Cinco razones para votar a CiU

Hace un par de años que me mojé al pedir el voto públicamente por un partido político en unas elecciones. Un ejercicio con muchos peligros en una sociedad que no está acostumbrada a hablar de política sin entrar en descalificaciones personales. Soy consciente de este hecho. Para que no te insulten, lo que hace la mayoría es criticar a todos y, como mucho, decir que eres del Barça. Soy un gran admirador de la sociedad norteamericana, donde periodistas y medios piden públicamente el voto para un candidato sin llevar sus posturas políticas al terreno personal. El discurso de Mitt Rommey al aceptar su derrota debería leerse (o verse) en todas las escuelas de secundaria del Estado. Intuyo que nos faltan un par de generaciones para que aquí ocurra lo mismo de forma normal.

Estas son las cinco razones por las que creo que este 25-N se debe votar a CiU:

1. Porque no existe ninguna otra fuerza alternativa clara. CiU ya duplica la segunda fuerza en el Parlament (actualmente, el PSC con 27 diputados) y, posiblemente, en esta ocasión consiga el triple de diputados que el segundo grupo con presencia en el hemiciclo (¿será el PP?). Un escenario que no se repite en muchos parlamentos europeos y, cuando se da, provoca una situación explosiva: la oposición se convierte en una olla de grillos que pelea para ver quién la dice más gorda. No hay partidos bisagra con un rol definido (como los verdes o los liberales en Alemania), todas las formaciones políticas de la oposición se creen con el derecho a ser la alternativa al gobierno y hacen lo imposible para que el ejecutivo caiga. La consecuencia es un pim-pam-pum al presidente de turno, que tiene que estar más pendiente de defenderse que de gobernar. Ahora, no es eso lo que más conviene a Catalunya.

2. Porque conseguir una mayoría absoluta, aunque sea de un sólo diputado, otorga credibilidad internacional a la propuesta soberanista. Todos aquellos que quieren la independencia catalana saben que el Estado no nos lo pondrá fácil. Por lo tanto, la carta internacional es imprescindible. Una mayoría absoluta es el pasaporte para cruzar fronteras y pedir amparo internacional a la hora de celebrar un referéndum.

3. En situaciones de emergencia, se necesitan liderazgos claros y sólidos. Pondré un ejemplo que he vivido: un día, volvíamos en barco de Mallorca cuatro personas y yo cuando una tormenta nos pilló a medio camino de Barcelona. El capitán, con más experiencia, decidió no retroceder y nos comimos toda la tormenta. Fue duro, muy duro. Yo vomité varias veces y creí que no lo explicaría, pero al final llegamos sanos y salvos a puerto. Si en ese momento, en medio de cubierta, nos hubiéramos puesto a discutir con el capitán si era necesario retroceder o no, quizás una ola nos hubiera llevado por la borda. Catalunya vive un momento histórico similar al de una tormenta en alta mar y ahora necesitamos un líder serio, valiente y con las ideas claras que dirija la nave con firmeza y seguridad.

4. La experiencia de coalición. Otros países europeos tienen una profunda tradición de coaliciones. Austria, Dinamarca u Holanda han sido gobernados durante años por coaliciones de partidos diferentes. Nuestra experiencia en Catalunya no ha sido buena. No sólo por el balance financiero y económico de los siete años de tripartito, sino por la falta de unidad en la acción en el gobierno. Por el momento, no quiero repetir la experiencia.

5. La dispersión de siglas y los cambios de liderazgo hacen perder efectividad y fuerza. El independentismo catalán está fragmentado por tradición y sus líderes tienen una tendencia desmesurada a fagocitar. Han sido altamente responsables de muchos de sus fracasos. Àngel Colom, Carod-Rovira, Joan Puigcercós y ahora Oriol Junqueras ERC, Joan Carretero, que plegó y volvió a Reagrupament, Joan Laporta y ahora López Tena a SI. Para un proyecto de país, no conviene tanta mudanza. Ahora, no tenemos que atomizar el voto. Nos conviene concentrarlo.