La verdad, no piensen que tras mi paso fugaz de los últimos artículos por los temas del fútbol –aún quedan muchas cosas que contar de la Junta del FC Barcelona, pero eso será otro día–, me dedicaré ahora a la música. No sufran, aún mucho menos me dedicaré a cantar. Reconozco que no tengo voz ni aptitudes.
Pero si admito que hace unas semanas escuché una canción que me impactó del grupo americano LMFAO, I am sexy and I know it. La letra vulgar, el vídeo divertido y, en principio, sin ningún interés especial.
Lo curioso del tema es que es uno de los vídeos con más parodias en la red. Del I am sexy and I know it (para aquellos profanos del inglés: “soy sexy y lo sé”) han salido, entre otras, versiones como I am jewish and you know it (“soy judío y lo sabes”), I am Elmo and you know it (“soy Elmo –el personaje de Barrio Sésamo– y lo sabes”), I am Santa and you know it (“soy Papá Noel y lo sabes”) o incluso, aún más irónico, I am homeless and you know it (“no tengo casa y los sabes”). Algunas de ellas las podéis encontrar aquí.
Todas con las letras cambiadas y la imaginación al máximo. La verdad, para no irme con rodeos, echo de menos alguna adaptación catalana o española. Por ejemplo, una del presidente catalán Artur Mas con consellers como Mas-Colell o Mena; o una más disparatada todavía con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y los ministros Montoro y De Guindos. El problema es que creo que ambos convertirían el I know it en algo así como I do not know it y eso es un problema, no sólo lírico, sino conceptual.
Imaginemos la letra de las versiones aquí. Debería ser algo así como I am poor and I do not know it (“soy pobre y no lo sé”), más cruel sería I am Las Vegas and I do not know it (“soy Las Vegas -quiero ser sería mejor- y no lo sé”) o un clásico I am gardener and I do not know it (“soy jardinero -por lo de los recortes- y no lo sé”). Seamos francos el problema no es que nuestros políticos sepan cantar o bailar la canción –si lo hicieran reiríamos un poco, que bien falta hace al país–, sino que por no saber no saben ni que camino elegir. Y uno puede ser mejor o peor en su vida, pero si no sabe lo que quiere tiene un gran problema.
Tres cosas deberían aprender nuestros políticos –sigo usando nuestros, porque tan culpables son ellos como nosotros de elegirlos– de la canción. Vamos a detallarlas una a una.
La primera, por un lado, creer que son sexys aunque no lo sean. Es decir creer en lo que hacen. Traducido a política y economía sería tener confianza y trasmitirla.
La segunda, por otro lado, ser capaces de bailar en calzoncillos como en el vídeo sobre una barra de bar aunque nunca hayan bailado. Es decir no tener miedo a exponerse a la crítica. Traducido a política y economía, ser éticos y transparentes.
La tercera, y no por ello menos importante, ser capaces de adaptar la letra –y quizás hasta la parodia– a nuestro entorno diario, aunque nunca hayan sido capaces de pensar más allá de los mercados. Es decir, asumir responsabilidades e innovar en economía. Traducido a política y economía sería pensar más en la calle que en la Bolsa.
Hace días que escuchamos a diversos responsables y organismos internacionales poner en duda que la salida de la crisis sea simplemente hacer recortes. Sin incentivar políticas de crecimiento simultáneas, la crisis seguirá hundiendo la economía. Desde esta columna hemos insistido –España SA está en concurso de acreedores– que es poco coherente salir de la crisis sólo reduciendo y cortando. Es una medida más pensada en satisfacer a los acreedores –ellos piensan que si cortan pagarán con esos recortes– que pensada en crecer –con recortes, menos consumo, y menos ingresos–.
Son tiempos duros y vendrán más duros todavía. Con las políticas actuales nos acercamos cada vez más al abismo –si no hemos caído ya– y la verdad, el atisbo de luz en el horizonte está, día a día, más difuminado. Decir, sin embargo, que sólo es un mensaje a los políticos sería quizás también un error. Pero ellos deben dirigir las acciones, deben coordinar e imponer con dureza –la misma que usan en la calle– a agentes como los bancos.
Es inadmisible que, por un lado, el señor Botín del Banco Santander profetice beneficios de miles de millones para su entidad y por el otro asfixie la economía y ponga la mano para recibir más capital para sobrevivir. Que nadie se engañe lo que muchos han hecho y ha sido criticado –cosa que por cierto yo no entiendo– de vivir por encima de sus posibilidades es lo mismo que han hecho los bancos. La diferencia es que a unos –las personas y empresas– les han cerrado el grifo y a los bancos se les ha abierto para salvarlos.
Y unificar ese discurso debería ser una función –si tienen la capacidad, cosa que ahora está en duda– de nuestros políticos. Siguiendo la estela de la canción: ser sexys, ser capaces de bailar en calzoncillos y crear una letra adaptada a nuestra situación. Y nuestra situación es clara, España SA está en concurso de acreedores. Sólo admitiéndolo podemos encontrar la solución. Quizá espere sentado pero me gustaría oír a los políticos, banqueros y a muchos ciudadanos cantar I am «concursado» and I know it, (“estoy en concurso y lo sé”). ¿Alguien se anima a escribir la letra?. Sólo sabiendo y admitiendo lo que somos nos podremos superar.