Cerrojo a las reformas
Madrid se blinda frente a las demandas de mayor justicia social y de equilibrio territorial
A España los asuntos generales podrían irle bastante mejor. En Madrid, en cambio, prosigue la fiesta. La capital cuenta con muchos más datos para estar satisfecha que el resto del país. Este argumento, que Madrid sale ganando si no se mueve nada, está en la base del cerrojo a las reformas.
Un reciente estudio del profesor Rafael Bustos pone de manifiesto que los poderes arbitrales del estado, el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo, están mayoritariamente compuestos por juristas procedentes de Madrid, que han estudiado en universidades madrileñas y que han desempeñado su carrera profesional en Madrid.
En Madrid se vive mejor porque gran parte de los poderes residen en la capital
La conclusión es obvia: Madrid, como juez y parte en cualquier situación conflictiva, la resuelve siempre a su favor. A favor de sus élites, en primer lugar, pero también del conjunto de la población de la megápolis, que cuenta así con más oportunidades, mejores servicios y una renta más elevada.
El incremento de la desigualdad que ha sufrido la sociedad española es menor en Madrid. En Madrid se vive mejor porque gran parte de los poderes que residen en Madrid, empezando por los altos tribunales, son más exclusivos que inclusivos.
Lo mismo sucede con los medios de comunicación de ámbito español, todos ellos radicados en Madrid, dependientes de los poderes públicos o de las grandes empresas, interesados en transmitir informaciones y opiniones favorables a Madrid y progresivamente menos pluralistas.
El poder judicial deriva del político y a él se somete
En España, los tres poderes de Montesquieu se reducen a uno. El ejecutivo y el legislativo dependen de los máximos dirigentes de los partidos. Si sustituyéramos a los 350 diputados por una mesa del Congreso ampliada y unas docenas de profesionales y asesores a sueldo, el resultado sería el mismo, sino mejor desde un punto de vista técnico. Como todo el mundo ha percibido, el poder judicial deriva del político y a él se somete.
Comprenderemos bastante mejor España, si en vez de exhibir lágrimas de cocodrilo por Montesquieu, nos fijamos en los otros dos poderes no previstos por los padres de las democracias. El mediático, porque entonces a penas balbuceaba, y el económico, porque ahora paga los servicios de estrategas de primer nivel.
De los tres poderes reales en España, el económico y el mediático están abandonando el pluralismo y la representatividad del abanico de los distintos grupos y sectores sociales.
Como ejemplo, la nueva patronal de pymes, presentada en estos días con el mensaje de que la CEOE no les representa. En otras palabras, que la CEOE está al servicio de las grandes empresas cuyos beneficios dependen del BOE y no del tejido productivo real de España.
El único foro realmente plural de los que residen en Madrid es el político. Gracias a la representatividad de los partidos, se oyen voces discrepante y se proponen medias alternativas que de otro modo permanecerían en las catacumbas, bajo un espeso manto de silencio.
Ahora bien, ¿son estas voces capaces de convencer a la mayoría o imponer la doble reforma que a España le conviene, la social y la territorial? No a mi juicio, por la sencilla razón de que Madrid tendría algo que perder, aunque no fuera mucho, y son demasiados los que consideran sacrílego un tal sacrificio en beneficio de España.
Tras haber comprimido sin mesura los muelles del bienestar social y del equilibrio territorial, Madrid se tambaleó. Sin embargo ha superado, y sin variar su rumbo, el peor momento de la crisis social y el de la territorial.
La crisis territorial
Pero no llega ahora el momento de las reformas sino el de las pequeñas concesiones, como la subida del salario mínimo a los trabajadores o la rebaja de rebelión a sedición para los líderes independentistas.
Medidas sujetas a condicionantes innecesarios de apoyo al gobierno, puesto que podrían resolverse por sí mismos, el incremento por decreto y la rebaja de acusaciones vía fiscalía.
La predicción no es muy optimista. Madrid se blinda frente a las demandas de mayor justicia social y de equilibrio territorial. Los partidos de la derecha, y el círculo de sus partidarios, que es mucho más amplio, están ya utilizando el soberanismo catalán como losa para bloquear mejoras sustanciales en la cuestión social.
Si lo conseguirán o no, está por ver. Si Europa no lima el cerrojo, lo máximo que Madrid habrá ganado será una prórroga a base de presionar todavía más sobre los muelles, de modo que aumentarán las posibilidades de que en un próximo futuro ambos salten, o estallen, a la vez.