Consenso y coalición
La batalla de matices políticos en la coalición está fijando una serie de consensos que luego se pretenden legitimar utilizando la debilidad de Cs
Dicen que la verdad no es producto de aceptar la tozudez de los hechos sino fruto del consenso establecido entre las élites de un país. Son ellas quienes determinan la verdad requerida en cada momento. El mito del consenso en nuestro país es más fuerte que en otros, como consecuencia de los buenos resultados conseguidos durante la Transición.
La doctrina del consenso se centra en el esfuerzo de todas las partes para encontrar un punto de acuerdo en un asunto que preocupa a todos. Se trata de edificar acuerdos de gran alcance para una sociedad donde ninguna sensibilidad política quede fuera y, por lo tanto, se pueda ver reflejada en él.
La crisis sanitaria, económica, social y política provocada por la Covid-19 ha puesto en marcha consensos sin haberse producido ningún debate que promueva la posición de la sociedad para poder dar su opinión.
La puesta en marcha del estado de alarma, los acuerdos con Europa o las medidas económicas para la reconstrucción se han decidido en el plano político y la sociedad ha asumido el liderazgo de la política frente a la crisis.
No se trata tanto de advertir un problema de representación parlamentaria sino de constatar que ha habido un desplazamiento del papel del poder legislativo, judicial, social hacia el ejecutivo.
Se trata de advertir que la batalla de matices políticos en el seno de la coalición está fijando, al margen de sus luchas internas, una serie de consensos que luego se pretenden legitimar a través de la opinión pública.
La estrategia está basada en generar un conflicto para lograr un consenso
Cuestiones como la crisis de la monarquía, la gestión sanitaria, las ayudas económicas o la subida de impuestos están siendo dirimidas en el seno de la coalición de gobierno bajo la alerta del permanente peligro de la Covid-19.
Los Presupuestos Generales del Estado, pendientes de aprobación en los próximos meses, se establecen hoy en el seno de la coalición para luego determinar con qué apoyo se logra.
La dialéctica establecida por Unidas Podemos, basada en amenazar que no apoyarán los presupuestos si se pactan con Ciudadanos, es un claro ejemplo de pretender crear el consenso por la vía de provocar antes un conflicto previo.
Si el PSOE logra evitar los ejes izquierda y derecha a la hora de aprobarlos, habrá conseguido un amplio consenso que garantice unos presupuestos capaces de sacar a España de la crisis.
La cuestión que subyace en esta estrategia basada en generar un conflicto para lograr un consenso es utilizar la debilidad de Ciudadanos como carta comodín que pueda servir para obligar a los partidos de izquierda a moverse hacia unos presupuestos más acordes con las exigencias que establece la Unión Europea.
La coalición se convierte, pues, en una afinada máquina para generar micro consensos que, una vez logrados, se convierten en consensos generales, una vez resuelto el conflicto y establecido el acuerdo.
La estrategia de la coalición limita a la oposición a asumir el papel de observadores
La estrategia limita a los partidos de la oposición a asumir el papel de observadores de las grandes decisiones que se toman en el seno de la coalición.
La fuerza política de Pedro Sánchez es haber logrado que la coalición opere como un espacio de conflictos controlados que permiten atraer a Cs e incluso al PP para lograr ampliar los acuerdos en el espacio de la izquierda y fortalecer la idea de que España avanza abarcando los más amplios consensos posibles y por lo tanto fijando la verdad que se necesita en cada momento.