Casta y costra del profesor Iglesias

La verdad esta semana se acumulan los temas. No hay tiempo para digerir a Pablo Iglesias o para valorar los altercados de Can Vies. Ahora le da al Rey por abdicar.

Algunos deben pensar que estamos casi en verano y es un gran momento para salir a la calle. Ya saben, sobre todo, los habituales, es decir, esos que llevan la palabra “excepcionalidad” marcada a fuego ferroso en la frente. En este país siempre hay un motivo para protestar. Hasta la semana que viene que tendremos el mundial.

Curiosamente, el epicentro de muchas de las historias es el tremendo Pablo Iglesias. El personaje ha puesto de moda la palabra casta para dirigirse a una clase dirigente.

No seré yo quien critique su programa político –el televisivo se comenta sólo– ni quién –al estilo de algunos líderes– lo ponga a parir en esta columna.

Creo ya está recibiendo por todos lados, y aunque a veces me parecen hasta suaves las críticas al personaje, no voy a tirar por esa vía. En todo caso, el tipo parece listo –repite muchas veces sus matriculas en políticas, aunque olvida sus simples aprobados de derecho–. Por lo que supongo leerá antes columnas donde le hagan la ola a su ego que a un humilde servidor.

Yo, que tengo la suerte de no ser de la casta según Iglesias, podría pensar que existe. Pero veo cada día más patente la existencia de una costra en nuestra sociedad. Gente que vive del cuento, que se engancha a cualquier tema para perpetuarse en un estatus de vagancia y comodidad. Cito al mismo Iglesias que resulta que sólo ha “estudiado” y “vivido de lo público” o tantos como él que se han labrado un futuro viviendo de la mendicidad del sistema social del país.

Muchos vagos piensan que por tener una carrera ya deben tener todas las puertas abiertas. Y si encima llegan a profesor universitario no digo nada. Bueno, teniendo en cuenta el método endogámico basado en pasillos de nuestras universidades españolas, –incluyo catalanas– tampoco un gran mérito.

O esos que en su vida han estudiado, y ahora ven con preocupación, que el sistema no se preocupa de ellos y no los mantiene por el mero hecho de haber nacido aquí. Ya saben, la renta esa mínima por ser “apañol”. O esos que en muchos casos viven de la protesta, como Ada Colau que ha hecho de la misma su forma de vida.

Por cierto, ¿dudan de que acabará en la política? ¿Curiosamente viviendo de lo público? O peor aún, esos que van arrasando barrios como en Can Vies después de vivir cerca de 17 años de gratis. Todos, lamento decirlo, son la costra de la sociedad. Hay casta pero también hay costra. Unos abusan y otros prostituyen en lloros sus abusos.

Y al final, los jodidos somos los que no somos de la casta ni de la costra. Aquellos que hemos intentando vivir tranquilamente somos realmente esclavos de unos y de otros, somos los serviles de la sociedad. Nos indignan los políticos corruptos, los vividores de la política, los “sociedad civil” oportunistas, pero al mismo tiempo nos asquean aquellos que viven de la sociedad sin pegar golpe. Los Pablo iglesias que se pasan el día dando lecciones de moral, cuando en su vida su trayecto ha sido vivir de lo público. En este caso, también de lo impúdico como Venezuela o Irán.

Quizás llevamos muchos años, demasiados años, aguantando a una casta cada vez más olvidadiza con la gente. Pero no crean que la costra es mejor. Quizás son tan clasistas o más que los primeros. Sólo hay que recordar cada vez que Pablo Iglesias cita que su “programa” lo han redactado profesores universitarios. Que perdone el señor Iglesias pero viendo el nivel de las universidades españolas por el mundo, es como para hacerselo mirar. Yo, la verdad, es que a estas alturas de la vida me preocupa mucho que un tipo narcisista supere el millón de votos y sea el centro de la “opinión” del país.

Al final, si la casta y la costra se dedican a pelearse quizás los esclavos, todos aquellos que sabemos que el esfuerzo es la base del futuro nos quitemos las cadenas y les demos a unos y a otros su merecido. La lástima es que algunos realmente no hemos conocido más vida que ésta y ya tenemos unos años para hacer inventos con gaseosa. En todo caso, si me queda claro que la casta ya le hemos sufrido muchos años, sólo nos faltará ahora sustituirla por la costra. Porque entonces este país no lo levanta ni Dios.