Cataluña: parada y fonda
La investidura de Quim Torra supone un punto de pausa en el proceso catalán que servirá para buscar nuevas estrategias y rebajar la tensión
Que el conflicto independentista catalán dista de resolverse es algo tan incuestionable como que anda lejos de volver a entrar en fase aguda. La historia viene repleta de imprevistos, pero hasta allí donde alcanzan las miradas analíticas de lo previsible, el desenlace del 155 comporta parada y fonda.
Largo respiro, diseño y banco de pruebas de nuevas estrategias, confrontación inscrita en el círculo de los más politizados y en los medios. La mayoría, vote lo que vote, a lo suyo.
¿Desenlace pactado a cuatro bandas? Nunca es necesario pactar lo obvio y lo obvio es lo que ha sucedido con la investidura de Quim Torra. Carles Puigdemont cambió de rasante al salir de la cárcel alemana, a saber si por convencimiento o ante el peligro de ser extraditado si forzaba nuevas elecciones.
Se diga lo que se diga en las tribunas de oradores y en los medios, el independentismo ha entrado en el saco del autonomismo encogido y controlado. No por propia voluntad sino forzado por las adversas circunstancias.
El desenlace favorece en cuarto lugar el propio ex president retenido en Alemania. Su candidato ha resultado investido, de modo que la marcha atrás queda disimulada.
En tercer lugar favorece al PNV, que ya se veía con las manos libres para negociar los presupuestos, que van a aprobarse después de levantarse el 155. En cuarto lugar, favorece a Esquerra. Aunque Quim Torra no agrade, ERC es partidario de cumplir los compromisos.
Dentro del dividido independentismo, las tesis que se han impuesto son las de Esquerra, a las que se sumó el Pdecat con medias palabras. Quien se ha doblegado es Puigdemont. Por mucha pleitesía que le rinda su sucesor, la realidad discurre por la senda marcada por Mariano Rajoy. De manera que, objetivamente, ha ganado Rajoy.
Sin embargo, su victoria es amarga, ya que el primer beneficiario del desenlace es Albert Rivera. Rajoy puso el cercado y encerró al soberanismo, pero Rivera recoge los frutos. Injusto, pero nadie ha dicho que la crueldad no anide en el tuétano de la política.
El cuento del «president provisional y delegado» no se lo creen ni los cultivadores de lirios: legislatura de cuatro años, ruidosa en la superficie y calmada en el fondo
Aun así, asistiremos a un progresivo desinterés mediático por la cuestión catalana que favorecerá a Rajoy. Por mucho que Rivera se esfuerce en tachar a Rajoy de mojigato incapaz de meter al independentismo en cintura de una vez por todas, el episodio que dio comienzo el 1-O ha terminado medio año más tarde.
Parada, fonda y hasta la próxima. En unos meses, a Ciudadanos le van a quedar sólo tres ases: la corrupción del PP, las ganas de cambio y los apoyos de los poderes fácticos. De póquer a trio va mucha distancia.
Más independentista que el nuevo presidente catalán, nadie. Pero según sus propias palabras, está dispuesto a esperar un nuevo “momentum”. «Momentum» es un combinado de latinismo y anglicismo que debe interpretarse como: ocasión en la que se haya acumulado la suficiente energía como para intentar de nuevo el salto.
Mientras, «pax et bonum», luminosa divisa de los capuchinos de Sarrià y los benedictinos de Montserrat que contrasta con el mundanal ruido.
Política catalana revuelta, sociedad mucho más tranquila, autonomía restringida, república de boquilla
O sea, que va para largo. El cuento del «president provisional y delegado» no se lo creen ni los cultivadores de lirios. Tiempo al tiempo. Legislatura de cuatro años, ruidosa en la superficie y calmada en el fondo, con todos los ojos puestos en los sondeos de opinión.
Atendiendo a las necesidades de la parroquia y a su propio perfil, Quim Torra se encargará de mantener encendida la llama de la esperanza mientras los jóvenes Elsa Artadi y Pere Aragonès se aprestan a competir y colaborar en un ejercicio de realismo a dúo.
Relevo político
En política se sube por la escalera y se sale por la ventana. Pero en tiempos revueltos sucede lo contrario. Puigdemont entró por la ventana. Ada Colau entro por la ventana. Jordi Graupera pretende entrar asimismo por la ventana, aunque sus expectativas van a verse frustradas porque Junts per Catalunya y ERC concurrirán por separado a las municipales.
Torra también ha entrado por la ventana, mientras Puigdemont desciende a cámara lenta por la escalera. Por lo menos Aragonès y Artadi, las dos piezas clave del nuevo govern, tienen experiencia. Corta, pero algo es algo.
Política revuelta. Sociedad mucho más tranquila de lo que parece. Autonomía restringida. República de boquilla.