Cómo recuperar la economía a pesar de la izquierda
Solo las urnas, o las condiciones impuestas por la UE, pueden conseguir que la izquierda reflexione y repare en que no hay alternativa al sentido común
El economista Juan Velarde Fuentes, en un artículo titulado La economía española: errores y senderos adecuados (2019), brinda un dato que resulta esclarecedor para analizar las debilidades de la economía española. Y, en consecuencia, invita a corregir el rumbo. Por ejemplo, después de la cuarentena propiciada por la Covid-19.
Un endeudamiento compulsivo
Indica el autor –a partir de las cifras proporcionadas por el economista británico Angus Maddison en The World Economy Statistics, OECD, 2003– que el PIB por habitante de España, en solo 42 años, pasó de 3.050 dólares en 1959 a 15.659 en 2001. Gran Bretaña necesitó 112 años (1876-1988) para hacer un salto parecido y Francia 62 años (1921-1983). Por su parte, Alemania y Estados Unidos precisaron 65 años y 88 años respectivamente.
Tamaño salto creó, entre los españoles, la falsa percepción de la realidad según la cual el desarrollo económico –bienes y servicios al alcance de todos– es fácil de alcanzar. ¿Cómo? Por la vía del endeudamiento. Y en eso estamos todavía. Y de ahí vienen nuestros problemas.
Efectivamente, España ha crecido gracias al endeudamiento. Los datos son elocuentes: si en 1975 el endeudamiento era del 7,3% del PIB, en 2019 ha alcanzado el 95,5% del PIB. Y sigue aumentando. La economía española ha crecido –a diferencia de otros Estados de la Unión Europea– gracias al dopaje que proporciona la deuda pública.
El problema: el endeudamiento elevado –que hay que devolver– nos hace vulnerables ante cualquier imprevisto. Sea una crisis económica o financiera, o una burbuja que explosiona, o una pandemia como la del Covid-19. De hecho, el endeudamiento genera, per se, vulnerabilidades e imprevistos. Accidentes que España paga muy caros como se demostró en la crisis 2008-2013 y se demuestra hoy con la pandemia del coronavirus.
Así las cosas, después del parón provocado por la Covid-19, cuando estamos preparando la recuperación, la economía española debería rectificar y abandonar el endeudamiento compulsivo que le caracteriza. ¿Qué alternativa? Seguir la senda por la cual transitan los países del norte de Europa. Esos países protestantes, competitivos y entregados al trabajo y al negocio, amigos del cambio y la innovación, que buscan el autocontrol económico y la austeridad.
¿Qué objetivos? Fundamentalmente, cuatro: las reformas estructurales, la productividad, la competitividad, el crecimiento y la estabilidad presupuestaria. Sin estos elementos, seguiremos siendo tan vulnerables –crisis acentuadas, desocupación, déficit, deuda, tensiones sociales– como siempre.
Un obstáculo previo que superar
El obstáculo: no caer en la tentación de una izquierda que, en lugar de plantear proyectos a largo plazo que resuelvan problemas estructurales con la vista puesta en el futuro, prefiere tomar medidas cortoplacistas que comportan réditos electorales, pero conducen a un endeudamiento y una debilidad que empobrecerá –desocupación y recortes– a todos.
No será fácil superar dicho obstáculo. Recuerden el populismo sonriente de José Luis Rodríguez Zapatero, o los viernes milagrosos de Pedro Sánchez, o las subvenciones ad infinitum de Podemos. La izquierda sigue empeñada en dilapidar la riqueza que crea la economía de mercado.
Solo las urnas, o las condiciones impuestas por la Unión Europea, pueden conseguir que la izquierda reflexione y repare en que no hay alternativa más allá del sentido común y la realidad. Si finalmente Zapatero aceptó la realidad, ¿por qué no puede hacer lo mismo un personaje extremadamente versátil como Sánchez?
Resulta conveniente articular un pacto político, empresarial y sindical, en favor de la estabilidad económica
Si Sánchez –para alcanzar el poder– pacta con fuerzas de dudosa o nula credibilidad democrática –Podemos, ERC o Bildu–, ¿por qué no puede pactar con Angela Merkel, Emmanuel Macron, la Comisión Europea, Mark Rutte, Wopke Hoekstra, Christine Lagarde, la OCDE, el FMI, el PP, Ciudadanos, la CEOE y quien se tercie para conservarlo?
Sí, puede haber recuperación económica a pesar de la izquierda. El oportunismo de la sinistra es de libro y la política siempre es contingente.
Una política de corte liberal
Superada la tentación populista de la izquierda, la recuperación económica y el futuro de España dependen de una práctica de corte liberal que exige seis medidas inaplazables:
1. El aumento de la productividad y la competitividad con la consiguiente reducción de costos, flexibilidad laboral, optimización de la fuerza de trabajo, innovación, modernización y beneficios fiscales. El objetivo: el crecimiento. Un crecimiento que es la condición de posibilidad de la ocupación, el bienestar y el desendeudamiento.
