Bye, bye, ZP

 

Se acabó un ciclo. En noviembre habrá otro presidente del Gobierno español. Zapatero llegó en 2004. Fue un viento fresco en una envilecida, encorsetada y embrutecida política local. Llegó justo después de aquel brutal atentado del 11 de marzo, como la respuesta firme de una parte importante de la sociedad española a la intransigencia de Aznar y a la incapacidad de algunos de sus ministros y asesores.

ZP trajo viento fresco. Sacó las tropas de Irak, promovió la Alianza de Civilizaciones, devolvió derechos a colectivos sociales que siempre han sido marginados por la parte más conservadora de la sociedad. Todo aquello, con sus errores y aciertos, demostró que había una forma diferente de conducir la política. Ese será el mayor legado de un gobernante que ha tenido una cara y una cruz. Un legado que sólo la perspectiva podrá enjuiciar en su plenitud.

Su segunda legislatura no supo intuir el tsunami económico que nos golpeaba. En consecuencia, ni el presidente ni su equipo (con la salvedad temporal de Pedro Solbes) fueron capaces de articular las defensas necesarias. Si no había crisis, para qué prepararse. Luego llegaron los parches, con el Plan E como gran salvavidas, y al final el país no ha tenido capacidad para achicar el agua que se ha colado por todas y cada una de las grietas que quedaron abiertas.

La buena fe, el talante, la búsqueda de diálogo e integración con colectivos diferentes y diversos han sido vistos por sus adversarios como sinónimo de pasividad, estulticia, falta de arrojo y otros defectos que se le atribuyen, posiblemente de manera injusta, a un gobernante al que sólo la historia pondrá en su lugar. Sucedió antes con Adolfo Suárez y con Felipe González. Sus súbitos y amoratados finales políticos resultaron tremendamente injustos con sus respectivos legados políticos.

ZP se acaba en lo político, y ahora llegará otro. A la vista de las encuestas y de la evolución de los estados de opinión, su sucesor tendrá otra afiliación. Despejada la incógnita de las fechas se abren todas las demás, y no se antojan menores. En fin, muerto ZP en lo político, ¡viva ZP!