Carme Chacón, el corazón y la política

Chacón estuvo a punto de ser secretaria general del PSOE, sólo le separaron 22 votos, tras una operación liderada por la vieja guardia socialista

Desde el mismo instante que recibí el mazazo emocional inmenso que para mí representó la noticia de la muerte de Carme Chacón no dejo de pensar en todo lo mucho que políticamente fue en sus 46 años de vida y en lo mucho que hubiese podido llegar a ser incluso antes de su óbito, tan prematuro como inesperado.

Con 30 años de militancia socialista -desde su ingreso, en 1987 y a los 16 años, en la Joventut Socialista de Catalunya (JSC)-, Carme Chacón fue, entre 1999 y 2003, concejal y primera teniente de alcalde de Esplugues de Llobregat, su ciudad natal, pasando ya en el 2000 a ser diputada en el Congreso, en el que fue vicepresidenta primera de la Mesa entre 2004 y 2007, fecha en la que asumió por pocos meses el cargo de ministra de Vivienda, para convertirse en 2008 en la primera ministra de Defensa de nuestro país.

Entonces Carme Chacón tenía solo 37 años, estaba embarazada y su imagen pasando revista a las tropas, visitándolas en zonas de conflicto bélico o asistiendo a la Pascua militar vistiendo smoking, no solo despertó las iras del más rancio y cavernícola machismo ibérico sino que se convirtió en una suerte de icono de las valientes políticas de igualdad desarrolladas por el Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero.

Aunque parecía ahora estar definitivamente retirada de la primera línea política, dedicada tanto a dar sus clases sobre sistemas políticos comparados en el Miami Dade College como a ejercer la abogacía en un reputado bufete madrileño, personalmente no tengo ninguna duda que Carme Chacón más pronto que tarde hubiese regresado a la vida política activa.

Carme era la niña de Felipe, con traposición a la niña de Rajoy, aupada por los servicios públicos

Porque para Carme Chacón la política era la vida y la vida era la política. Lo llevaba casi en los genes, por tradición familiar directa, de sus abuelos y de unos padres políticamente comprometidos, los unos en sus orígenes andaluces, los otros en la siempre tan combativa comarca del Baix Llobregat. Y porque se reclamaba y era heredera directa de la gran transformación política, económica, social y cultural llevada a cabo por los sucesivos gobiernos socialistas presididos por Felipe González. Baste recordar cómo le agradaba autoproclamarse “la niña de Felipe”, en contraposición a la entonces célebre “niña de Rajoy”, y cómo se reconocía fruto de los sistemas públicos de educación y salud que se desarrollaron y fortalecieron durante aquellos años.  

Sorprende comprobar todo cuanto hizo Carme Chacón en solo 46 años de vida. No obstante, pudo haber hecho mucho, muchísimo más. Pudo haber llegado a ser una espléndida candidata socialista a la Presidencia del Gobierno.

Lo trágico es lo que Chacón ya no podrá ser, catalanista, presidenta del Gobierno de España

Solo 22 votos le impidieron, en 2012 y en el 38º Congreso Federal del PSOE, acceder a la secretaría general socialista. Fue derrotada entonces por Alfredo Pérez Rubalcaba, tras una larga noche en la que la vieja guardia socialista –Felipe y Guerra, Zarrías y Blanco…- movió los hilos en el sevillano hotel Renacimiento hasta que consiguieron cercenar la hasta entonces más que probable victoria congresual de aquella ambiciosa, inteligente, valiente y joven diputada catalana que aún no había cumplido los 41 años.

Es inútil plantearse ahora interrogantes sobre lo que pudo ser y no fue. Lo triste, lo realmente trágico, es que lo que pudo ser y ya nunca podrá ser: una mujer, catalana, socialista, feminista, europeísta, federalista, catalanista pero capaz de ser desacomplejadamente contraria al secesionismo, presidenta del Gobierno de España.