Carme Chacón, o el momento de las decisiones

El mapa político en Cataluña ha cambiado por completo. En las elecciones autonómicas del 27 de septiembre, convertidas en una especie de plebiscito sobre la independencia, los candidatos de todos los partidos eran prácticamente desconocidos para la opinión pública.

Sólo Miquel Iceta podía exhibir una larga trayectoria al frente de un partido, aunque siempre en un segundo plano. Ahora, con las elecciones generales, los socialistas catalanes no han querido jugar a la nueva política. Y han apostado por una dirigente joven en edad, nacida en 1971, pero experimentada como política y como miembro en un Ejecutivo español, Carme Chacón, lo que la convierte, para muchos, en una cara de la vieja política.

A Chacón se la puede criticar. En gran medida, la ex ministra de Defensa –la primera mujer en la historia de la política española en ostentar ese cargo– ha conformado su carerra en función de sus intereses, y bien asesorada por su marido Miguel Barroso.

En los últimos años ha ejercidido de profesora en una universidad de Miami, en Estados Unidos, aunque siempre conectada con lo que sucedía en Cataluña, pero no es lo mismo que hacer política en el territorio. Perdió en las elecciones en el PSOE para ser secretaria general frente a Alfredo Pérez Rubalcaba por sólo 22 votos. Y, en gran medida, esa batalla la desgastó de forma notable. Era una mujer del equipo de Rodríguez Zapatero, pero quería representar una nueva generación que conectara mejor con la sociedad, muy consciente de que seguía siendo «la niña de Felipe González», la niña de Esplugues de Llobregrat (Barcelona).

Ahora vuelve. Y ha dejado atrás, en la lista del PSC por Barcelona, a Pere Navarro, primer secretario del partido en los momentos más crudos, en pleno asedio del independentismo, en los tres últimos años. Eso es también cuestionable, pero en el seno de los partidos políticos hay siempre muchas causas difíciles de explicar. Y tiempo habrá para ello.

Pero Chacón es, tal vez, la mejor candidata del PSC para un momento como este. Pese a las cuestiones precedentes, la ex ministra ha sabido ver desde el primer instante una cuestión determinante: el movimiento independentista se ha basado en una gran trampa, al identificar democracia con derecho de autodeterminación. Y Chacón se plantó ante eso, ni derecho a decidir, ni nada del amplio recetario de la terminología soberanista. En eso sí fue más clara y precisa que buena parte de la dirección socialista.

Tanto que Chacón quiso estar en la celebración de la Diada de 2014 organizada por Societat Civil Catalana en Tarragona. Fue la única dirigente del PSC en participar. La entidad, denostada por el soberanismo, recuerda ese apoyo inicial de Chacón. Meses más tarde, sí fue Miquel Iceta quien asistió a un acto de la misma entidad para celebrar el 6 de diciembre, el día de la Constitución.

El problema ahora para los socialistas es que deberían blindar su discurso. Chacón lo tiene claro, y eso pasa por situar un dique frente al soberanismo primero, y, posteriormente, por ofrecer una solución a un evidente problema político. Pero sin confundirse en las prioridades. Y en eso el PSC, con Chacón e Iceta, necesitan ir de la mano de Pedro Sánchez, sin calcular en siguientes jugadas, en función de los resultados que obtenga el candidato del PSOE a la Moncloa.

El independentismo difunde en las últimas semanas un mensaje: sólo podría haber una salida para reformar España, con un mejor encaje de Cataluña, si gana el PSOE y establece una alianza con Podemos y los nacionalistas vascos y catalanes. Ya se verá el día 20 de diciembre por la noche, pero sólo ese rumor ya penaliza a los socialistas, en beneficio de Ciudadanos.

Quien está rompiendo todos los esquemas, quien ha jugado con los conceptos y los ha tergiversado, es el movimiento independentista, no el PP de Mariano Rajoy. Y eso lo sabe, por lo menos, Carme Chacón.