Cómo rebobinar la crisis

Con los aeropuertos desbordados y los atascos de la operación retorno, esta Semana Santa resultó ser otro síntoma impresionista de recuperación económica, la misma que inspira cierto optimismo empresarial.

Quién sabe cuánto tiempo van a mantenerse en la memoria de la sociedad española las lecciones de la crisis. Hubiésemos jurado por activa y por pasiva que no íbamos a endeudarnos más o que el ahorro sería una prioridad.

Pero no es improbable que volvamos a endeudarnos y que nos olvidemos de ahorrar. Por eso, incluso para quienes no somos economistas, es un deber de civitas rebobinar constantemente la crisis y no olvidar sus enseñanzas.

Ni las sociedades más avanzadas consiguen alterar los ciclos de euforia y retracción. Quizás eso sea parte de la naturaleza humana, como lo son dos elementos de signo tan contrario como la codicia y el altruismo.

Para rebobinar la crisis, es de notable utilidad el volumen La hora del erizo, del profesor Alfredo Pastor. El libro recopila sus análisis económicos y socio-políticos publicados entre 1998 y este 2014.

Es todo lo contrario de ver las cosas a posteriori para poder decir: “Ya lo decía yo”. En realidad, deja constancia de que no todo fueron diagnósticos apocalípticos –corralito, implosión de la eurozona y rescate–.

 
Los indicios de revitalización económica tardarán en atajar el elevado endeudamiento familiar

Del mismo modo, la lucidez analítica de Alfredo Pastor ha venido advirtiendo de los males estructurales de la economía española, por contraste con las imprudencias de la exultación actual.

Son razonamientos tan válidos hoy como cuando aparecieron en forma de artículo porque seguimos preguntándonos cuál es el futuro modelo productivo y seguimos sospechando que la baja competitividad es un rasgo que se diría congénito.

Con sensata antelación, Alfredo Pastor habló de hasta qué punto la alegría de los deudores había tenido su contrapartida en la ligereza de los acreedores.

Los indicios de revitalización económica tardarán en atajar el elevado endeudamiento familiar, al igual que es difícil que la sociedad del aprendizaje reconvierta tecnológicamente el paro generado por la burbuja inmobiliaria. Y mucho más si los cursos de formación siguen siendo un pasaporte para la corrupción.

Ya en 2009, Alfredo Pastor ponderaba la posibilidad de que lo peor hubiese pasado, pero con la advertencia de que reformar no es lo mismo que recortar.

No es menos oportuna la reflexión moral sobre las dinámicas que han llevado a una legitimación de la codicia. Es una cuestión central si hablamos de las contradicciones culturales del capitalismo.

Entre precauciones y franjas de luz, La hora del erizo proporciona un juicio severo sobre el deterioro de la administración pública. La causa es el peso desproporcionado del partidismo político en la gestión de la cosa pública.

Haría falta aquella concepción de la vida pública que requiere alta inteligencia y la mayor honradez, según se cita al regeneracionista Mallada en La hora del erizo.

Bulliciosa Semana Santa en las playas y buenas perspectivas para la eurozona: no es poco. Ni apocalipsis ni paraíso.