Carles Casajuana: embajador de la oligarquía rusa

¿Por qué fusilaron al coronel Aureliano Buendía? ¿Qué ocurrió esa tarde remota en que vio por primera vez el hielo? Así se lo preguntaba Carles Casajuana en un artículo en el que denunciaba la ola de corrupción que vive España. Y a modo de parábola, concluía: siempre hay algo detrás. Pues bien, señor Casajuana: ¿Qué hay detrás de Salamanca Group, la adjudicataria de Marina Port Vell? Salamanca es un fondo londinense, ligado a oligarcas rusos, con cuentas en paraísos fiscales e impulsado por Casajuana, ex embajador español en Londres y autor prolijo de ficción y ensayo.

Maragall tuvo su Villa Olímpica y Joan Clos tuvo su Diagonal Mar. Ahora, el alcalde Xavier Trias tiene su Marina Port Vell, un embarcadero monegasco convertido en el plan urbanístico estrella del Ayuntamiento de Barcelona. Este pantalán de la discordia está centrifugado por Salamanca Group, el fondo que está siendo investigado por la Oficina Antifrau de Catalunya. Todo empezó hace cuatro años, cuando Salamanca Group abonó 4,5 millones de euros para hacerse con la concesión del puerto deportivo de Barcelona y prometió invertir otros 26,6 millones para su transformación en uno de los mayores amarres para grandes embarcaciones de lujo de Europa, con capacidad para unas 160 embarcaciones de hasta 168 metros de eslora. Pero la concesionaria de Marina Port Vell arranca coja de un ala. Detrás de ella se mueve Lukoil, la petrolera rusa por antonomasia, presidida por Vagit Alekperov, que extiende la opacidad de sus cuentas en las Islas Caimán, las Vírgenes o en Chipre, la Gibraltar moscovita. Lukoil fue la primera empresa rusa en llevar a cabo una inversión millonaria en el Puerto de Barcelona. Lo hizo en 2012 en una alianza con la catalana Meroil. Instaló una nueva terminal petrolífera en el Moll de l’Energia, a cuya inauguración acudió el propio Alekperov acompañado del presidente de la Generalitat, Artur Mas.

¿Por qué se parece tanto la actual maniobra rusa sobre el mar a la que tuvo lugar en tierra durante los segundos años ochenta? Fue en aquella época cuando Lluís Prenafeta y los Bernat de Chupa Chups se trajeron al alcalde de Sant Petesburgo para que impulsara inversiones en el corazón del modernismo arquitectónico. Aquella fiebre se repite ahora sobre los muelles de Barcelona, la Odesa del Mediterráneo. Por lo visto, la inversión rusa tiene tirada en Tierra Santa, la Catalunya de Verdaguer, que veía en Montserrat “el nostre Sinaí”.

“Hace cerca de un siglo, G. K. Chesterton se declaraba horrorizado por el escaso número de políticos que iban a la horca”. La frase es de Casajuana, un Pigmalión del humor británico. Y si sustituimos horca por cárcel, la frase se convierte en un lugar común. Ya se sabe que, en política, una minoría corrupta echa a perder la reputación de todos. ¿Y qué pasa pues con Marina Port Vell? La concesión, realizada bajo la presidencia de Sixte Cambra en el Port de BCN, aparece hoy como una práctica sin suelo habitable. Ha sido denunciada ante el ente fiscalizador catalán (Antifrau) y presenta demasiadas dudas sobre el origen de sus inversiones. Las dudas sitúan las cajas fuertes de Salamanca en alta mar: off shore, las plataformas opacas que provocaron la crisis de liquidez de 2008. Pero el Puerto de Barcelona no puede permitirse trampantojos financieros. Si Marina Port Vell ha de ser el embarcadero de las grandes fortunas, ¡que se haga todo a la luz pública!

La sede de Salamanca está en la City de Londres, un paraíso filibustero especializado en encontrar un problema en cada solución que plantea Bruselas. Londres mata en un pispás el Bienestar levantado durante décadas por la Unión Europea de Monet y Delors. La pérfida Albión es falaz por naturaleza. Ahora, en el corazón de la City se ríen con ganas ante el candidato casi ganador de las elecciones europeas, Jean-Claude Juncker (PP Europeo), un ciudadano de Luxemburgo, el país encubridor de los delitos fiscales de las multinacionales y de los grandes patrimonios. ¿De qué se quejan si tienen el demonio en casa?, se pregunta con razón un directivo de Barclays haciendo las maletas de su repatriación.

A parte de gestor y diplomático, Casajuana es un hombre de letras. En 2009, ganó el Ramon Llull bajo el seudónimo Carles Gilbert de Roselló. Ha publicado novelas como Tap d’escopeta, Bondage, La puresa del porc, Punt de fuga, Domingo de tentación, Kuala Lumpur y es autor del ensayo Pla i Nietzsche: afinitats i coincidències. Ha sido embajador de España en Malasia, Vietnam, Brunei y Reino Unido. Su tiro en el campo del relato (que no en el del estilo) recuerda vagamente a diplomáticos-autores como Carlos Fuentes, Alejo Carpentier o Sergio Pitol vinculados a embajadas y consulados por sus relaciones familiares o por su carrera. Con todo, el mejor mérito literario de Casajuana es haber publicado en Quaderns Crema-Acantilado, el sello de Jaume Vallcorba, el último grande de la edición artesanal.

Si Antifrau avanza, pronto sabremos qué pasa con Marina Port Vell. Conoceremos el fondo del fondo londinense; algo así como la experiencia remota en el hielo de Aureliano Buendía.

Josep Maria Cortés