Cantabria abandonada a pesar de Revilla
Frente al cúmulo de promesas incumplidas del Gobierno y del Ejecutivo autonómico, Cantabria necesita soluciones urgentes para mejorar su día a día
El presidente de Cantabria, el señor Revilla, cuán Sísifo, personaje de la mitología de la Antigua Grecia, fundador y rey de Éfira, empuja su particular piedra cuesta arriba, en medio de grandes fatigas … sabiendo que su eterno castigo es reiniciar la tarea pocos metros antes de lograr llegar a la cima. O, al menos, a lo que él cree que es la cima.
Promotor de grandes proyectos que nunca llegan a buen puerto. De promesas incumplidas, con un discurso centrado durante años en la llegada de la alta velocidad a Santander, finalmente reformulada hasta Reinosa, y que, en los últimos tiempos, ha enfocado hacia un tren de altas prestaciones al País Vasco, pese a las reticencias de algunos responsables europeos, y de las suyas propias.
Promotor de grandes pero frustradas promesas, como la del plan de más de 2.000 empleos asociados a la mina de zinc del Besaya, se olvida de que los cántabros necesitan oportunidades de futuro relacionadas con la industria, incluida la sanitaria, el coche eléctrico, el hidrógeno, la Universidad de Cantabria y sus centros de investigación asociados, la energía eólica marina o un territorio rural inteligente, entre otros.
El día a día en Cantabria
Se olvida de resolver los problemas del día a día, como la puesta en marcha de un servicio ferroviario de cercanías moderno, seguro y de calidad, que hagan del ferrocarril una alternativa frente al coche o al autobús, y que esté adaptado a las personas con movilidad reducida. Logros, más allá de objetivos.
Revilla vive de objetivos, pero pierde fuelle en su contundencia a la hora de reivindicar, ante el gobierno de la nación, sus deudas con nuestra región.
Los regionalistas, convertidos en avalistas del gobierno de la vergüenza, no ejercen, desde el privilegio de gestionar y representar a los cántabros, su poder para mejorar la vida de los ciudadanos.
Un cántabro, a día de hoy, paga más por la leche, el pan, los combustibles, las cuotas de los autónomos, las cotizaciones sociales, los seguros, las bebidas azucaradas, … y, por supuesto, la luz, que con un precio histórico se ha convertido en un bien de lujo que muchos ya no se pueden permitir.
Servidumbre ante el Estado
Con un índice de precios al consumo disparado, una industria que deslocaliza su producción, en desventaja competitiva frente a países como Francia o Alemania, y unas tasas de paro juvenil que vuelven a colocarnos en la primera posición de Europa, el gobierno de Miguel Ángel Revilla no define bien.
El papelucho, el documento que contenía las exigencias, de regionalistas a socialistas en materia de infraestructuras, se ha convertido en papel mojado. Y mientras Revilla intenta capturar al pájaro Correcaminos de Sánchez, se olvida de reivindicar un plan de empleo joven, de frenar la okupación de viviendas o de garantizar una vivienda digna a los ciudadanos más vulnerables. Por el contrario, los regionalistas apoyan el intervencionismo en la vivienda puesto en marcha por socialistas y comunistas, dando normalidad a las medidas tomadas por el ejecutivo.
Y por si todo esto fuera poco, teatralizan el aislamiento territorial al que se ha sometido a nuestra región en comparación con los territorios vecinos, y lo hacen con sendos paseos de Raquel Sánchez, ministra del Reino de España. Un país otrora rico. Una Nación que fue próspera y fértil como el Egipto que, según Heródoto, era un don del Nilo.
Un Gobierno que preocupa
La ministra Sánchez, voluble, cambiante, quien pasa del “sí” al “no” con asombrosa facilidad, se paseó por nuestra región el pasado 4 de noviembre y, dos días después, lo hacía por Castilla León. No sabemos si conocía o no Cantabria, pero su baja credibilidad, con un discurso cuando era gestora de su localidad, Gavá, y otro bien diferente en su actual puesto de ministra, dejó a los cántabros preocupados y no ilusionados como ella pretendía.
