CDC busca un ‘business center’
Cualquier empresario o profesional conoce el interés coyuntural que tiene un business center. Se trata de lugares en los que tanto puede iniciarse la actividad empresarial de un emprendedor como emplearse para intentar abrir un nuevo mercado, una delegación comercial, unas oficinas provisionales y así un largo etcétera de casuísticas, desde la perspectiva de compartir costes estructurales con más ocupantes del inmueble.
Hasta la fecha siempre se han utilizado estos centros de negocio como lugares vinculados a la actividad empresarial, aunque es posible que en breve puedan tener un uso político.
Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), el partido de Pujol y Mas, acaba de vender su sede de la calle Córcega en Barcelona. Ese edificio se le compró a la eléctrica Enher en 1998 por 635 millones de pesetas de la época. Eran tiempos buenos para el partido. Gobernaban en la Generalitat, diputaciones, consejos comarcales y tenían múltiples ayuntamientos bajo sus siglas.
Eran los tiempos de Millet y los Pujol, padres e hijos. Eran momentos de abundancia, los pactos del Majestic estaban recientes y el sector negocios del partido brillaba como el vil metal.
Los nuevos partidos no se hacen ya mausoleos como antaño: viven más en la calle y en las redes sociales
Los convergentes se han vendido la sede diciendo que son tiempos de austeridad, que los locales se les habían quedado grandes y otras argumentaciones de circunstancias. Pero lo cierto, es que CDC es un partido en horas muy bajas. El proceso por corrupción abierto sobre el caso Palau de la Música les obligó a poner ese mismo edificio enajenado esta semana como aval de responsabilidad civil. Han tenido que pedirle al juzgado que instruye la causa (a la velocidad de un caracol) un cambio en los avales para poder endosarlo a un fondo de Hong Kong.
El futuro de CDC pasa por el concepto del business center. Pueden alquilar unos metros y llevar allí sus salas de reuniones, los despachos de sus dirigentes y la documentación acumulada. No necesitan más, y es posible que acaben necesitando menos. O bien, pueden pedirle a sus antiguos adversarios del PSC que les alquilen unos metros de su monumental sede de la calle Nicaragua, donde puede comunicarse internamente con megáfono. Tan partidarios son ahora todos de la austeridad y el ahorro que podían empezar a dar ejemplo.
El edificio, que fue todo un símbolo de crecimiento y desarrollo cuando se compró, es hoy justamente un ejemplo de lo contrario al ser vendido. Los nuevos partidos ya no se hacen esos mausoleos, habitan más en las redes sociales y en la calle. CDC se queda sin su pirámide barcelonesa y eso no es ninguna tontería: tampoco les quedan ya faraones. Sin entrar, claro, en analizar para qué quieren el dinero obtenido con la venta. ¿Devolverán algún crédito bancario? Lo dudo, sinceramente.