Casado está desesperado
Si se confirma la extrapolación de resultados del 28-A, la derecha obtendrá la mayoría absoluta, pero Casado estará obligado a ceder el liderato a C’s
A los que nunca han remado a contracorriente les resulta más difícil superar las dificultades. Es el caso de Pablo Casado, el osado por mimado, que de pronto se encuentra huérfano, en territorio desfavorable y resbaladizo.
Ante situaciones de tanto compromiso, las criaturas y los adultos malcriados suelen acudir a sus progenitores haciendo pucheros para que les saquen del apuro. Pero Casado no puede hacerlo por la sencilla razón de que su padre y padrino político, el gigante Aznar, ha sido desahuciado por los electores y no está en condiciones de proteger a nadie.
El PP perdió el poder en 2004 por culpa de la prepotencia de Aznar
El mentor de Casado es hoy un paria de la política. El que en otros tiempos fue capaz de poner fin a la hegemonía del socialismo felipista y sostenerse sin problemas y contra todo pronóstico a lo largo de dos legislaturas es hoy el autor intelectual y máximo responsable de la debacle.
El PP perdió el poder en 2004 por culpa de la prepotencia de Aznar. En vez de aprender la lección, ha vuelto a pecar de soberbia. La pretensión de aventar a la ultraderecha para que todo el sistema basculara hacia el extremo responde a su perfil ideológico de protoneocón hispánico, pero cometió un error mayúsculo, de temerario principiante, que ahora paga Casado.
En efecto, no tener en cuenta que la ley electoral castiga la división del voto y premia su concentración, o alternativamente presumir que la oleada antisoberanista bastaría para superar tan grave obstáculo, ha llevado a la derecha a un fracaso sin paliativos.
La suma de todas las derechas en el Congreso es sencillamente un desastre: no han pasado de 149
Vistos desde la derecha y cuantificando votos, los resultados no son tan malos. En 2016, PP y C’s sumaron algo más de once millones de papeletas y 169 diputados. El pasado 28-A PP, C’s y Vox se acercaron mucho a los once millones pero la derecha perdió una veintena de diputados.
Si prescindimos de las periferias, incluso puede decirse que la derecha ha ganado en la España de matriz castellana. Pero cuentan los escaños, solamente los escaños, y la suma de todas las derechas en el Congreso es sencillamente un desastre: no han pasado de 149, a 27 del mínimo imprescindible para gobernar.
Peor aún, tan escorados a la derecha se situaron PP y C’s que consiguieron despertar hostilidad en vez de complicidades en el resto del espectro político. De modo que se han quedado, y para largo tiempo, sin posibilidad de formar mayoría alternativa con el concurso de otras formaciones.
El inexperto Casado paga las consecuencias en dos tiempos. El primero a consecuencia de la pérdida de más de la mitad de sus diputados y por haberse quedado tan sólo a nueve por delante de C’s.
El pulso PP-C’s se inclinaba a favor de los primeros de manera natural y a pesar de la corrupción
Viniendo de donde vienen ambos partidos, con un ventaja de los populares de más de 100 escaños sobre C’s, a los de Rivera les queda muy poco para conseguir el sorpasso y por lo tanto la hegemonía de la derecha en España.
A fin de conjurar o paliar el segundo desastre que se avecina, Casado ha efectuado un súbito viraje a la desesperada hacia al centro, harto comentado y censurado en los medios afines capitalinos. Rivera no ha tardado en imitarle. Vox se queda, por el momento, sin rivales.
Casado podía haber luchado con ciertas posibilidades de éxito, o de menor debacle, si sólo se enfrentaba a un rival. El pulso PP-C’s se inclinaba a favor de los primeros de manera natural y a pesar de la corrupción. Ahora bien, incluso un presidente de un partido grande menos bisoño las pasaría canutas si se viera atrapado entre dos fuegos.
En efecto, si batalla por el centro, se encontrará con un rival con mayor credibilidad en este campo. Si la emprende contra Vox, estará legitimando a Santiago Abascal. La táctica, si así puede cualificarse un movimiento tan exasperado, de dar bandazos a centro y a derecha, no tiene visos de ser efectiva.
La segunda fase del desastre popular se avecina a pasos agigantados. Además de tener muy justa la entrada en el consistorio barcelonés, los de Casado llevan todas las de perder la presidencia, entre otras, de la crucial Comunidad de Madrid.
Si se confirma la extrapolación de resultados del 28-A, el tripartito de derechas obtendrá la mayoría absoluta, con el PP de pírrico ganador y C’s en segundo lugar. Consecuencia más probable, el PP estaría obligado a ceder la presidencia a Ciudadanos.
El auge de Vox
En otras comunidades y ciudades importantes dominadas por la derecha puede darse un resultado similar. El doble trasvase de votos desde al PP a C’s y a Vox puede no haber hecho más que empezar.
Lloverá sobre mojado. Casado pisa un terreno tan resbaladizo e inclinado que cada movimiento le conduce, de descenso en descenso, hasta el fondo del abismo. En el podcast semanal de Economía Digital, La Plaza, comentábamos, acerca del PP, qué querría ser de mayor – o mejor de pequeño-.
No existen recetas para remontar. Casado ha perdido su último agarradero, la llamada al voto útil a todos los votantes de derechas. La tendencia del voto más ideológico y emocional alimenta a Vox. La del voto útil seguirá, si un genio hoy por hoy inexistente no lo remedia, el camino emprendido por millones de votantes.
Las generales han dejado al PP a menos de un punto por delante de C’s. Rivera está a un pasito, no una zancada, de convertirse en el primer líder, y el más experimentado, de una derecha que cuanto más se divida más se alejará de La Moncloa.