Caso Kitchen: ¿pringará Casado?
Los vientos que sembró Rajoy con Fernández Díaz obligan al capitán de barco Pablo Casado a capear una dura tempestad que acecha al PP
Aquí deben de contemplarse dos hipótesis. Primera, que el electorado, de centro derecha, o de centroizquierda o de lo que sea, está tan acostumbrado a las noticias de corrupción y abuso de poder que se ha vuelto inmune, si no a los síntomas de la indignación, sí a sus efectos en las urnas.
Segunda, que si bien menor de lo que cabría esperar en las viejas democracias europeas, algún impacto apreciable en las elecciones deben de tener casos tan graves como los ocurridos en Andalucía o los protagonizados, primero por el juego sucio del PP y luego por el chapucero intento de impedir que saliera a la luz mucho más de lo que hemos llegado a saber.
Confesando el autor su impotencia a la hora de optar por una o otra suposición, y habiéndose en consecuencia lavado las manos y traspasado tan difícil conclusión al lector, se advierte que los párrafos siguientes pierden todo sentido, así como interés en el caso de que lo tuviera, para quienes creen que una de las diferencias de España es la indiferencia ante la corrupción.
Apunte dedicado a los que, sin pensarlo dos veces, protestan sobre la pretensión de que tal inmunidad sea siquiera imaginable: al inclinarse por Puigdemont y Torra y su engañosa tesis de la confrontación de boquilla, buena parte de los votantes independentistas demuestra que la benevolencia hacia los dislates de sus líderes puede no tener límites, o traspasar tanto los conocidos como los imaginables.
El PP: ¿Desgaste ante la corrupción?
Aún así, los demás, los partidarios de la segunda hipótesis o los que sospechan que de un modo u otro los escándalos deben de influir en el comportamiento de un número significativo de votantes, quedan autorizados, en buena lógica, para preguntarse si Casado sobrevivirá a las fechorías que el secretario de estado de Interior de Rajoy ya ha empezado a pormenorizar.
¿No querían Rajoy y Fernández Díaz neutralizar a Bárcenas como fuera? Pues el resultado es que se destapa la boca del encargado de tapar el asunto. La gravedad de la cuestión no impediría a un Berlanga sacar mucha punta a la enésima versión del hispánico tema del burlador burlado. Incompetencia manifiesta, lealtades que huelen a calcetín mil veces usado, doblado, desdoblado y jamás lavado, y hasta ahí llegamos, no sea que se desborde la imaginación y encima no llegue a alcanzar los pasmosos vericuetos de la realidad.
¿No querían Rajoy y Fernández Díaz neutralizar a Bárcenas como fuera? Pues el resultado es que se destapa la boca del encargado de tapar el asunto
A lo que íbamos. Por lo que se ha publicado y según sus declaraciones, en las que afirma que entonces era un simple diputado, como si en el PP diputado y soldado raso fueran uno y lo mismo, es probable que ni las investigaciones judiciales ni las comparecencias de la comisión parlamentaria vayan con él. Partamos pues del principio de la no responsabilidad directa de Casado, a quien como máximo y por aquel reciente entonces le alcanzaría como miembro destacado de un partido capaz de practicar el doble juego sin límites.
Ahora bien, cuando un buque es zarandeado por un temporal de la máxima fuerza, si el capitán no lo libra de tan grave situación con diligencia y presteza, puede verse cuestionado por el resto de la tripulación, y más si los murmullos de desaprobación ya circulaban por bodegas y entrepuentes.
O sea, que los vientos los sembró Rajoy y el bendito e iluminado de su ministro. Pero quien debe patronear la tempestad desencadenada es Pablo Casado. ¿Lo conseguirá? Si alguien no recuerda el significado de la mota negra, que relea o visione de nuevo La isla del tesoro del bien amado y tal vez profético Stevenson.
Concluir que Casado lo tiene difícil es como no decir nada, pero como tampoco hay mucho más que decir puesto que la pregunta del título no tendrá respuesta hasta que se produzca el desenlace, finalizaremos con una consideración que tal vez resulte esclarecedora.
Ciudadanos, el «error mayúsculo» de la derecha
Zapatero a tus zapatos, banquero a tus acciones. Es momento y hora de sospechar que la famosa sentencia sobre la necesidad de un Podemos de derechas, atribuida al banquero Oliu con grandes aspavientos admirativos desde dentro y desde fuera del IBEX 35, fue en realidad un error mayúsculo.
Si no existiera Ciudadanos, no sólo Casado tendría muchas más posibilidades de sobrevivir sino el PP de cumplir con su máximo objetivo, tejemanejes impuros aparte, que consiste en gobernar.
La posibilidad de que el pragmatismo, o si lo prefieren el oportunismo, de Teresa Arrimadas, acabe por sacar provecho de su colaboración, o si lo prefieren sumisión, con y hacia Pedro Sánchez se antoja, según los sondeos, tan dudosa como remota.
Vale. Pero menos incierta debe de ser, incluso para los que ya creen en una masa electoral impermeable a la corrupción, que las innumerables portadas y recitales de los protagonistas del caso Kitchen acaben por beneficiar a C’s, no por la supuesta habilidad de sus líderes, sino por el simple hecho de existir y estar ahí, en el lugar y el momento más convenientes.
Y todo ello por no hablar de los pescadores de Vox, capaces solamente de pescar en las bravas aguas de los ríos revueltos. Cuánto más mejor.