Con el Sánchez de hoy Cataluña hubiera sido independiente en noviembre de 2017 

La claudicación de Sánchez y el abandono de millones de catalanes provocarán otro intento de separación

El discurso oficial monclovita para justificar la reforma del delito de sedición es continuar el proceso de “desinflamación” de la sociedad y la política catalana. El camino a la conversión de lo que sucedió en septiembre y octubre del ’17 en algo anecdótico no es una novedad, ya cuando Sánchez accedió al gobierno en 2018 una de sus primeras decisiones fue presionar a la Fiscalía para que rebajara la petición de delito de rebelión a sedición, ahora lo convierte en “desorden público agravado”. Los indultos fueron una meta volante y el punto final será el regreso a España, libre de polvo y paja, de Puigdemont, dado que difícilmente ningún tribunal europeo condenará a alguien que su propio país está indultando de facto.     

La primera de las reflexiones que debemos hacernos es: si, tal como afirma Sánchez, la situación en Cataluña ha mejorado y ya no hay riesgo de que “lo vuelvan a hacer», ¿por qué ceder ante la petición de reforma de un delito que según el propio presidente es imposible que vuelva a cometerse?  

La segunda de las cuestiones sobre las que centrar la atención tiene que ver con la disparidad de discursos entre socios. Uno, el que genera el beneficio, el del Gobierno de España, que afirma que es un camino hacia la normalidad, el diálogo y la convivencia. El otro, el del beneficiario de la medida, los socios independentistas del gobierno, que se han dado prisa en dejar claro que esto es un paso hacia el referéndum de autodeterminación. En definitiva, a repetir su intención de separación pero sin coste penal.  

Sánchez se carga la sedición para incendiar el ambiente en Cataluña

La tercera clave de la decisión es la más obvia. Sánchez se carga la sedición para dos cosas concretas: la primera es que ERC le vote el presupuesto y así garantizarse su continuidad en Moncloa hasta diciembre de 2023 y la segunda es incendiar el ambiente en Cataluña y así crecer electoralmente en esa comunidad garantizándose, de ese modo, su continuidad en la presidencia del Gobierno más allá de diciembre de 2023. Su claudicación obliga tanto a PP como a Vox a poner el grito en el cielo y a él le permite presentarse en Cataluña “como la España que entiende la realidad catalana”. Es la reedición de su exitoso lema de 2004: “Si tú no vas, ellos vuelven”.  

La siguiente cuestión es casi psicológica: ¿por qué las élites catalanas que primero simpatizaron con el independentismo y luego, cuando su monstruo tomo vida propia, huyeron de Cataluña llevándose sus fortunas y sus empresas, ahora vuelven a las andadas y aplauden la claudicación del Estado al que en octubre del ’17 pidieron de rodillas cambios legislativos que les permitieran salir en estampida de Cataluña? Porque les remuerde la conciencia de como han dejado económica y socialmente Cataluña y quieren autoexculparse, no ser responsables de nada y que mejor que reescribir la historia borrando ese episodio negro del que ellos son responsables en el mismo nivel que los políticos.    

Consecuencias de la rebaja de la sedición

La quinta cuestión es la fundamental. ¿Cuáles son las consecuencias de la reforma del delito de sedición? El independentismo se ha rehabilitado, el Estado reconoce de forma directa que la actuación judicial tras el golpe de 2017 fue un error, desproporcionado y que la aplicación del 155 jamás debería haberse llevado a cabo.  

Dicho de otro modo, con el Sánchez de hoy, Cataluña el 1 de noviembre de 2017 hubiera sido un República autoritaria separada de España porque el Senado jamás hubiera aprobado la aplicación del artículo 155 de la Constitución y la autonomía jamás hubiera sido temporalmente intervenida.  

La decisión de Sánchez le une a ERC pero deja tirados a millones de catalanes que fueron victimas del independentismo en 2017

La decisión de Sánchez le une a ERC pero deja tirados a millones de catalanes que fueron victimas del independentismo en 2017. Esos catalanes, en ese momento, tuvieron que organizarse y reaccionar por su cuenta para frenar la separación unilateral, porque el gobierno de Rajoy, como había sucedido en 2014, flaqueó.  

Si ante el primer referéndum, en 2014, el Estado hubiera sido fuerte en defensa del estado de derecho, las libertades públicas y la democracia jamás hubiera sucedido todo lo que pasó en 2017. Fue la debilidad ante el nacionalismo de los diversos gobiernos de España lo que dio pie al Procés. Fue la falta de iniciativa política en defensa de la igualdad de todos los españoles lo que propició el 2017 y es la claudicación de hoy y el abandono de millones de catalanes lo que llevará a otro intento de separación.  

¿Cuándo lo volverán a intentar? Solo hay que esperar a un cambio de Gobierno en España. Nada mejor para el independentismo que el PP en el gobierno para, con la complicidad del PSOE, agitar las siempre turbias aguas de la convulsa sociedad catalana secuestrada por una élites funcionariales y rentistas y una clase política más parecida a la mexicana o venezolana que a la de un país occidental.   

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