La construcción de la nación española
Si el Estado llega a ser residual en el conjunto español, la transmisión de la identidad en determinadas autonomías quedaría limitada a los canales informales como la familia, la amistad y algún medio de comunicación
Todas las naciones sufren constantes crisis de identidad a lo largo de su historia. Al respecto –ahí están los trabajos de una larga nómina de intelectuales y políticos para demostrarlo-, España se lleva la palma cuando se trata de meditar sobre su ser. Y en España existe también una singular tradición negacionista que llega a problematizar la misma idea de nación española.
La idea de España
¿O es que no se habla de España como nación de naciones o realidad plurinacional? ¿O es que en determinadas autonomías el término “España” no se sustituye por la expresión “Estado español”? Por no hablar de la Historia que se explica en algunas comunidades del “Estado”.
Y el caso es que, pese a la problematización, la gran mayoría de los españoles –eso dicen los sondeos y comportamientos de los ciudadanos- no cuestionan la existencia de una nación española. Para saber cómo se ha ido dibujando la idea de España en los últimos doscientos años, especialmente en las últimas décadas, resulta altamente recomendable la lectura del libro escrito por Sebastian Balfour y Alejandro Quiroga que lleva por título España reinventada. Nación e identidad desde la Transición (2007).
Un británico –profesor de Historia y Ciencia Política en la London School of Economics and Political Science- y un español –profesor de Historia de España en la Universidad de Newcastle- que observan, analizan y valoran desde la distancia. Cosa que les permite eludir el partidismo político e ideológico que suele condicionar este tipo de trabajos.
Los nacionalismos subestatales en España
Con el utillaje teórico de la escuela modernista del estudio del nacionalismo -las naciones son constructos políticos modernos dirigidos por unas elites que impulsan la modernización del territorio nacional-, Sebastian Balfour y Alejandro Quiroga consideran que el nacionalismo español surgió a principios del XIX y los nacionalismos subestatales españoles –el catalán y el vasco- lo hicieron a finales del mismo siglo.
Después de una feliz exposición del proceso de construcción de la nación española durante el XIX, en la que se constata que los ciudadanos y élites de Cataluña y el País Vasco también participaron de la idea de patria común española, los autores se adentran en el proceso de reinvención de España que tuvo lugar durante la Transición.
La reinvención de España durante la Transición
En síntesis, la Transición trajo la descentralización y sancionó la construcción de naciones –de naciones culturales, parecen decir los autores- alternativas en un marco cuasi federal. Y, con la renegociación de los estatutos, apareció una deriva soberanista que cuestiona la idea de nación española y pone en peligro la cohesión y solidaridad interterritoriales.
Con la renegociación de los estatutos, apareció una deriva soberanista que cuestiona la idea de nación española
¿O es que el aumento de competencias que conllevan algunos estatutos no comporta el agravio comparativo y la postergación de unas autonomías que pueden considerarse de segunda? ¿Quizá el Estado, además de perder autoridad, podrá hacer frente a la pérdida de recursos que supone el privilegio fiscal del cual gozan algunas autonomías de primera?
Los problemas de un Estado residual
Y hay más, porque si el Estado llega a ser residual en el conjunto español, la transmisión de la identidad española en determinadas autonomías quedaría limitada a los canales informales como la familia, la amistad y algún medio de comunicación. El proceso de reinvención de España al que estamos/estaríamos asistiendo desde entonces plantea unas preguntas que los autores responden con argumentos de peso.
¿A qué obedece el surgimiento de identidades regionales y nuevas demandas de autonomía? No sólo –como diría el doctor Freud– al narcisismo de las pequeñas diferencias, sino a los particulares intereses –otra vez las elites- que ello permite satisfacer. ¿Cómo se impulsa ese proceso de diferenciación? A través de una enseñanza y unos medios de comunicación usados como instrumentos de nacionalización regional.
Unas hipótesis no refutadas
Dieciséis años después de la edición del libro de Sebastian Balfour y Alejandro Quiroga, la hipótesis de una identidad española disminuida no ha sido refutada. Lo contrario parece ser cierto. Siguiendo el guion de los dos historiadores, los intereses de las elites regionales generan determinadas identidades regionales al tiempo que surge/resurge una identidad/diferenciación/nacionalización –regional o “nacional” por la vía de la educación y los medios de comunicación.
Consecuencias indeseables
Del libro de Sebastian Balfour y Alejandro Quiroga conviene destacar tres cosas de especial importancia y trascendencia.
En primer lugar, los autores nos brindan una excelente crónica histórica del desarrollo de la idea de nación española desde la Constitución de 1812 a la reforma estatutaria de los tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero.
En segundo lugar, los autores levantan acta de la permanencia de la idea de nación española a lo largo de la historia pese a la vocación disgregadora de unas elites regionales que actúan en beneficio propio.
En tercer lugar, los autores, más allá de la apuesta por la ciudadanía que proponen, advierten las consecuencias indeseables –deconstrucción de la idea de nación española y aparición de privilegios y discriminaciones regionales: de ahí, por ejemplo, el “proceso” catalán- de la nueva reinvención de España que tomó cuerpo y forma bajo el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
Por todo ello, España reinventada no sólo es un relevante libro de historia, sino una llamada de atención sobre el futuro -¿incierto?- que nos aguarda.