El último sondeo del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) de la Generalitat, hecho público a mediados de la semana, vino a confirmar con claridad que el nuevo enemigo político de Mas ya no residía en la calle Nicaragua sino que había que buscarlo en la sede del Partido Popular. Curiosamente, el principal rival de Convergència en la próxima cita electoral va a ser el grupo que constituye a fecha de hoy su principal apoyo en el ayuntamiento de Barcelona y al que se han dirigido para ofrecerles su apoyo en La Moncloa a cambio, eso sí, de un decálogo de buenos principios.
En efecto, un detenido análisis del barómetro del CEO muestra que si se confirmara la probable caída electoral socialista, el principal caladero de votos estaría precisamente en ese espacio de retroceso de las fuerzas que aún lidera José Montilla y donde podría darse un vuelco a favor del PP, un territorio que geográficamente se sitúa en las principales poblaciones de la provincia de Barcelona.
La distancia a la hora de estudiar un posible cambio de voto sería mucho más pequeña entre una papeleta del PSC y una del PP, que hacia una de CiU u otras formaciones políticas. Una distancia más pequeña y un volumen de dubitativos votantes mucho mayor. Esa era la fotografía del CEO.
El enemigo a batir para CiU es, pues, a la vez su socio de preferencia en el escenario político actual. Una, como poco, curiosa paradoja. El peligro para Mas y Duran i Lleida no viene de Rubalcaba, sino de Rajoy, Camacho, Fernández y… sobretodo Josep Piqué, como ya apuntaba Xavier Salvador en su artículo de opinión de la semana pasada.
CiU tiene fácil batir su anterior registro. Su grupo parlamentario actual lo forman 10 diputados, el peor resultado en unas elecciones generales desde 1979. El PP está en la cresta de ola, con el viento a favor gracias al descalabro socialista. El PSC parece por su parte empeñado en conseguir una derrota histórica y aunque tradicionalmente los socialistas han ganado todas las elecciones generales mientras perdían las autonómicas en esta ocasión los vaticinios apuntan a que el 20-N obtendrán uno de sus peores resultados. Nada extraño si se cae en la cuenta de que llevan un año esperando un
congreso extraordinario que aclare quién manda y en qué dirección.
Si se confirman los actuales pronósticos, el PP volverá a La Moncloa en noviembre. Y lo puede hacer apoyado en una mayoría absoluta incontestable. Si los populares no consiguen esa mayoría, lógicamente podría abrirse un espacio de colaboración entre los nacionalistas catalanes y Rajoy, un espacio que ha sido transitado con facilidad y con absoluta comodidad por Unió y sus hombres en Madrid, Duran i Lleida y José Sánchez Llibre. En caso contrario, Rajoy ha insistido frecuentemente en su voluntad de mantener unos puentes privilegiados con CiU y la Generalitat, pero habrá que esperar.
Rajoy le ha dicho a Piqué que quiere contar con él, y a éste le encantaría volver al Gobierno español, pero fuentes próximas al actual presidente de Vueling y del Círculo de Economía aseguran que Piqué recordó en esa ocasión a su interlocutor que él ya había sido ministro de Asuntos Exteriores y portavoz del gobierno de Aznar y que no lo gustaría tener un rol de menos peso. Rajoy tomó nota.
La vuelta de Piqué a un primer plano de la política española sería una de las posibles malas noticias que Mas podría recibir en las urnas el 20-N. Primero, por las malas relaciones entre ambos dirigentes. Segundo, porque Piqué tiene un criterio propio respecto a Catalunya, como ha mostrado en diferentes ocasiones. En algunas, en silencio, como cuando acató contra su voluntad la defensa del “no” que su partido propugnaba en el referéndum sobre el nuevo Estatuto de Catalunya (él prefería la abstención). En otras, a través de diversas plataformas, aunque especialmente en la que
proporciona el Círculo de Economía.
En unas clásicas Jornadas del Círculo defendió por primera vez su ideario de un catalanismo moderado, apenas llegado al PP, lo que no gustó nada en las filas de CiU, que ha aspirado siempre a un cierto monopolio sobre el tema. Y hace algo más de una semana Piqué leyó una Nota de opinión –herramienta habitual del Círculo a través de las cuales manifiesta su pensamiento sobre temas de actualidad- donde se marcaban distancias ante la política de CiU, algo a lo que tampoco se está muy habituado en este país.
Sin embargo, PP y CiU se necesitan. Se necesitan en Catalunya para garantizar la estabilidad de Generalitat, Diputación y Ayuntamiento de Barcelona, el menos. Se necesitan en Madrid, porque el coste de añadir el problema de una mala relación Generalitat-Gobierno español a la larga lista que ya tenemos es demasiado alto. Otra cosa es cómo se explica eso a las respectivas bases y si después éstas lo entienden qué cambios provoca esta nueva situación en los respectivos idearios políticos.