Carmena honra a la Diosa Cibeles

Por fin sonrió la Diosa. La Cibeles. Llevaba bastante tiempo triste. Y melancólica. Entre la hinchada blanca que la tiene olvidada, -nada que celebrar- y los inquilinos de su palacio que la ignoraban, la Diosa no levantaba la cabeza. Gallardón no le agradaba. Demasiado elitista para ella. Se guardaba de él. Como los trabajadores cuando el ex-alcalde se disponía a salir de su despacho. El pasillo libre. Ana Botella tampoco le caía simpática. Nadie la había votado y eso la Diosa lo sabía, claro. Y era muy engreída, de la nobleza. Le fue quitando flores de la plaza. Pero con Carmena es otra cosa. La vio pasar y sonrió como respuesta al saludo de la alcaldesa. Por fin. Por fin la alcaldesa la saludaba. Así va a suceder cada mañana. Así lo quiere la Diosa Cibeles.

Hubo discursos, saludos. Momentos mágicos, especiales. Y silencios. ¡Oh!, qué silencio, cuando llegó la votación para alcaldesa. El palacio enmudeció. Y la plaza, y la fuente, y los ciudadanos, y… la Diosa. Silencio. Un voto, dos votos, tres, cuatro,….veinte, ….¡uf!, que termine esto rápido que ya no queda aire para respirar. Veintiocho y… ¡veintinueve! Por fin. No hubo fantasmas. Aplausos, ¡Sí se puede!… y respiramos. Profundo. «Acepto el cargo con muchísimo gusto»… y la Diosa sonrió. Ni ella estaba segura. Y los ciudadanos tampoco. Pero salió. Otras formas, otro estilo. Naturalidad y sonrisas. Fin de la prepotencia y el engreimiento. Empieza el futuro. 

Luego llegó lo realmente pesado. Los discursos. Deberían tener límite de cinco líneas. Una frase. Dos citas. Debutante y nervios, -Villacís-. Brillante y emotivo, -Carmona-, al recordar a Zerolo. «Solo es capaz de realizar sus sueños quien, cuando llega la hora, está despierto». Y llegó Esperanza. Todavía sin asimilar su salida de la política, de los cargos. Sin asimilar que ella no es la diosa. La diosa es otra, Espe. Sin asimilar que los ciudadanos no la quieren. «La nueva alcaldesa se nos aparece llena de incógnitas, no conozco su ideología». Risas, ridícula, desfasada Esperanza. Adiós, Espe. 

Cerró el acontecimiento la alcaldesa Manuela Carmena. Sin mirar el bastón. Vamos a «gobernar escuchando». Somos servidores públicos, al servicio de los ciudadanos. Otra forma de hacer política, de administrar, de relacionarse con funcionarios y empresas. Otra historia. Otra vida. Gallardón y Botella no entendieron nada. No entienden nada. Pero la ciudad, sí. Hay esperanza y optimismo. Y ganas de cambiar. Ya hemos empezado. La Diosa Cibeles ya ha cambiado. Ya sonríe.