Cautivas y desarmadas las cajas, la guerra ha terminado

 

«En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, las tropas nacionales han alcanzado sus últimos objetivos. Españoles, la guerra ha terminado». Sustituyan ustedes el ejército rojo por las cajas y lo de las tropas nacionales por el lobby financiero internacional y quizás puedan hacer servir perfectamente ese comunicado con la que Franco anunció su victoria en la guerra civil española para describir el punto y final agónico que las cajas de ahorro están viviendo.

Y es que pocas cosas hay más firmes que la fe de un converso. Y así, con el mismo entusiasmo con que Zapatero abanderó la lucha por la igualdad de sexo, la defensa inexorable de derechos sociales y el aumento de poder adquisitivo para los más desfavorecidos, este diputado de León que lleva desde los 25 años en el Congreso ha asumido ahora de pe a pa la receta liberal que le han puesto sobre la mesa. Una receta, por cierto, que es exactamente la misma que había antes de la crisis y que al parecer sigue valiendo.

A saber: fin del modelo de cajas, retraso de la edad de jubilación y aumento del período de cálculo de las pensiones, reforma laboral, libertad de horarios comerciales… La misma precisa retahíla que hacían el FMI, la OCDE o el Sursum Corda hace 20, 10 ó 5 años. Se trata del mantra preferido de los burócratas de los lobbies financieros, que hasta hace poco Zapatero y sus muchachos despreciaban apoyados en unas cifras récord de crecimiento económico y que ahora asumen y defienden como si lo hubieran inventado ellos, en la confianza de que así calmarán a los mercados y podrán llegar en mejores condiciones a la próxima cita electoral.

Probablemente haya unas cuantas cajas que sean insalvables, y es seguro que en muchas de ellas las cosas se han hecho fatal, que han predominado criterios “políticos” sobre otros más adecuados al negocio financiero –en Caja Madrid, Rato acaba de nombrar un consejo de administración que parece una comisión parlamentaria con añadido sindical–, pero si no somos unos desmemoriados debemos reconocer que durante muchos años ese “modelo”, el de las cajas de ahorro españolas, ha funcionado y muy bien. Vean, si no, La Caixa.

Sin embargo, a lo largo de esta semana, hemos tenido la impresión que o nos cargábamos el modelo actual de cajas y las convertíamos a la mayor brevedad en bancos, o los mercados no despejarían sus dudas (¡!) sobre la salud de nuestro sistema financiero (¿?). Contra las dudas, demolición controlada. Por si acaso.

Tal vez haya que hacer de la necesidad virtud y a falta de otros argumentos más sólidos hacer esta concesión a los modernos oráculos, llamados en la actualidad mercados. Al fin y al cabo, y si somos sinceros tampoco es que vaya a haber pérdidas irreparables. Unos cuantos puestos en consejos de administración para los sindicatos, esas organizaciones que ahora se lavan las manos ante la mala salud de unas empresas que ellos también gobernaban; una obra social en algunos casos, no todos, a medio camino entre la caridad y el clientelismo político, y unos niveles salariales de primera. Sólo una petición: si se ha de hacer, que se haga rápido

El viernes fallecía el fiscal David Martínez Madero, el hombre que dirigía la Oficina Antifraude de Catalunya, una buena iniciativa en los tiempos que corren cuyo nacimiento a propuesta de ERC tuvo que vencer un sinfín de resistencias, tal y como podíamos esperar. En el pleno parlamentario que aprobó sus competencias aún hubo un intento de laminar el poder de Martínez Madero, especialmente en lo referente a los ayuntamientos. Ha muerto cuando apenas había empezado su tarea. Ahora habrá que encontrar consenso para designar a su sustituto. No soy nada optimista, pero ojalá me equivoque.