Carta abierta del empresariado al presidente ‘in pectore’ Artur Mas

En unas semanas, el cabeza de lista de CiU en las pasadas elecciones autonómicas será investido con toda probabilidad nuevo presidente de la Generalitat de Catalunya. La victoria de Artur Mas y de su formación política ha resultado un verdadero alivio para el mundo empresarial barcelonés. Aunque han convivido con el tripartito con cierta calma, aunque participaron en la manifestación contra la sentencia del Estatut, aunque hacían de la necesidad virtud, la clase empresarial del país, el verdadero poder fáctico, ansiaba un cambio político en la dirección que se ha producido.

¿Y ahora? Pues los mismos que se quejaban de la falta de liderazgo en el tripartito de José Montilla, los mismos que odiaban las políticas medioambientales inspiradas por ICV, aquellos que veneraban tanto como criticaban las políticas fiscales de Antoni Castells, todos ellos, al fin, esperan que se produzca un golpe de timón que evite el hundimiento de la nave.

Tanto en la sede de Foment como en la de Pimec, así como de sus respectivas filiales, siguen expectantes los primeros pasos de Mas. ¿Cómo compondrá su Gobierno? ¿Perfil político o económico? ¿Expertos en oratoria parlamentaria o gestores? Son algunos de los interrogantes sobre los que deberá examinarse el nuevo presidente. “Sus primeros 100 días serán fundamentales. La situación económica es crítica. Las finanzas públicas están al borde de la bancarrota. Si no es capaz de generar confianza con los primeros nombramientos, se equivocará”, asegura uno de los grandes patronos de la ciudad.

¿Volverá el pinyol?

El empresariado espera que Mas lleve a cabo en su Govern una política de nombramientos basada en situar a gestores de primer nivel en las áreas clave. Consejeros, secretarios generales, directores y subdirectores generales son claves, según los patronos, para acometer esta nueva etapa de la política catalana. “Si vuelve a rodearse del pinyol ya sabremos por dónde van los tiros”, indica un destacado dirigente empresarial.

Es un aviso para navegantes a un Artur Mas que ha obtenido un éxito incontestable, pero en un entorno envenenado: administrar una situación difícil, compleja, repleta de dificultades. Al empresariado catalán no le parece mal que David Madí, su mano derecha política, sea el hombre encargado de llevar a buen puerto el traspaso de poderes. Madí, un político que no deja indiferente a ninguno de sus interlocutores, podría caer en la tentación de recomendar al futuro presidente un esquema de conselleries y de responsables políticos poco acorde con las expectativas que Mas ha despertado en los últimos meses.

“Si acaba nombrando conseller a Oriol Pujol, si se deja influenciar por los Homs, Puig y compañía, no habremos avanzado”, dice un dirigente de Foment. En el ambiente flotan las desavenencias que las elecciones de Foment del Treball han provocado entre una parte de la dirección de CiU y la dirección de la patronal catalana. Pujol Ferrusola niega que él fuera el gran inspirador e impulsor de la candidatura alternativa de Joaquim Boixareu a la presidencia de Foment. Servidor puede dar fe de que al hijo del expresidente de la Generalitat esa condición le molesta sobremanera. Pero, a la vez, también se puede dar fe de que su grupúsculo de influencias y amistades apoyó sin ningún tipo de reparos una opción nacionalista para arrebatar a Juan Rosell la presidencia de Foment del Treball.

Refractarios con Oriol Pujol Ferrusola

Así que ni a Foment ni a Pimec, que ya tuvo una experiencia similar con Oriol Pujol, les acaba de gustar ese nombre para ocupar cargos de responsabilidad en la nueva administración catalana. ¿Cuánto cuentan esas opiniones para formar un nuevo Ejecutivo? Esa es la incógnita que habrá de desvelar Mas en los próximos días. Él ha pedido paciencia y ha reiterado que sus opiniones no estarán influencias por nada ni nadie. Todavía, no obstante, vive de los réditos del éxito electoral del 28-N y su autosuficiencia tiene bastante que ver con la euforia que la victoria produce en la formación nacionalista y en sus líderes.

Los 100 primeros días de Artur Mas serán fundamentales para evaluar el rumbo adoptado y la intensidad de sus políticas. Los empresarios no le dan más tregua, incluso aunque sea un político mucho más aceptado que sus antecesores. Y todo eso en un contexto en el que las finanzas públicas que heredará de Castells son un legado que, como dice un experto fiscalista, “es mejor heredar a medida que lo vas necesitando. Así pagas los impuestos prorrateados…” Toda una metáfora.