Cospedal, aquí ha pasado algo

Qué alegría escuchar la Cospedal en rueda de prensa. Mientras la casta dirigente española sea tan simple analizando la compleja realidad catalana, les llevaremos siempre ventaja. Nos encanta que el PP crea que la caída de Mas es el derrumbe del movimiento hacia la emancipación de Catalunya. ¿Merece la pena que compliquemos el análisis?

Hace dos años sólo había una fuerza parlamentaria que se presentaba a las elecciones teniendo en su programa la construcción de un estado propio y el derecho a la autodeterminación. Era Esquerra Republicana, que recibió un severo correctivo de 21 a 10 diputados porque más de la mitad de su base electoral no estuvo de acuerdo con la coalición con el Partido Socialista y el resultado desastroso del proceso estatuario. Por lo tanto hasta hace pocos meses en el Parlamento de Catalunya sólo había los 10 diputados de ERC y los 4 de Solidaritat per la Independencia (de hecho una escisión de ERC). Es decir 14 diputados de 135 defendían en su programa el estado propio.

¿Dónde se localiza el epicentro de este terremoto? Primero en la incapacidad de CiU para arrancar a su socio prioritario en Catalunya y en Madrid, el PP, una relectura del destrozo que el Tribunal Constitucional hizo del Estatut. En la deriva hiperespanyolista del equipo Rajoy, abducido por la FAES, cuestionando el estado de las autonomías, es decir el pacto constitucional, y en la gravedad de la crisis económica que ha puesto en evidencia la fragilidad del autogobierno catalán, atrapado entre la deuda acumulada por los reiterados déficits fiscales y la necesidad de llegar a fin de mes provocando recortes sociales y mendigando caridad a Montoro.

Si partimos de un electorado acostumbrado, durante 35 años, a la puta y la Ramoneta, a la ambigüedad, es un muy buen resultado que, con un programa rupturista, Artur Mas haya conservado 50 diputados. Es decir, CiU ha pasado de 0 diputados por el estado propio, a 50. De la misma manera que IC ha pasado de 10 diputados federalistas a 13 por la autodeterminación y el estado propio. Y a ello sumamos la recuperación del peso más elevado de ERC, 21 escaños (socialdemocracia y socialismo liberal independentista), asumiendo la segunda posición y el papel de jefe de la oposición, y el acceso de la extrema izquierda, comunista independentista en el Parlament con tres escaños. El resultado es pasar de 14 escaños por el estado propio a 87 escaños.

Si los palanganeros de la Cospedal quieren ponerse más nerviosos, añadamos un PSC que a pesar del descenso resiste, por poco, por encima del PP y ya ha pasado del autonomismo al federalismo teórico, pero con el derecho a decidir. Por primera vez desde 1979 cuando la fusión PSC-PSOE, la autodeterminación se dejó en el cajón. ¿Están contentos los radicales unionistas?

Todavía pueden estar más inquietos. El PP sólo avanza un puñetero escaño. Y sólo Ciutadans triplica de tres a nueve, llevándose el españolismo pseudoprogre y pata negra catalana. Es decir a pese a quién pese, los de Albert Rivera representan el españolismo nacional de Catalunya, conocido hace un siglo como lerrouxismo. Un fenómeno irrepetible en cualquier lugar de España. El PP como UPyD en cambio son las delegaciones catalanas del españolismo mesetario. Los veo poco futuro en este camino que emplean Catalunya.

Por lo tanto, en conclusión, se clarifica por primera vez del mapa político catalán desde la transición, con una mayoría holgada superior a 2/3 partidarios del estado propio. Con un peso creciente dentro de este bloque de las izquierdas (Catalunya no es CiU) y con un tibio desplazamiento hacia el derecho a decidir del PSC que podría hacer que el primer proyecto de ley que el Parlamento de Catalunya presente al Congreso de los Diputados, reclamando la concesión de un referéndum legal, llegue a tener 107 votos a favor y si en Ciutadans son inteligentes, nueve más hasta 116. Y los tristes 19 del PP votando en contra. Ya lo ves Cospedal, todo ese análisis vale un dineral.