Cirque du Soleil y la superación cultural de las limitaciones municipales
La elección de l'Hospitalet como base del Cirque du Soleil puede ayudar a derribar fronteras culturales en el área metropolitana de Barcelona
Lejos de ser irrelevante, el hecho que Cirque du Soleil haya instalado su carpa en l’Hospitalet tiene una gran importancia estratégica en la medida que una empresa internacional poco conocedora de la realidad metropolitana acepta instalarse en un municipio diferente al que pretende asociar su imagen publicitaria.
Es obvio que la central logística de Cirque du Soleil en Montreal tiene anotado en el cuaderno de giras para los próximos dos meses una estancia en Barcelona y probablemente la ubicación definitiva no ha alterado para nada su campaña comunicativa, sus expectativas de resultados y su estrategia organizativa.
Si los resultados son buenos, y confío que así sea, algo tan evidente desde la distancia nos ayudará a romper algunos tópicos que con demasiada frecuencia impiden avanzar en la creación de un territorio cultural metropolitano auténticamente integrado.
Las fronteras del área metropolitana
Que los municipios del área administren con criterios locales los servicios culturales básicos tiene todo el sentido del mundo pero algunas actividades temáticas necesitan dimensionarse a nivel metropolitano para explotar todo su potencial.
Hay propuestas barcelonesas que funcionan a escala nacional porque la proyección de la ciudad lo facilita aunque no hayan sido pensadas en esta dirección, pero esta capacidad de convocatoria o incluso de apropiación social raramente existe cuando las propuestas nacen en otras ciudades.
Y es una lástima porqué nos hace perder oportunidades en un ámbito donde escasean.
Cuando se articule un plan cultural para todo el área metropolitana, festivales locales pasarán a ser de todos
El Festival de Pallassos de Cornellà podría servir de ejemplo. Se trata de un festival temático singular con una larga tradición cuya organización está pensada básicamente en términos locales. El ayuntamiento no puede dedicarle los recursos necesarios para convertirlo en un proyecto global.
Evidentemente asistirá público de otras ciudades y la Generalitat y la Diputación de Barcelona ayudarán económicamente, además de declararlo festival de interés nacional, pero aun así no ha logrado convertirse en una pieza indiscutible en el mapa cultural de la gran Barcelona.
El problema no es de Cornellà, que bastante hace organizándolo. Lo que falta es una arquitectura cultural metropolitana que articule un determinado número de proyectos para que todos los habitantes del área los reconozcan como propios.
Cuando esto ocurra el Festival de Pallassos dejará de ser de Cornellá para ser de todos aunque se desarrolle en esta ciudad del Baix Llobregat.
Por primera, vez se ha celebrado un festival donde Barcelona no era el centro cosmopolita y aglutinador
Hace pocas semanas se ha celebrado la Quinzena de la dansa, que por primera vez en la historia ha propuesto un festival especializado organizado directamente a escala metropolitana.
Seis municipios, incluida Barcelona, han elaborado un proyecto con un relato auténticamente supramuncipal en el que los espectáculos no se ordenaban por criterios de centralidad y donde los objetivos sociales convivían perfectamente con los artísticos.
Por primera vez hemos asistido a un festival donde no se presupone la existencia de un centro cosmopolita y aglutinador y unas periferias socioculturales y educativas. No se ha invertido ninguna realidad, simplemente se ha tratado el territorio con normalidad.
La expansión integradora
Para los municipios la existencia de un espacio cultural integrado es necesario si quieren trascender sus limitaciones presupuestarias y territoriales. Para la industria creativa y para la de ocio es imprescindible para asegurar la sostenibilidad.
Mientras que para los municipios la cuestión implica diferenciar los costes que supone mantener los servicios culturales estables y organizar actividades singulares, para el sector privado ampliar la densidad cultural del mercado local es básico para crecer y consolidarse.
Algo está empezando a cambiar en la perspectiva cultural metropolitana
La experiencia del Cirque du Soleil viene a demostrar que desde el punto de vista del negocio lo importante no es la ubicación sino el público potencial sobre el cual se proyecta la actividad. Alguien dirá que Cirque du Soleil es una multinacional y tiene muchos recursos y es cierto, pero también lo es que su punto de riesgo es grande y sus expectativas de resultados enormes.
Algo está empezando a cambiar en la perspectiva cultural metropolitana. Desde el Distrito Cultural de l’Hospitalet, hasta empresas que ubican sus festivales en Santa Coloma, Sant Adrià o Montmeló cada día son más los proyectos que piensan en el potencial de 3,5 millones de personas y le pierden el miedo a las fronteras municipales. Ahora solo hace falta que también se lo crean las instituciones supramunicipales.