Cómo pueden lograr financiación las pymes sin pasar por el banco
Según la Recomendación de la Comisión Europea, basada en la Carta de la Pequeña Empresa del Consejo Europeo de junio de 2000, pyme es la unidad económica con personalidad jurídica o física que reúna los siguientes requisitos: número de empleados, inferior a 250; facturación, por debajo de los 50 millones de euros, y balance inferior a 43 millones. Para ser considerada pyme debe cumplir el primer requisito y uno de los otros dos. Esta referencia nos posiciona en el espectro de compañías al que hace referencia este breve comentario. En el contexto de la OCDE, y dependiendo de los países, entre el 70% y el 90% de las compañías pueden considerarse pymes.
En la fase actual de la crisis, cuando parece que el crecimiento del PIB español tiende a aproximarse al 1 o 1,2%, el crédito sigue sin fluir en la economía, especialmente hacia las ya mencionadas pymes. Además, la financiación (escasa) que consigue esta tipología de empresas españolas es más cara que la que consiguen sus homólogas de ciertos países europeos, especialmente aquellos que constituyen el núcleo duro de la zona euro. Actualmente, el precio del dinero para una pyme española es un 60% superior que para una alemana, según señaló recientemente Andrés Tejero, director del Instituto de la Empresa Familiar.
Es evidente que actualmente tenemos unos bancos y cooperativas de crédito (las cajas prácticamente han desaparecido) muy preocupados por finalizar su proceso de desapalancamiento, derivado de los excesos en que incurrieron anteriormente y por cumplir con Basilea III. En esta coyuntura, el tejido productivo español exige y precisa modos diferentes de financiación de los bancarios tradicionales. Es evidente que la consecución generalizada de esta financiación ayudaría a que regrese el crecimiento de las empresas y, en definitiva, de la actividad de nuestro país.
En España, y en línea con lo que viene ocurriendo en otros países europeos desde hace ya muchos años, actualmente existen varias fórmulas para que las pequeñas y medianas empresas consigan financiación fuera de las entidades financieras habituales. Con independencia de otras alternativas minoritarias, se pueden citar cuatro grandes grupos: el capital riesgo, el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), el Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF) y los fondos de financiación directa.
1. Capital Riesgo. En contra de lo que dice su denominación, es una forma de financiación que generalmente adopta escasos riesgos. El capital riesgo ha adquirido cierta relevancia en España en los últimos trimestres. Estas instituciones están comprando empresas y negocios españoles a precios muy bajos, tras las caídas de las valoraciones de los activos y las compañías. Actualmente, los grandes actores globales de este segmento ven España como una importante oportunidad, lo que es particularmente cierto en el segmento de las pymes.
Esta forma de financiación no está exenta de dificultades y peligros para las compañías, ya que la capacidad de negociación de una pyme frente a organizaciones altamente profesionalizadas es escasa. Además, a diferencia de lo que supone la incorporación a mercados bursátiles, ampliar capital a través de una sociedad de capital riesgo supone sentar en el consejo a un único actor con una elevadísima capacidad de controlar y dirigir, de facto, la actividad empresarial. El capital riesgo plantea y define la forma de invertir en la empresa y de realizar la posterior desinversión desde el mismo momento de su incorporación a la empresa. No obstante, al igual que ocurre con la incorporación al MAB, la ampliación de capital es una forma de crecer con un balance saneado.
2. MAB. El Mercado Alternativo Bursátil es un mercado de renta variable diseñado para pequeñas y medianas compañías, con unas exigencias regulatorias más sencillas y económicas que el mercado continuo. Se creó a imagen y semejanza de otros mercados internacionales que funcionan desde hace años. En estos otros países resultó un éxito, especialmente en Reino Unido (AIM) y Francia (Alternext). En España, como casi siempre con retraso, inició su actividad en abril de 2009, y desde entonces se han incorporado al Mercado Alternativo Bursátil 23 compañías. En este período de tiempo ha proporcionado más de 210 millones de euros de financiación. En 2013 solamente una empresa, Ebioss, se incorporó a esta plataforma, pero se realizaron ampliaciones de capital por importes superiores a 40 millones de euros.
Como señalábamos anteriormente, una gran ventaja frente al capital riesgo es la difusión del accionariado, lo que permite que los originales accionistas, promotores de la compañía, sigan adoptando las decisiones rectoras de la sociedad, al mantener su control..
3. MARF. El Mercado Alternativo de Renta Fija supone, en España, un paso más en la desintermediación bancaria. También en este campo vamos con retraso frente a lo que viene aconteciendo desde hace años en otros países del entorno. En nuestro país, solo el 7% del pasivo empresarial depende de las emisiones de renta fija, ya que el resto del crédito permanece en manos de las entidades financieras. Este dato es muy reducido frente a más del 60% que depende del mercado de capitales en Francia o del 30% en Italia. Esta nueva plataforma supone una oportunidad para un cierto número de empresas, aunque los mercados exteriores, más desarrollados y funcionales, siguen siendo por el momento una alternativa más eficiente para la pyme española.
El pasado mes de diciembre, el grupo constructor gallego Copasa lanzó la primera emisión en el MARF de 50 millones a un tipo de interés del 7,5%, esperándose que en 2014 se incorporen otras. Para poder tener la posibilidad de emitir deuda en MARF, la compañía precisa de un rating concedido por una agencia de calificación y los estados financieros de los dos últimos ejercicios sin salvedades, siendo las entidades financieras las encargadas de la colocación, que mayoritariamente será institucional.
4. Fondos de financiación. Dentro de esta categoría se puede citar a Apollo Management International, fondo estadounidense, que recientemente adquirió Evo Banco a Novagalicia por 60 millones de euros. Estas entidades no actúan en el mercado tradicional de financiación de pymes, ya que se consideran aptas para este tipo específico de financiación aquellas empresas que quieren obtener entre 30 y 40 millones de euros de crédito. El coste será casi con toda seguridad superior al que pueda obtenerse en los mercados organizados de renta fija. También pueden centrarse en la financiación del circulante, aunque la financiación que otorga esta tipología de fondos resulta más específica y generalmente más cara que otras alternativas.
En resumen, cada vez nos vamos pareciendo más a nuestros socios europeos. El retraso que llevamos probablemente se mantendrá en el tiempo, pero está claro que los mercados de capitales deben financiar parcialmente las necesidades de nuestro tejido empresarial en los próximos años. Atrás quedan los tiempos en que bancos y cajas cubrían la totalidad de las necesidades financieras de las empresas.
En este nuevo contexto, cada empresa debe adoptar su camino específico, pero dada la complejidad de este tipo de toma de decisiones, la extensa casuística existente y la especialización de los mercados financieros, parece lógico que el consejo de la empresa cuente con la aportación de asesores independientes para maximizar la obtención de recursos y minimizar los riesgos derivados de escoger una alternativa equivocada.
Vicente Martín Egaña es director general de Finanzas Corporativas y miembro de Inversis Corporate