Cantabria no se merece más engaños, escenificaciones, promesas incumplidas, intranquilidad, en definitiva, más papel mojado. Necesita certezas, logros más allá de objetivos, palabras que se plasmen en los Presupuesto Generales del Estado y no simples paseos de reconocimiento.
Frente al intervencionismo, la okupación y la inseguridad, el Partido Popular plantea un plan serio de futuro para la vivienda de las nuevas generaciones, para la emancipación de los jóvenes, que camine de la mano de un gran programa de empleo juvenil.
Frente al aislamiento territorial, una reivindicación firme por la conexión con el corredor atlántico, por colocar en negro sobre blanco el tramo Alar del Rey a Reinosa, con plazos y presupuestos reales, y demostrarles a los ciudadanos que, esta vez, no mienten, que no son del equipo de Sánchez sino del de los cántabros.
Cantabria necesita soluciones, no promesas
Frente a la desigualdad, la potenciación de nuestro puerto, el puerto de Santander. Un puerto con grandes posibilidades de futuro y que no juega con las mismas cartas que el de Bilbao o Gijón. Un puerto que depende estrechamente de una red de transporte de mercancías por ferrocarril olvidada por este gobierno.
Frente al abandono de nuestra industria, exenciones y compensaciones al máximo permitido. Precios competitivos para las grandes industrias de la metalurgia de Cantabria y una reivindicación firme para que la industria de los componentes de automoción sean parte del PERTE-VEC, proyecto estratégico para la recuperación y transformación a través del vehículo eléctrico.
Frente a las promesas en materia de reto demográfico, hechos concretos, como el plan global de lucha contra la despoblación, de vital importancia para la cohesión social y territorial de nuestro país.
Las propuestas del PP
El PP pide bonificar el Impuesto de Sociedades un 50% para aquellas empresas cuya producción o facturación se genere principalmente, al menos en un 70%, en establecimientos localizados en municipios de menos de 5.000 habitantes.
Frente al ataque frontal al sector primario, la defensa de la cohabitación con el lobo. La supresión de la inclusión del lobo en el listado LESPRES, que «supone la prohibición del control cinegético de la especie al norte del Duero con la consiguiente amenaza para la convivencia entre el lobo y la ganadería extensiva».
Se pide elevar a 100 millones de euros, frente a los 20 presupuestados, las ayudas a la ganadería extensiva para la cohabitación con el lobo. Reclamamos una transferencia a las comunidades autónomas para desarrollar acciones de empleabilidad, facilitando la incorporación de la mujer residente en estos municipios al mercado de trabajo y la creación de empleo mediante programas para facilitar el acceso a la actividad agraria.
Frente al olvido de las zonas rurales, la mejora de la conectividad en todos aquellos municipios ubicados en zonas blancas y desarrollar un plan de acceso a la vivienda en el medio rural afectado por problemas de despoblación; 2.000 millones en ayudas para la estrategia de universidades activas contra la despoblación y 10 millones para un nuevo plan nacional de protección del arte sacro en el medio rural.
Y finalmente, frente a los objetivos sin logros de Cantabria, soluciones urgentes, como un plan de reindustrialización para la comarca del Besaya, mayores partidas económicas para el mantenimiento y conservación de nuestros cauces, para la modernización del tan necesario servicio de cercanías, la nueva Vuelta Ostrera, el saneamiento del Asón, la seguridad vial y para las tan reivindicadas infraestructuras viarias (Desfiladero de la Hermida, el enlace de Torrelavega, los terceros carriles a Santander y Vizcaya, la variante de Lanestosa, los puertos de San Glorio y Los Tornos, …) y ferroviarias (la conexión con Europa, más pronto que tarde, y la mejora de la red ferroviaria de mercancías).
Necesitamos futuro. Necesitamos especialización para una región cargada de posibilidades. Necesitamos más Cantabria.