2. Una regulación del mercado que incluya la flexibilidad laboral, la limitación del salario mínimo interprofesional, la supresión de la ultraactividad de los convenios decaídos, la inclusión de contratos individuales y/o de empresa y el no encarecimiento del despido.
3. Una política impositiva a la baja que reactive la demanda interna y la financiación empresarial, porque la fiscalidad abusiva –además de obstaculizar el crecimiento y reducir la recaudación impositiva al aumentar la economía sumergida y disminuir el PIB– ahuyenta inversores al rebajar la expectativa de rentabilidad.
4. La supresión de las trabas administrativas y los privilegios –adiós a los aranceles autonómicos– que entorpecen, perturban, limitan o impiden de facto la libertad de mercado en el conjunto del territorio español.
5. El fomento de la exportación renovando el Plan de Acción para la Internacionalización de la Economía Española 2029-2020, adaptando el ICEX España Exportación e Inversiones de la Estrategia de Internacionalización de la Economía Española 2027-2027, y reforzando los Acuerdos de Promoción y Protección Recíprocos de Inversiones así como las Oficinas Económicas y Comerciales en el Exterior.
6. La reducción del endeudamiento que implica la restricción y limitación del gasto, el establecimiento de prioridades y una estabilidad presupuestaria que disminuya la dependencia financiera del exterior.
Paliativos, estabilizadores y pactos
Dicho lo cual, hay que añadir –el Estado del bienestar obliga– la necesidad de articular e implementar –durante fase inicial de la política económica de recuperación–, de forma temporal, salvo justificadas excepciones, una serie de medidas paliativas y estabilizadores automáticos –gastos, ayudas, subvenciones, transferencias directas, ingresos vitales– que mitiguen el negativo impacto inicial, sobre personas y negocios, propiciado por la pandemia del coronavirus.
Por lo demás, resulta conveniente articular un pacto político, empresarial y sindical, en favor de la estabilidad económica, que agrupe a las fuerzas democráticas dispuestas a trabajar por y para una recuperación económica basada –además de en reformas estructurales– en un crecimiento y un desendeudamiento que garantice el presente y el futuro.
No hay crédito sin confianza
Contrariamente a lo que predica la izquierda, empeñada en utilizar el coronavirus para hacer la Revolución o implementar algún proyecto de ingeniería social deliberada, el endeudamiento -¡gasto! ¡más gasto!–, en lugar de resolver el problema económico y social de España, lo enquista. Por eso, hay que reducirlo drásticamente. Para después crecer y distribuir el trabajo y el bienestar posibles.
Pero, dada la situación, España –a través del MEDE o el Fondo Europeo de Recuperación Económica– deberá pedir ayuda a la Unión Europea. Y deberá cumplir determinadas exigencias –trátese de préstamos o de transferencias directas– que remiten a la austeridad.
(Entre paréntesis: ¿quién garantiza la seguridad política y jurídica –necesaria para acceder a los beneficios de la Unión Europea- de un populismo displicente que gobierna en coalición –deslealtades mutuas– con un sectarismo cristalino que se creen en posesión de la patente de corso progresista? ¿Cómo reaccionará Bruselas ante semejantes credenciales? ¿Rectificará el gobierno en materia de reforma laboral, presupuestos o subvenciones para adaptarse a las condiciones que imponga la Comisión Europea?)
La austeridad presupuestaria es el único medio para que España recupere el crecimiento económico
La Unión Europea y los Estados que la conforman –el MEDE es un fondo intergubernamental– querrán recuperar, le llamen o no rescate, lo prestado, en todo o en parte, aunque sea a largo plazo y con períodos de carencia.
Al respecto, noten el detalle: el fondo impulsado por Angela Merkel y Emmanuel Macron –ahí está el quid de la cuestión–, habla de “políticas económicas sólidas” y “reformas ambiciosas”. Traduzco: alegrías presupuestarias, las justas.
De ahí, la necesidad de una política liberal que apueste por la productividad, la competitividad, la modernización, la flexibilidad, la reducción impositiva, la estabilidad presupuestaria y el desendeudamiento. Esa es la única política que puede facilitar el crédito imprescindible para recuperar la economía. Crédito que depende de la confianza que España inspire a los dirigentes europeos y a los mercados. Y punto.
Si hace más de un siglo Max Weber afirmaba –una alusión a la ética protestante que está en el origen del espíritu capitalista– que la austeridad económica es el único medio para “mantenerse en la plenitud de la gracia de Dios”; hoy, nosotros, podemos afirmar que la austeridad presupuestaria es el único medio para que España recupere la plenitud del crecimiento económico con las gracias que ello conlleva.