tribunal arbitral y por simplificar los procedimientos de propiedad de la tierra. Estas reformas situaron el país entre los diez principales reformadores en el mundo en 2014. Además disfruta de una buena calificación de crédito. El gobierno lanzará el año próximo, el Plan Nacional de Desarrollo (2016-2020), que establece estrategias para transformar Costa de Marfil en una economía emergente en 2020.
Este Estado es rico en recursos naturales. Es el mayor productor de cacao del mundo. Representa el 36% de la producción. Los principales recursos naturales son el café, el cacao y los anacardos, y representan el 70% de las exportaciones y el 15% del PIB. Además dispone de un gran potencial de recursos humanos: joven, emprendedor y dinámico. Un país costero donde llueve durante siete meses del año, y cuyo subsuelo está lleno de petróleo, gas y minerales de todo tipo.
La confianza está volviendo tanto a los ciudadanos y como a los inversores, pero se debe trabajar para fortalecer la buena gobernanza y la lucha contra la corrupción, la transparencia en la reforma de la contratación pública, la mejora de la producción de energía, la rehabilitación de las áreas industriales y la creación de nuevas áreas. Incluso, la calidad de los servicios públicos y sobretodo impulsar el empleo juvenil. Es la gran preocupación y la asignatura pendiente, a pesar de los esfuerzos y algunas iniciativas del gobierno y de los bancos multilaterales, teniendo en cuenta que para crear puestos de trabajo será clave el desarrollo del sector privado, la estabilidad macroeconómica y la estabilidad socio-política, desafíos que tienen que aprobar las autoridades.
Un fuerte crecimiento es necesario pero no suficiente como para reducir la pobreza y la desigualdad. Se debe fortalecer la educación, la sanidad y las políticas redistributivas; y sobretodo la economía de Costa de Marfil necesita crear más empleos, que deben ser más estables y mejor remunerados para mejorar la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos.
En cuatro años Costa de Marfil ha salido del círculo vicioso para entrar en uno virtuoso. Ahora toca superar todos los ensayos. Las oportunidades están claras, pero el futuro hay que ganarlo.