Corruptelas en el AVE
Super-modernidad y picaresca ancestral no han sido incompatibles en el trazado del AVE. Cruzamos a toda velocidad los parajes de una España en la que el rendir cuentas de la cosa pública todavía no es algo automático y exacto.
Hay sobrecostes en el tendido del AVE que carecen de justificación. Hasta el punto que, tras el riguroso informe del Tribunal de Cuentas, ir tirando del hilo está revelando una trama de corruptelas en el organismo que gestiona las obras del AVE, Adif.
Tras las primeras detenciones, la impresión es que existe un iceberg de irregularidades y de información privilegiada. Ahora comienza el proceso de investigación, pero la consecuencia inmediata es que la ejecución en curso de las obras va a retrasarse.
Eso da la razón a la tesis de que, más allá del daño moral, la corrupción genera ineficiencia y disfunciones. Si hace unos años todavía se pensaba que un poco de corrupción engrasaba las economías en desarrollo, hoy está demostrado que la corrupción perjudica el crecimiento.
Otra consecuencia sustancial, y patente ahora mismo en España, es que la corrupción deslegitima las instituciones. En el caso andaluz de los ERE, con la imputación de la ex ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, el daño es aparatoso. Según el balance de Transparency International sobre la corrupción en España, los partidos políticos tienen un excesivo control sobre los procesos legislativos. Pero, ¿qué otro método de legislar existe? Si acaso, lo que urge es regenerar los partidos.
Otros diagnósticos proponen atajar la corrupción con un sistema electoral de listas abiertas, pero no es seguro que esa fuese una solución eficaz. El remedio podría ser peor que la enfermedad. Solemos olvidar que en las elecciones al Senado, las listas son abiertas pero siempre acaban por reproducir los resultados al Congreso de los Diputados.
Desde luego, la pluralidad de listas independientes en elecciones municipales no garantiza una mejor transparencia, sino todo lo contrario. El asunto pendiente es lograr que rendir cuentas sea más rápido y más claro, en fin, más severo. Lo mismo ocurre con la financiación de los partidos, la franja más turbia de la vida pública de España, como da fe el encarcelamiento de Bárcenas.
El AVE está cambiando muchas cosas. Hace posible una mayor movilidad, reactiva zonas estancadas y supera ya, en su eje Madrid-Barcelona, la actividad del puente aéreo.
No hace falta practicar el puritanismo para afirmar que un país con AVE no puede permitirse corruptelas de la época de las sillas de posta. El lazarillo de Tormes dejó su mugre en la EGB. La vida pública se resiente a fondo si unos funcionarios se dedican al timo del tocomocho. Es decir, ¿porqué las adjudicaciones beneficiaban a unas empresas y a otras las relegaba siempre? ¿Es todo este escándalo un coletazo de la burbuja inmobiliaria? En todo caso, algo huele muy mal.