Celaá en el Vaticano
Pedro Sánchez premia a Isabel Celaá con la embajada en la Santa Sede porque le debe muchos favores
Pedro Sánchez le debe muchos favores a la exministra de educación y portavoz de su Gobierno, Isabel Celaá. No solo porque se atrevió con una polémica ley educativa, entrando como elefante en cacharrería al no negociarla con la comunidad afectada. Una ley que orilla la asignatura de religión en el curriculum y desprecia la concertada, que ha maltratado a la educación especial y que ha eliminado el castellano como lengua vehicular en la enseñanza.
El presidente del Gobierno está en deuda con ella por muchas razones. También porque la sacó del gobierno en la crisis que organizó después del sonoro fracaso electoral del PSOE en Madrid, de la que salieron expulsados un 40% de los ministros del ala socialista de la Moncloa, además de su jefe de gabinete, Iván Redondo, sin darle una salida más allá de la jubilación.
Pero, sobre todo, Sánchez le debe a Celaá su lealtad puesta a prueba de bomba en los momentos más críticos del dirigente socialista con su partido. Porque se alineó con él contra viento y marea y contra sus propios compañeros de militancia desde el minuto uno. A la dirigente vasca no le importó enfrentarse a ellos en los tiempos del convulso comité federal del 1 de octubre de 2016 en los que Sánchez tuvo que dimitir después de haberse provocado un cisma en el partido al no querer facilitar que Mariano Rajoy gobernara.
En aquellas circunstancias tan adversas, cuando los críticos culpaban a Sánchez no solo de querer provocar otras elecciones sino de haber intentado maniobrar en el cónclave con artimañas opacas, Isabel Celaá presidía la comisión de ética y garantías. Y desde ese puesto hizo todo lo que estuvo de su mano para dilatar los tiempos de la reunión en favor de los intereses de Sánchez hasta el punto de que los críticos la acusaron de “secuestrar” la comisión. Durante todo ese proceso de la discordia, que hizo saltar todas alarmas con una urna camuflada tras un biombo y terminó con la dimisión de Sánchez porque perdió la votación, Celaá siempre estuvo a su lado. Y, desde entonces, su carrera se ha convertido en un permanente agradecimiento del presidente. Otros también le rindieron pleitesía como la vicepresidenta Carmen Calvo o el ministro Jose Luis Ábalos, pero no han tenido tanta suerte al haberse quedado de diputados del montón, eso sí, presidiendo una comisión como premio de consolación.
Sánchez ahora necesita engrasar la interlocución del gobierno socialista con el Vaticano y la Conferencia Episcopal. Quizá Isabel Celaá , si la solicitud del presidente prospera para que lidere la diplomacia española en la Santa Sede, tenga más tropiezos en la relación con la Iglesia de España. El nuevo cometido Del Valle de los Caídos no es asunto cómodo. El episcopado se resiste al desalojo de la comunidad benedictina aunque no se opuso a la exhumación y traslado de los restos del dictador Franco. Y tendrán que revisar los acuerdos Iglesia-Estado, que es un compromiso del último congreso de federal del PSOE.
No sabemos qué pensará el Papa Francisco de la polémica ley de educación Celaá y de los proyectos de los socialcomunistas del Gobierno con la futura ley de libertad de conciencia. En cualquier caso, el Papa, que ya ha visitado 53 países durante su pontificado, parece buscar excusas que justifiquen que todavía no haya viajado al nuestro. Juan Pablo II vino a España en cinco ocasiones; Benedicto XVI en tres. Los dos Papas fueron , en sus respectivas giras, aclamados en loor de multitudes. Pero Bergoglio se resiste.
Este Pontífice , autoproclamado “indigenista”, llegó a pedir perdón en México por los “excesos de la evangelización española” reavivando el debate sobre la conquista de América que le valió un rosario de críticas del centro derecha exhibido por la propia presidenta de Madrid, Isabel Diaz Ayuso durante su gira en EEUU. ¿En nombre de quién hablaba el Papa de Roma? ¿En nombre de la ‘sua culpa’? Aun así, Francisco no ha descartado presentarse en Galicia con motivo del Año Compostelano. Se comprometió “a pensarlo” cuando se lo sugirió Carlos Herrera en su entrevista en Cope este verano. Ya veremos.
De cualquier forma, seguro que las relaciones entre este papa y el gobierno socialcomunista de España se estrecharán porque tienen muchas cosas en común. La vicepresidenta Yolanda Diaz ya ha conseguido audiencia en el Vaticano antes de formar partido. Se entenderán bien en política internacional. Tanto la Santa Sede como el gobierno de España han evitado condenar la represión castrista en Cuba o la venezolana. Es lo que tiene estar rodeados de populistas.