Arcadi Calzada: Abro el televisor, la nostra, y ahí está, el inconfundible e incomparable Josep Cuní. Junto a él, la cohorte de opinadores habituales: Rahola & Co. Me sorprende volver a ver entre ellos a Arcadi Calzada Salavedra (La Vall d’en Bas, 1946), político convergente hasta 1995 y presidente de Caixa Girona desde 1996 hasta 2010. Calzada dirigió, incluso, la Fundació Príncep de Girona formada por notables y prohombres catalanes de diverso signo, pelaje y cuenta corriente.
No tengo nada en su contra, pero mientras la justicia no dicte lo contrario este señor es un presunto delincuente. Vendía obras de arte de su empresa a la extinta Caixa Girona contraviniendo las normas, además de otros comportamientos que, en el borde o al margen de la ley, han provocado su dimisión de la Fundació Príncep de Girona y quedarse fuera del futuro de la caja de ahorros gerundense. Ahora, en TV3, Calzada habla de banca y finanzas como si no fuera con él. E incluso puede ser capaz de criticar a los banqueros que cobran unos altos emolumentos…
Directo a barraca: ¿qué hace un presunto delincuente como pontífice en una televisión pública que pagamos entre todos? Que me perdone mi admirado Cuní, pero hay amistades que cabe congelar cuando están bajo la sospecha, la investigación judicial y la desaprobación pública. Si quiere testimonios de presuntos delincuentes, seguro que Institucions Penitenciaries estará encantada de abrirle las puertas de cualquier prisión catalana o le dará nombres de presos en regímenes atenuados de cárcel para que nos expliquen a los catalanes cómo robaron, mataron o violaron. Seguro que son más pedagógicos e instructivos que los comentarios del susodicho Calzada.
Y si a Cuní tanto le interesa la delincuencia económica que sume a la mesa de la tertulia a Juan José Folchi, a Joan Piqué Vidal y a Javier de la Rosa. ¡Confieso que esa tertulia no me la pierdo!
Josep Mateu (RACC): Este caballero es el director general del RACC. Es el primer ejecutivo de un organismo presidido por Sebastià Salvadó Planduria (Barcelona, 1932), el verdadero artífice del éxito conseguido por el club automovilístico en el pasado. Ahora, con Salvadó en una situación de virtual octogenario y varios candidatos a quedarse con su cargo, Mateu hace y deshace a su antojo. Así, a nadie le debe extrañar que el director general pueda perder el tiempo como alto cargo de una asociación de agencias de viajes o como presidente, hasta hace unos meses, del lobby nacionalista Femcat.
Y, claro, cuando uno está en esos asuntos y tiene el historial que arrastra detrás, a nadie debe extrañarle que la mayor asociación de Catalunya (el RACC tiene más de un millón de socios) acabe perdiendo dinero. Han sido unos 2,5 millones de euros de quebranto en 2010. En el marco de crisis económica que vivimos no tendrían más importancia. Salvo, claro está, que fueran un síntoma más de una gestión opaca, absolutamente lejana de la transparencia que sería deseable y, finalmente, ungida por una especie de conexión divina según la cual informar a los socios convenientemente de las cuentas del RACC es un sacrilegio que ningún director general está dispuesto a consumar.
Nos acusan de ser una especie de mosca cojonera con el RACC. Hombre, pues sí. Sobre todo si tenemos en consideración el silencio cómplice del resto de medios de comunicación del país con esta institución. Les hacen tantas reverencias que al final la han convertido en una especie de lobby de las infraestructuras que jamás he entendido: ¿qué tiene que hacer el RACC en el GTI-4, del que forman parte la Cámara de Comercio, Foment y el Círculo de Economía? ¿Por qué el RACC está más autorizado a opinar sobre esos temas que, pongamos por ejemplo, el Colegio de Ingenieros?
En fin, en el RACC tanto los trabajadores como los socios darían por bueno un cambio generalizado. Por ejemplo, la sustitución del director general y de su equipo de (in)comunicación. Pero como lo que parece más probable es que haya un relevo en la presidencia les doy algunas claves. Entre otras, quiénes quieren sustituir a Sebastià Salvadó: por este orden son el hijo del fallecido Samaranch; el publicista Leopoldo Rodés y el responsable de El Corte Inglés en Catalunya, Josep Miquel Abad.
Juan Rosell (CEOE): Le está saliendo algún sarpullido. Y eso es normal. Tiene una visión renovadora de la CEOE y aquella casa es un paquidermo lento e indispuesto al cambio. Se ha ocupado tanto de la concertación social que todavía tiene la organización manga por hombro. Estos días, algunos de los dinosaurios, que quieren una patronal más derechista y menos adecuada a los tiempos, le hacen la cama.
Son aquellos gremios, sectores y empresarios que siguen pensando que «El gato al agua» es la mejor visión de la realidad política o que los sindicatos son una rémora del pasado que debería extinguirse. Es una forma de ver la vida legítima, pero anacrónica. Estaría bien que Rosell se cogiera a un grupo de estos contestatarios y los pasee por la acampada de Sol, o por la plaza de Catalunya…
Rosell debe dar un golpe de timón ya. Cuanto más espere más prisionero estará de la situación y de la esclerosis de la CEOE. Quizá valga la pena que no pierda mucho más tiempo y empiece a poner orden en una institución que corre el riesgo de convertirse en una de las más demodés del panorama democrático español.