Ciudadanos, a contracorriente o hundimiento

Ciudadanos tiene dos opciones: sacar pecho, marcar y reforzar un perfil propio, o arriar velas y arrimarse al PP

Normalmente, las opas son lanzadas por una compañía fuerte a fin de quedarse con otra que pasa por momentos debilidad. Por eso, en cuanto vislumbran síntomas de vulnerabilidad, los directivos intentan blindar su sociedad contra posibles opas, tanto da si hostiles o amistosas.

A saber si los que se protegen contra las opas contemplan más la viabilidad de la empresa a medio plazo que sus sueldazos y privilegios. En cualquier caso, las opas, aunque no tengan éxito, son un mal asunto para quienes las sufren.

Ahora bien, no hay peor opado que el que suplica una opa como si de un salvavidas se tratara. Pues eso es precisamente lo que está haciendo Ciudadanos de la mano de Inés Arrimadas. Confundir el PP con un buque de rescate de náufragos en alta mar es un gravísimo error.

Cs cuenta, o contaba, con dos opciones. Achicar agua para no hundirse o unirse al único postor presente en el proceloso océano de sus tribulaciones, el PP de Pablo Casado. Opción A, sacar pecho, marcar y reforzar un perfil propio. Opción B, arriar velas y arrimarse al PP.

La opción A implica hacer política, esforzarse día a día por renovar la confianza del millón y medio largo de votantes que mantuvo el 10-N y procurar incluso que vuelvan parte de los que entonces abandonaron la formación.

La opción A implica buscar de manera activa presencia mediática. Ya deben de haber aprendido los antiguos consentidos por los medios cuán duro es pasar del mimo al abandono y del halago a la humillación. La opción A implica luchar a brazo partido para conseguir espacio en los medios.

Diez escaños en el Congreso podrían ser un buen punto de partida para refundarse

Albert Rivera remó siempre a favor de corriente, o así se lo hicieron creer. A favor de corriente hasta que se ahogó. De victoria en victoria hasta el despeñadero por donde saltan los fracasados so pena de ser empujados por sus otrora fieles y luego amotinados capitanes.

Arrimadas, en cambio, podría remar contracorriente, opción A, o bien, opción B, abandonar los remos y abarloarse al PP. Como al parecer ninguno de los miembros del nuevo partido tenía mucha idea ni de lo dura que es la política ni de la diferencia entre ser aupado por  una ola hasta su cresta y descender luego hasta el fondo, Cs ha decidido pedir socorro. Al mal tiempo, mala cara.

Una vez olvidada la magnitud del batacazo, que siempre se mide en relación a las perspectivas, y las de Rivera consistían en ser presidente del gobierno, la realidad de los escaños no es tan mala como punto de partida para una posible opción A.

Una vez la legislatura, y con ella la política española, vaya entrando en el período de estabilidad que se avecina –mínimo dos años– diez escaños en el Congreso podrían ser un buen punto de partida para quien se atreva a refundarse y trabajar a fondo con ellos.

La opción A comportaría de entrada volverse a instalar, esta vez de manera definitiva, en una posición de centro moderado y reformistas, equidistante entre PSOE y PP, y por supuesto tan alejada de Vox como de Unidas Podemos.

La opción A implicaría manifestarse ante todas y cada una de las decisiones gubernamentales con una alternativa propia. La opción A implica abandonar el monocultivo del antiindependentismo para intentar representar a tantas y tantas familias perjudicadas por el bipartidismo que no supo ver la gran crisis ni prevenirse ante ella.

Arrimarse Cs al PP sería la peor opción para cualquier sistema multipartidista avanzado

La opción A invitaría a abrazar un liberalismo progresista y prudente que lanzara el envite estratégico de reequilibrar la sociedad a favor de las clases medias y del desarrollo de las provincias desertizadas.

Hay mucho por hacer, mucho por proponer, pero mucho más es de temer que no vaya a haber opción A. PSOE y PP, y también Vox, pueden permitirse vivir en y de la gran burbuja política de Madrid. Cs y UP no. La diferencia entre ambos es que Iglesias lo sabe y Arrimadas todavía no se ha enterado.

Como tampoco parecen haberse enterado los restos del casi naufragio de Ciudadanos de que, si logran sobrevivir a la presente legislatura, sus votos pueden ser en el futuro tan relevantes para el PP como son en el presente los de Podemos para el PSOE.

Llegamos así a la patética petición de opa, la opción B, la claudicación, la fácil, la mala para Cs y, en relación a lo que podría ser un partido de centro liberal, la peor para cualquier sistema multipartidista avanzado.

En el PP saben que se trata de una rendición poco disimulada. De entrada, amagan con negociar, pero no intentarán otra cosa que hacerse con el máximo número de votos de Cs antes de acabar de hundir el barco que hace aguas por todas partes.

Lo cual es factible en toda España menos en Cataluña, porque si Cs fue en su origen un almacén provisional de votos antinacionalistas del PSC, en el resto de España no ha sido otra cosa que un refugio provisional de votos populares descontentos con la corrupción.