Las causas por las que luchar las elige ahora el ciudadano
El ciudadano ha elevado el caso Rubiales a una causa general, no solo contra los abusos antes señalados, sino para exigir emanciparse de las distintas formas de dominio
El caso Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, ha ido evolucionando durante estas dos semanas de polémicas públicas y presión institucional para que dimita por el beso no consentido que le “propinó” a la jugadora Jenni Hermoso y su conducta inapropiada y ofensiva en el palco del estadio junto a la Reina y la Infanta.
La evolución se podría narrar de la siguiente forma: se ha pasado del asombro inicial a la crítica, y de la crítica a exigir su dimisión y la de sus colaboradores. La opinión pública denuncia a Rubiales por abusar, mentir, coaccionar, violentar y comprar la voluntad de los miembros de la Asamblea General de la Real Federación Española de Fútbol para que miren hacia otra parte.
Ahora, Luis Rubiales ha quedado en manos de los estamentos deportivos, tanto españoles como internacionales, que ya lo han suspendido; y pronto será inhabilitado y juzgado.
Busca que sea un árbitro el que sancione su comportamiento y así evitar que sean los ciudadanos quienes lo echen de su cargo
Todo parece indicar que la decisión de Rubiales de no dimitir tiene como principal propósito elevar su caso a la justicia para buscar una salida jurídica a su inaceptable comportamiento. Ello permitirá situar la cuestión ante los tribunales.
Su negativa a dimitir pone en marcha la vía legal para que sean las normativas deportivas y posteriormente, si es el caso, los tribunales quienes dictaminen el alcance punitivo de sus acciones y no la opinión de sus detractores.
Busca que sea un árbitro el que sancione su comportamiento y así evitar que sean los ciudadanos quienes lo echen de su cargo. Sin embargo lo que Rubiales no ha valorado convenientemente es que su caída no ha sido propiciada solo desde los medios de comunicación, la presión política, los colectivos feministas, las entidades deportivas, las instituciones públicas, las redes sociales o los intereses ocultos, sino por gran parte de los ciudadanos, anónimos y sin intereses directos en el caso, que ya no tolera ver actuar a personas con responsabilidades públicas con comportamientos machistas y que abusan de su posición y su cargo para sacar beneficios personales.
Por esta razón es muy importante que se dirima el alcance legal de su actuación en el Tribunal Administrativo del Deporte y fijar jurisprudencia para futuros casos similares, aunque eso implique que la pena pueda acabar en una multa.
Mientras Rubiales busca bunkerizarse en la justicia para lograr defenderse y encontrar una grieta legal que le permita contraatacar, el ciudadano espera que ésta actúe para derribar los muros de protección, los intereses, que aún lo protegen.
El nuevo presidente de la Federación Española de Fútbol deberá asumir el compromiso de renovar su organización
Los ciudadanos no quieren solo la caída de Rubiales sino castigar todo comportamiento que implique convertir el abuso en una forma de gestión legítima de las relaciones humanas para conseguir unos objetivos.
A partir de ahora, el nuevo presidente de la Federación Española de Fútbol deberá asumir el compromiso de renovar su organización que, en la última asamblea general han demostrado estar más cerca de la ética y estética de Luis Rubiales que de preservar los valores del deporte.
Los ciudadanos están lejos de pretender imponer una virtud pública, como sí hacen algunas fuerzas políticas, que debe seguir todo individuo en la sociedad por el bien común y que lleva implícito poner en marcha una espiral de denuncias y acusaciones sin fundamento y contrarias a las leyes, lo que pretenden los ciudadanos es simplemente acabar con la impunidad con la que se actúa en muchas ocasiones desde las más altas cuotas de poder.
En esta ocasión, el ciudadano ha elevado el caso Rubiales a una causa general, no solo contra los abusos antes señalados, sino para exigir emanciparse de las distintas formas de dominio. Ahora están dispuestos a acabar con la sumisión a la voluntad arbitraria de un grupo de poder establecido.