Construir una salida
El futuro de Cataluña se va a jugar en los próximos cuatro años de legislatura. En este periodo se deberán abordar grandes retos que precisan que las energías políticas se utilicen para causas posibles de abordar.
Uno de los legados del Renacimiento desde el punto de vista artístico ha sido descubrir que existen pinturas ocultas bajo obras originales, como es el caso de Isabel de Portugal de Tiziano. Tiziano pintó en ese lienzo dos pinturas. Gracias a las radiografías, se ha desvelado que bajo la obra Isabel de Portugal, Tiziano pintó otra figura femenina que nada tenía que ver con la primera.
No se trata de un caso de “pentimiento/arrepentimiento» como se puede observar en otras obras de pintores de su tiempo, sino de la reutilización del lienzo para pintar una nueva obra. La situación política pintada por el independentismo en los últimos once años ha producido una obra con tantos giros, equivocaciones y conflictos que no debe extrañarnos su urgencia para pintar sobre el lienzo una nueva imagen como objetivo independentista.
Los resultados de las últimas elecciones, sumado al desgaste de su propuesta política, ha provocado que todas las fuerzas políticas independentistas y no independentistas busquen la forma de pintar un nuevo cuadro que oculte partes de su obra anterior.
ERC ha sido el que con mayor claridad ha expuesto esta voluntad de volver a pintar el cuadro con la estrategia de la “vía amplia”; una estrategia basada en generar un giro hacia el pragmatismo político que implica pintar con colores menos intensos, de trazos más claros y volviendo a reencontrarse con la figuración. Tal vez sin saberlo, en el proceso de pintar la nueva obra sobre el lienzo antiguo se acabe revelando una salida al conflicto en el que han quedado atrapados.
La construcción de la salida, que ahora se muestra en claroscuros en la nueva obra, no son del todo nítidos pero ya revelan que la pintura será distinta. Los bocetos permiten comprobar que la urgencia económica y sanitaria obliga a iniciar la legislatura con un gobierno capaz de gobernarse y gobernar. Permite advertir que la estabilidad institucional será clave para reanudar el diálogo entre el gobierno de la Generalitat y el Gobierno español.
Todo el mundo sabe que la gobernabilidad de Cataluña pasa por Madrid y que es necesario volver a ser determinantes en la política española. Conseguir que buena parte de las ayudas europeas lleguen a Cataluña hace que la “confrontación inteligente” deje paso a un diálogo inteligente con el Estado.
La solución a la situación de los “presos políticos”, ya sea un indulto o una amnistía, necesita establecer un entendimiento con el gobierno español y dejar atrás la lógica del bloqueo político. Las circunstancias han cambiado tanto que el independentismo se ve obligado a dejar de seguir ascendiendo al pico de la montaña para iniciar un descenso calculado para no quedarse sin oxígeno. Todos los aspectos antes expuestos conducen a redefinir los objetivos y a tener que buscar una salida política.
Los protagonistas del “procés”, sin excepción, están buscando la mejor salida que haga compatible no quedar expuestos al desencanto de sus votantes y, al mismo tiempo, aparcar la fórmula de la confrontación permanente con el Estado. Esta situación va a exigir que todos los partidos, incluidos los no independentistas, trabajen para facilitar el cambio de rumbo y pasar del independentismo de ruptura con España a un independentismo constitucional que ya se empieza a intuir en los trazos de la nueva obra.
La nueva situación permite ser observada como la plasmación de la “tercera vía” desde la posición independentista. El futuro del independentismo se juega, en buena medida, en que la nueva pintura llegue a ser disfrutada tanto por aquellos que apoyan el independentismo del 1 de octubre como por aquellos que lo combaten. Los próximos años estarán marcados por el éxito de esta nueva propuesta política que, aún siendo incierta, es más sólida que el camino que trazaron los presidentes de la Generalitat Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra.
El futuro de Cataluña se va a jugar en los próximos cuatro años de legislatura. En este periodo se deberán abordar grandes retos que precisan que las energías políticas se utilicen para causas posibles de abordar. No se podrán afrontar la conflictividad social, la crisis económica, las incertezas sanitarias, la emergencia climática y la lucha contra las desigualdades sin la necesaria unidad civil catalana que es imprescindible.
La pandemia no solo ha debilitado el estado anímico y económico de los ciudadanos, sino también ha debilitado las convicciones ciegas de una parte del independentismo que ahora ve cómo el país se mueve a la deriva. Acentuar las diferencias acentuadas para lograr forjar antagonismo político, que antes generaba beneficios electorales, ahora es motivo para sancionar a los políticos, como demuestra la alta abstención en las últimas elecciones, la más alta nunca vista en unas elecciones autonómicas.
Solo se pueden salvar los ideales de la república catalana si se pospone su proclamación.
Pintar un nuevo cuadro
Nadie añora la euforia del 1 de octubre y todo el mundo ansía volver a la normalidad perdida el 14 de marzo del 2021. No es posible seguir sosteniendo la Cataluña que se ha querido construir en estos últimos años sin pagar el precio de que muchos ciudadanos den la espalda a su gobierno.
Si llegamos a ver acabada la nueva pintura que está realizando ERC, mostrará que era posible plantear y exigir las aspiraciones de independencia de Cataluña sin necesidad de romper la Constitución y sin hacer guerra de banderas. Los primeros veintiún años del siglo XXI demuestran que para producir verdaderos cambios es más importante fortalecer las sociedades que intentar cambiarlas.
No sabemos si la construcción de una salida al conflicto será el tema elegido para volver a pintar el cuadro del independentismo, pero los colores y pinceles que se están utilizando hacen pensar que nada tendrá que ver con el paisaje anteriormente dibujado.