Las últimas elecciones en Francia han demostrado una cosa: la crisis se lleva todo el que se le pone delante. Sea cual sea su color político. Primero fue Gordon Brown, Berlusconi, después Zapatero, ahora Sarkozy y mañana será Merkel.
¿Merkel? Sí. Veamos. Renania del Norte-Westfalia, con 18 millones de personas, es el Land más poblado de Alemania. Este ha sido un Land tradicionalmente progresista donde nació un tal Beethoven, la famosa modelo Claudia Schiffer y el adivino de los partidos del mundial de Suráfrica, el archiconocido Paul.
En las elecciones regionales celebradas el domingo 13 de mayo la CDU (el partido de Angela Merkel) ha sufrido una humillante derrota. Ha pasado de un 35% a un 26% mientras el SPD ha aumentado un 4% y ha pasado del 35% al 39%, de modo que podrá hacer coalición con los verdes. Todo un adelanto de la derrota que podría sufrir la señora Merkel en las próximas elecciones de 2013 en Bundestag (Parlamento Federal).
Lo mismo ha pasado en Grecia, donde los dos partidos mayoritarios (Nueva Democracia y PASOK) y que se han alternado en el gobierno durante estos años de crisis, no han conseguido entre los dos ni el 35% de los votos. Así que necesitan un tercer partido para gobernar, pero ninguno parece estar dispuesto a asumir responsabilidades. Quizá son partidos minoritarios, pero no son tontos.
El expresidente Nicolas Sarkozy, del partido de centro-derecha, ha perdido las elecciones a la presidencia de Francia. Ha sido una victoria clara, por parte del socialista, François Hollande, expareja de Ségolène Royal, quién perdió contra Sarkozy hace sólo cinco años. ¿Cuál ha sido la diferencia? Para Sarkozy, ninguna. Para los votantes, toda. En 2007 Sarkozy, exministro del Interior tenía un discurso contundente (a pesar de que era poco eficaz) contra quienes quemaban coches en las banlieu (barriadas pobres de hijos de inmigrantes).
El discurso de la mano dura era creíble y decantó una parte de los franceses hacia él. ¿Y esta vez? Pues, Sarkozy, ha creído que las circunstancias (los asesinatos en serie de Mohamed Merah, declarado miembro de Al Qaeda justo en medio de la campaña electoral) le favorecían otra vez, y ha querido centrar su discurso (y ha impulsado las recientes detenciones de islamistas radicales) en un aspecto que ya le hizo ganar hace cinco años.
Pero no ha sido así. Los franceses, se han recuperado del primer shock y han escogido un presidente que les daba una esperanza (aunque sea utópica) frente al hombre de la mano dura, confirmando, una vez más, que la crisis se está llevando a todo el mundo por delante.
¿Esto demuestra que los políticos que tenemos son inútiles? No. Demuestra que no mandan tanto como parece y que su continuidad tiene más que ver con la suerte, que con su profesionalidad en la gestión.
En todo caso, cada vez que veo a Rajoy, pienso en la cara, sonriendo beatíficamente, del político más feliz de España ahora mismo… ¿adivinan quién es?