Clinton y Trump, en la delantera

Dos candidatos delanteros surgieron del Supermartes. Batiendo todos los records de participación electoral hasta el momento, la ciudadanía parece confirmar que la desilusión política se ha transformado en la primera revolución occidental del siglo XXI.

No es sorpresa para nadie la victoria arrasadora de Hillary Clinton en el sur estadounidense, dada la fuerte y leal alianza entre la familia Clinton y la franja electoral Afro-Americana, forjada desde los días en que era la primera dama del sureño estado de Arkansas.

Esa alianza fue consolidada durante la presidencia de Bill Clinton, a quien cariñosamente le llamaban «el primer presidente negro».

Según el Washington Post, el Supermartes ha sido para el partido Republicano una autentica pesadilla. Asegura que el partido de Lincoln tiene solamente dos semanas para noquear a Donald Trump, quien se ha colmado de gloria este martes, ganando en 7 de los 11 estados.

Por el momento, no hay una estrategia clara por parte del establishment para derrocar al popular empresario, aunque ríos de dólares están fluyendo hacia las arcas del partido con ese expreso propósito.

Un dato curioso es que Estados Unidos ha sufrido durante décadas una baja participación del electorado en las elecciones generales. Según el centro de Investigación Pew, basado en Washington, la participación en las elecciones de 2012 fue solamente del 53.6%. Comparativamente, Bélgica y Suecia gozaron de un 87.2% y un 82.6% de participación en las elecciones del 2014.

Indudablemente, la correlación entre la participación electoral y la inclusión económica es una realidad que está ganando mayor tracción en una sociedad cada vez mas informada en la era digital y, por lo tanto, menos sujeta a las políticas de miedo fomentadas por ciertas franjas de la clase política estadounidense.

Hillary Clinton, la testa coronada del partido demócrata, ya está reconformando su campaña para vencer a Trump el día 8 de noviembre, fecha en que se celebrarán las elecciones presidenciales estadounidenses.

Aunque el progresista Bernie Sanders sigue en vigencia, cabe recordar que Bill Clinton fue gobernador de Arkansas en 1979-1992 y que en 1993 tomó posesión del Despacho Oval durante dos legislaturas consecutivas, hasta enero del 2001.

Los lazos forjados por los Clinton con las estructuras de poder político y la clase financiera neoyorkina casi aseguran la nominación de Hillary por el partido demócrata.

La nominación de Trump por un partido que lo detesta es todavía un interrogante, aunque el Supermartes lo acerca más a ese sueño preciado para él. Su gran ventaja es haber movilizado a un electorado republicano que se siente traicionado por el propio liderazgo del partido.

Tan palpable es el sentimiento de abandono que en las encuestas de salida de votación, alrededor del 50% de los votantes republicanos mencionaron que para obtener su voto, era imprescindible que el candidato no fuera parte del establecimiento republicano. Hasta el momento 3 millones de votantes adicionales han participado en las elecciones exclusivamente por la presencia de Trump.  

Delante de nuestros propios ojos se están moldeando las elecciones presidenciales más interesantes y sorprendentes de los últimos 50 años. Esperemos que 2016 sea un año donde rija la inteligencia y el optimismo del electorado y en el que los porcentajes de participación sigan haciendo historia.