Convenio textil: quién tuvo y no retuvo
Desactivar, como persigue la reforma laboral, la negociación sectorial es impedir que nuestras relaciones laborales e industriales avancen en nuevos y necesarios instrumentos de participación e información, es decir, de implicación en las empresas y en los sectores. Desmotivar y debilitar el convenio colectivo es renunciar al único instrumento sectorial que tenemos en España para acompañar y desplegar políticas industriales destinadas al fomento y mejora de las condiciones de producción, como tienen otros países.
Debilitar y, a la larga, liquidar el convenio sectorial en una realidad como nuestro tejido productivo, muy heterogéneo y conformado en un 90% de pymes, con sectores y actividades muy difusas, de ubicación territorial dispersa y con pocos polos o distritos industriales de afinidad productiva que pudieran construir cauces propios de diálogo social, será dejar prácticamente sin los resortes imprescindibles para el diálogo sectorial que una realidad como la descrita necesita. Una realidad en la que sólo la negociación colectiva sectorial reforzada podría avanzar mucho más allá que en la mera fijación de las tablas de salarios mínimos.
Será un grave error dejar a las empresas y a los sectores sin un instrumento difícil de reponer como son los convenios de sector. Sin ellos se acabará uno de los pocos canales para mejorar la organización de la fuerza de trabajo, los perfiles y las competencias profesionales, las políticas de igualdad, formación, conciliación, salud y seguridad, etc.
Un ejemplo de este error se está expresando en el convenio estatal del sector textil confección, que durante años ha sido una referencia y ejemplo de diálogo al incorporar iniciativas importantes en formación, financiación, I D i, fondos sociales, etc. bajo una pancarta común: “El sector tiene futuro”. Iniciativas que representaron una innovación en las relaciones industriales de nuestro país, como fue su plan de apoyo, que luego fue seguido por otros sectores.
Un importante convenio colectivo sectorial que hoy corre el riesgo de desaparecer si no es renovado en breve plazo, que es lo más probable que suceda si observamos la actitud de una parte de la patronal cuyo comportamiento responde fielmente al pensamiento descrito en el primer párrafo de este artículo. Esta semana los sindicatos inician un ciclo de reuniones y asambleas en todas las empresas para valorar el qué hacer ante el bloqueo de la negociación y estudiar las diversas alternativas que surgen, entre otras, la de sustituirlo por cientos o miles de nuevos convenios de empresa o de comunidad autónoma, los cuales, tras dos años y un mes sin acuerdo, no serían necesariamente peor que los que se dan en las actuales circunstancias para los trabajadores y trabajadoras del textil y la confección.
Pero en el futuro es muy posible que se acabe recordando el valor de este convenio y el error que supone perder este instrumento en un sector sin fuerza económica y sin la influencia social y política de otros sectores. Con ello se acelerará su disgregación, perdiendo uno de los pocos instrumentos que hasta hoy le han dado peso y volumen al sector textil confección.
Sólo un serio cambio de actitud permitiría canalizar toda la realidad industrial de un convenio colectivo, que es lo único que integra a todo este sector. Desde las industrias de cabecera al proceso intermedio y final, desde las materias primas hasta la confección y distribución. En ausencia de otros instrumentos, nunca las diversas patronales de este sector podrán constituir solas el convenio para reforzar su competitividad y potenciar el sector de la moda. Pero no siempre aciertan los refranes, y en este caso, la realidad es que: quien tuvo no retuvo.