Como siempre

Margallo, después del éxito rotundo de impedir la internacionalización de unas elecciones que sólo son autonómicas, y de las que hablan Merkel, Cameron y el Congreso de EEUU, propone que se traspasen a Cataluña el IRPF y los impuestos del tabaco y el alcohol. Y una reforma constitucional exprés para Cataluña. En la misma conferencia, no obstante, ha reconocido que el Estado llega tarde y que el problema catalán es eterno. Y este es el ministro más liberal. Ha faltado tiempo para que el resto de partidos del bloque españolista, PSOE y Ciudadanos, critiquen sus palabras.

En paralelo a este hecho, todos los alcaldes del Ebro encabezan una manifestación contra los fallecidos en la N340, donde la mayoría de accidentes atribuibles a la sistemática discriminación inversora en el eje mediterráneo que implica la inexistencia de autovías alternativas al peaje en el eje más exportador de la Península. Una movilización similar se produjo en Gerona, y obligó a liberar tramos de autopista para camiones. Algún día me gustaría que algún académico contabilizase: 1. Los beneficios extra que se han embolsado las concesionarias de autopistas en todos los años de concesión a causa de la inexistencia de una vía realmente alternativa, tal y como establece la ley; 2. Qué sobrecoste ha generado a particulares y transporte el uso del peaje; 3. Cuántas muertes se han producido derivadas de la congestión de tráfico impuesta por el Estado español en Cataluña. Sobre todo, porque como mínimo se merecerían un monumento a las víctimas del centralismo.

¿Entienden pues que la rabia acumulada de la mayoría de la población catalana no es fruto de ningún adoctrinamiento? Es el maltrato y humillación permanente. La gestión y recaudación de impuestos vinculados al sistema de financiación totalmente injusto, por un lado, y las inversiones del Estado, siempre por debajo del nivel de población (16%), del PIB (19%), de la contribución impositiva (21%) y del volumen de exportación (30%), por el otro.

Por ello, el proceso independentista ha llegado para quedarse. Y o bien se resuelve a corto plazo con una negociación, o se enquistará, causando la consiguiente quiebra política y económica de España. Muchos medios de comunicación que mayoritariamente martillean a la opinión pública catalana y española mantienen la teoría de que un hombre iluminado es quien ha subido la tensión. Y ello explicaría la letanía de exabruptos que el españolismo militante está lanzando contra Cataluña, retroalimentando el independentismo. Nada más lejos de la realidad. En dos momentos de mi trayectoria vital me dediqué a analizar a fondo la prensa española y las expresiones del autodenominado no nacionalismo español. En los años 80, en plena hegemonía socialista, escribí ‘El españolismo de la A a la Z’ (Ediciones Llamp, 1989). Diez años después firmé ‘Cornuts i pagar el beure‘ (Ediciones Columna, 2000).

Les aseguro que en los dos momentos históricos, en plena hegemonía pujolista, cuyo partido estaba integrado en el régimen monárquico de la Transición, que dio apoyo a minorías inestables de UCD, PSOE y PP, los tópicos anticatalanes tenían plena vigencia. Tópicos que oscilan entre la prepotencia imperialista y el resentimiento xenófobo o antisemita.

Sólo hace falta ver cuál fue la actitud del primer traspaso de un ridículo 15% del IRPF en la última legislatura de Felipe González. Los barones meridionales de PSOE, PP y la caverna mediática pusieron el grito en el cielo, porque no podía ser que los catalanes mandasen en Madrid. Al cabo de cuatro años, fue con el PP en minoría -cuando Aznar hablaba catalán en la intimidad- que cedió el 30% del IRPF a Cataluña. Los barones del PP, PSOE y la misma carverna mediática insultó y alertó del poder de los catalanes. Unos tics que, acumulados en un estudio científico, son propios del antisemitismo tan profundamente enraizado en el ADN de la casta dirigente española y sus intelectuales. En este tópico, a los catalanes se nos concede el papel de judíos. Vean que decía el crítico teatral Lorenzo López Sancho en ABC en pleno debate sobre el apoyo de Pujol a González en 1994: «Ahora los catalanes siguen igual, como los judíos explotan el victimismo, pero ellos se han ahorrado el holocausto».

El viernes, la Meridiana se llenó por cosas como éstas.