Cañas y Barro
En nuestro país hay dos clases de políticos, quienes viven de la política y quienes viven por la política. Hay mucha gente que nace, vive, y sobrevive de la política. Todos ellos llevan más de 20 años ganando dinero de lo público, son gente sumisa al sistema que les da de comer. Gente a la que no se le conoce otro trabajo o es tan ridículo que queda reducido a una frase en su currículum vitae. Líderes actuales como Oriol Pujol (CiU), Francesc Homs (CiU), Joan Herrera (ICV) o Alicia Sanchez Camacho (PP), o pasados como Josep Montilla (PSC), Angel Colom (CiU) o Artur Mas (CiU).
Ninguno de estos personales jamás será imputado por actos anteriores a su paso a la política. Todos sus actos pasados son política. Es triste un país cuyos líderes y cuyos principales políticos no pueden ser imputados por hechos simplemente mortales. Aquí no entraremos a valorar la imputación de Jordi Cañas (Ciutadans). Es él quien tiene que dar las explicaciones y presentar su dimisión, si es necesario. Pero sí debemos alegrarnos –aunque choque a más de uno– que al menos tengamos algún político que ha tenido pasado. Recordemos, el pasado es la trayectoria que marca el futuro.
Quienes tenemos pasado debemos valorarlo como un aprendizaje del futuro. En un país donde el pasado es castigado se hace casi imposible pensar en el futuro. Hace poco me inquirían porqué no me dedicaba a la política. Mi respuesta fue fácil: “En este país, ¡imposible!”. Mi interlocutor insistió y mi contestación fue igual de sencilla: “Tengo pasado”. Presenté un concurso de acreedores. Un pasado duro, que cuento con orgullo, que generó muchas lágrimas y muchos sufrimientos. Pero precisamente ese trance me ha hecho superar nuevas y grandes dificultades en la vida con actitud y rectitud.
¿Qué ha superado Oriol Pujol en su vida? ¿Escalar en un partido por ser el hijo de quien es? Así, cómo no dudar que es capaz de meter la mano en lo público y en lo no público. ¿Qué sabe ese chico de la vida? Quién le ha visto enviando un currículum vitae o superando un problema real. No teniendo un día comida para comer, no sabiendo cómo pagar una nómina o dar explicaciones delante de personas que no quieren ni ver tus dudas. Si no hubiera sido hoy, seria mañana. Por eso este tipo de políticos son carne de corrupción.
Desconozco si Jordi Cañas ha hecho el mal o no. Pero su presunto delito no ha sido sobre fondos públicos ni en política. Ya sé que los más puristas dirán que es un posible delito como cualquier otro, pero lamento señalar que para mi en la política los delitos son los que se cometen dentro de su actividad pública. Los actos pasados cada uno debe de juzgarlos por si mismos y la justicia sentenciarlos, pero en ningún caso el pasado fuera de la política debe servir para rendir cuentas al futuro en este campo.
Todos debemos ser juzgados cuando nos equivocamos o gestionamos mal. Cañas, Pujol y hasta yo mismo. Pero nunca es lo mismo quien se equivoca en su vida privada o profesional a quien mete la mano en su vida pública. El primero tendrá que dar las explicaciones ante el juez que toque, colaborar y ayudar en la resolución. Pero sólo una sentencia judicial debería inhabilitarle de lo público. El que toque un euro de dinero público, o simplemente sea imputado por pensarlo, debería ser expulsado de la vida pública ipso facto. Y, ¡curioso país!, aún veo a Oriol Pujol en el Parlament.
Entiendo pues que poco hemos aprendido en este país. Viéndolo, sinceramente, creo que seguiré sin dedicarme a la política escudándome en mi pasado. Quizás el siglo XIX que narraba Vicente Blasco Ibañez en su Cañas y Barro explica más la realidad de Catalunya que la que algunos quieren enseñar al mundo. Damos lecciones de todo y, como el dicho, nos queda la casa sin barrer. Todos saben que el barro, al final, siempre se deshace y la casa siempre se ensucia.