Cinco lecciones que hemos aprendido de la crisis

La vivienda: un activo de alto riesgo. La sabiduría popular decía que las viviendas no bajaban nunca y que eran una inversión segura. Ya sabemos que esto no es así. Pero, ¿por qué? En economía, el precio de un activo fluctúa en relación a la diferencia entre la oferta y la demanda. Los pisos subieron de precio porque había más demanda (familias) que oferta (constructores).

Esta diferencia se debe a que el periodo de maduración de la vivienda (también dicho time to market) es de 18 a 36 meses (adquisición del terreno, licencias, financiación, construcción, acabados y proceso de venta). Mientras el constructor detectaba una demanda y creaba la vivienda para satisfacerla, habían pasado dos años y la demanda había aumentado.

Durante el periodo 1997-2007 no paraba de crecer y la oferta siempre se quedaba corta. A partir de 2007 la diferencia cambió de signo. Y, ¿por qué la demanda creció tanto en aquel periodo? Pues porque varios elementos favorecieron la demanda de compra: crecimiento de la inmigración, expectativas de subidas de precios, cultura familiar (y conservadora) española, las desgravaciones fiscales para la compra (y no para el alquiler), la financiación bancaria (del 100%), la liberalización del suelo y los poderes locales.

La diferencia entre valor y precio
. Una placa fotovoltaica, un apartamento en la costa o un agente inmobiliario, no siempre han costado lo que valen. Hay un dicho que refleja muy bien una cosa básica en economía: «Todo necio confunde valor y precio«. Ahora ya no somos tan ignorantes.

El trabajo fijo desaparece. Si ya antes de la crisis, muchas personas veían que tener trabajo para toda la vida era un concepto del siglo pasado, ahora a todos se nos hace evidente que los cambios laborales son inevitables. Los antes confiados empleados de Fagor, Panrico, Flex, Zinkia (Pocoyo), Pescanova, Bankia, Martinsa Fadesa, Clesa, Roca o Derbi, han sufrido bajas incentivadas, EREs, concursos de acreedores o cierres. La empresa segura ya no existe y el trabajo fijo tampoco. Ahora ya sabemos que la única forma de conseguir una carrera profesional estable es haciendo los cambios oportunamente.

El parado: De apestado a víctima social: La crisis ha provocado que ser despedido o estar en el paro, no comporte una etiqueta negativa. Todo el mundo tiene un amigo/ga preparado, buen profesional y excelente persona que ha pasado por las colas del Inem. Pero también ha ocurrido lo siguiente: Muchos vagos profesionales han justificado su situación con motivo de la crisis. He conocido muchos padres que se han creído aquello del alta tasa de paro juvenil mientras el hijo/a se pasaba el día en el sofá, sin aprender idiomas, estudiar un posgrado, emigrar o hacer de voluntario por una ONG.

¿Para qué estudiar si un albañil o un fontanero gana mucho más? Todos habíamos escuchado esta frase durante los años de opulencia. Y era verdad que un albañil se ganaba mejor la vida que muchos licenciados. Este espejismo se ha roto y es evidente que tener una preparación adecuada no garantiza un puesto de trabajo, pero sin conocimientos ni idiomas todavía es más difícil conseguirlo.

Esto explica que, a pesar de la subida de las tasas universitarias, el número de estudiantes en Catalunya ha bajado imperceptiblemente. Esto demuestra que aquellos que quieren estudiar, siguen apostando por la formación superior, a un coste terriblemente superior (66% más en muchos casos). Y esto es así porque la tasa de paro se ha ensañado terriblemente con los Ni-Ni’s que no han llegado a la universidad: De los cuatro millones de nuevos parados según el EPA, entre diciembre de 2007 y 2013, 3.490.000 son personas con primaria o secundaria, mientras sólo 476.800 tienen título universitario o doctorado.

Punto y aparte: «Todo lo que declare (en Internet) puede ser utilizado contra usted» Diversas empresas financieras de los EEUU (algunas ya están en España) ya piden conectarse en las redes sociales de sus clientes para evaluar si le conceden o no un crédito. Las compañías pueden verificar si dices la verdad cuando aseguras que has estudiado en Harvard.

Si no tienes amigos que hayan estudiado es que probablemente mientes y no eres fiable. Reflexiono. ¿Y los que no sean muy sociables? ¿Y los que sólo utilicen facebook para temas familiares? Y a mí, que he escrito muchos artículos dejando algunas entidades bancarias a la altura del betún… me denegarán también un crédito por opinar en contra del status quo? ¿Es ésta la encarnación del Gran Hermano de 1984 de George Orwell detrás un logotipo comercial?