¡Bye Bye Convergència: esto es todo amigos!

La confusión. Es lo mejor para crear un estado de ánimo favorable a tus intereses. Insistes en que el acuerdo está próximo, en que el esfuerzo es enorme para lograr el apoyo de tu posible socio, y ganas tiempo. Es lo que ha logrado imponer Junts pel Sí. La candidatura independentista, integrada por Convergència y por Esquerra Republicana, en su intento de recabar los votos de la CUP para la investidura de Artur Mas. No se descarta que tengan éxito. Pero…

Ahora todo depende de los militantes de la CUP, que se reúnen este domingo en Girona. La dirección de la formación anticapitalista, si es que se puede nombrar así, porque sus miembros van cambiando en las diferentes sesiones que mantienen con los dirigentes de Junts pel Sí, ha pasado de todo. Ha acudido a esas reuniones, pero no se hace responsable del documento final. Simplemente afirma que actuará como»mensajero», y que ofrecerá la propuesta final para investir a Mas en la asamblea, como cuenta en su edición de este miércoles este medio de comunicación.

Nada que decir ante esa actitud. El problema no es de la CUP. Es de Artur Mas, y de Junts pel Sí. Y aquí llega la gran conclusión, porque el documento es, en realidad, un acuerdo entre Convergència y Esquerra Republicana, que, en teoría, debería servir como hoja de ruta para gobernar, amén del proyecto independentista.

Lo que resulta de esa letra pequeña, que se explica en Economía Digital, es que, sencillamente, Convergència Democràtica de Catalunya ha dejado de existir. Si era un proyecto socialdemócrata, o de centro-derecha liberal, en función de dónde queramos situar el acento, ahora dejará de serlo para transformarse en un partido netamente de izquierdas, con propuestas a la izquierda de la izquierda.

Es muy legítimo, pero entonces, ¿sabían los electores lo que votaban el 27 de septiembre? ¿Sabían los viejos votantes de CDC que, aunque el partido había apostado por la independencia, ahora rechazarían proyectos en los que se había apostado tanto?

Artur Mas felicitó en la pasada legislatura al PSC, por ser «responsable» respecto al proyecto de Barcelona World. La votación de los socialistas en el Parlament permitió que Barcelona World siguiera delante. Otra cosa fue, después, la espantada del dudoso inversor Enrique Bañuelos, pero eso ya no era responsabilidad de los socialistas.

Pues resulta que ahora, para investir a Mas, Convergència renuncia al proyecto, como renuncia, también, a privatizar Aigües Ter-Llobregat (ATLL). No pasaría nada, pero es que resulta que por esa compleja operación, que está en los tribunales, la Generalitat ya cobró 300 millones de euros.

Hay otras cuestiones que están relacionadas con un proyecto ideológico concreto. Para Esquerra Republicana ya está bien. Va en una línea adecuada, a pesar de los intentos de algunos dirigentes anteriores republicanos de llevar el partido hacia aguas liberales. ¿Pero para Convergència?

La dirección actual de CDC no sabe qué hacer con el partido. Ni qué debe defender, ni que espacio ocupar. Tiene claro que debe investir a Mas, pero ahí se queda.

CDC será lo que sus militantes quieran que sea. Pero la que se conocía hasta ahora, ya ha desaparecido. Bye, Bye, Convergència. Esto es todo amigos.