Cosas que vale la pena saber para deambular por la Barcelona que manda

 

Nuevo esfuerzo accionarial en el diario ‘Ara’

El periódico de corte nacionalista está a punto de consumar una nueva operación de capital para dar continuidad al proyecto. El 10 de enero pasado se inscribió en el registro mercantil una ampliación de fondos propios de 1,1 millones de euros. Ahora toca reforzar el balance de nuevo y, según explican fuentes empresariales conocedoras de la situación, todos los accionistas parecen dispuestos a revalidar su participación accionarial sin diluir su posición societaria.

En el capital de la empresa editora, el grupo Cultura 03 (capitaneado por Oriol Soler) es dueño de un paquete próximo al 25%; Artur Carulla (Agrolimen) y Ferran Rodés (Mediaplaning) tienen un 20% cada uno; Daniel Martínez (Focus) y Víctor Font (Delta Partners) suscribieron alrededor de un 7%, respectivamente; el grupo profesional de fundadores, en el que se encuentran los periodistas Antoni Bassas, Albert Om, Toni Soler, Xavier Bosch y Carles Capevila se reparten el resto de las participaciones.

La marcha del proyecto sigue, según las mismas fuentes, un ritmo aceptable, especialmente en su edición on line. De hecho, las previsiones del business plan son alcanzar el break even en un plazo de 18 meses. Los más optimistas dentro de ese proyecto editorial confían en que esa fecha pueda incluso avanzarse. Todos ellos, no obstante, son sabedores de la dificultad de ocupar un espacio periodístico en un momento de crisis económica como el actual, en el que los ingresos publicitarios están derrotando los esfuerzos de las empresas del sector por mantenerse a flote.

Así, desde un primer momento, todos los accionistas de Ara suscribieron cláusulas que les permiten desvincularse del proyecto cuando lo deseen. Una especie de garantía para quienes por sus intereses empresariales o profesionales pudieran hallarse incómodos como editores de un medio de comunicación con una línea editorial tan definida.

De hecho, uno de los grandes temas de conversación de la ciudad es lo mal que recibió Javier Godó (editor de La Vanguardia) que los Carulla o los Rodés entraran en su negocio. “¿Acaso yo fabrico sopas y caldos?”. La frase se la atribuyen a Godó en diversos cenáculos cuando se le preguntaba por el seguimiento informativo que sus medios hicieron de los problemas con la justicia del propietario de Agrolimen. Noticia, y perdonen la inmodestia, publicada en primicia por Economía Digital.

Sin embargo, algunos de los accionistas actuales de Ara aseguran no comprender el enfado de la competencia. Es más, explican que tanto Godó como José Manuel Lara (Planeta, La Razón, Antena 3…) fueron invitados a participar y se les pusieron paquetes accionariales a disposición. Sin éxito. Uno dijo que no; el otro mareó la perdiz. En fin, dicho queda.

Patronales, cámaras de comercio y Generalitat, el triángulo de las Bermudas.

Vienen malos tiempos para las organizaciones de representatividad empresarial. Unas y otras van a disputarse el espacio. Ahora todavía está muy tierno el torniquete que Zapatero le ha hecho a las cámaras de comercio, pero hay cosas que no tienen marcha atrás. Las cámaras dejan de cobrar cuotas obligatorias y deben buscarse las habichuelas (permitan esta forma tan expresiva para aludir al cambio de modelo). ¿Cómo? Prestando servicios. ¿Cuáles? Los que puedan inventar ellas y los que les deleguen las administraciones.

En eso están ahora. Lo primero ha sido reducir gasto, lo segundo buscar vías de ingresos. Miquel Valls, presidente de la Cámara de Barcelona, es el abanderado de la cuestión y está desarrollando una frenética actividad que ya ha conseguido algunos frutos. El primero es que el Govern de la Generalitat se haya comprometido a traspasar servicios que presta la Administración a las empresas para que sean las entidades camerales quienes los desarrollen de forma directa.

La única condición que ha puesto el Ejecutivo es que las cámaras y las patronales se pongan de acuerdo. Y no será fácil, porque aunque comparten el espíritu y la filosofía, tienen intereses matizadamente distintos. Por ejemplo, muchas asociaciones empresariales prestan servicios directamente a sus asociados. Si las cámaras entran en ese ámbito se producirá la paradoja de que compitan entre ellas restándose ingresos. El modelo está por definir y por dibujar, pero el otoño será prolijo en ese ámbito.