Objetivo Cifuentes
El futuro de la presidencia en Madrid queda a cargo de un Albert Rivera que ya ha ganado esta batalla y sigue presionando al PP
Vaya suerte la suya. De héroe del unionismo en Cataluña a árbitro justiciero en la capital del reino. ¿Azar, nigromancia, destino?
Tras la victoria, inútil pero victoria, de su partido el 21-D, Albert Rivera se ha encontrado con la llave de la comunidad de Madrid. La exhibe simbólicamente, se fotografía con ella en la mano. Asegura que la usará y lo va a hacer. Va a echar a Cifuentes.
Después hará lo que pueda para no soltarla. Su planteamiento es diáfano. Cristina Cifuentes es un cadáver político. O se va por las buenas, o la expulsa Rajoy a cajas destempladas, o se la carga Rivera de la peor manera.
Estudiantes de la URJC se manifiestan en la plaza del Sol para exigir la dimisión de Cifuentes. EFE
El win-win de Ciudadanos
En cualquiera de las dos primeras opciones seguirán gobernando los populares. Si la dimisión preventiva no suspende la moción de censura, vergüenza sobre vergüenza, el PP pasará a la oposición.
El impedimento, o más bien el clavo ardiente al que se agarran algunos dirigentes populares, es que C’s deberá votar junto a Podemos. Vaya problemón.
El acercamiento de Cs a Podemos no afectará a su ascenso
Las mentes pensantes que así opinan no deben recordar el idilio entre C’s y Podemos, no hace mucho hermanados en la reclamación de una ley electoral menos desproporcionada.
El abrazo no causó el menor daño a la primera parte contratante. Al contrario. Aquel acuerdo fue tan efímero e intranscendente como el de la anunciada votación del todos contra la presidenta en Madrid.
El nuevo panorama político
A Ciudadanos le soplan tan a favor los vientos que incluso ya se ve ganador en algunas provincias vacías. De seguir en la actual línea ascendente, si prevé pasar de perjudicado a beneficiario de la desproporción del sistema electoral, no le va a interesar para nada cambiarlo.
Por otra parte, Podemos ha dejado de ser una amenaza. El sistema es cosa de tres. O si mucho me apuran de dos, o incluso de uno, su doble y la triste sombra de lo que fue el tercero –léase PSOE—.
El sistema electoral puede beneficiar la línea ascendente de Ciudadanos
Así que nadie va a tomarse en serio que C’s esté dando alas a Podemos. Y si se las diera, qué. También lo hizo el PP cuando se trataba de perjudicar al PSOE.
En este juego hay vencedores y vencidos, pero siempre ha sido de ingenuos, y ahora de cegatos, suponer que alguien juega limpio.
Las opciones del PP
Por lo tanto y en buena lógica, el PP deberá ceder. El objetivo es Cifuentes. Pero Cifuentes se la ha jugado a Rajoy poniéndose en sus manos.
Con lo poco que le costaría dimitir por su cuenta, le carga el mochuelo al jefe. No tanto como morir matando pero sí morir hiriendo, lo que tampoco debe hacer ninguna gracia al cada vez más cuestionado –¿hasta cuándo sotto voce?— inquilino de La Moncloa.
¿Quién va a presidir las celebraciones del 2 de Mayo, día de la Comunidad? El interés del PP es que no lo haga la presidenta fraudulenta sino su sucesor, que naturalmente sería designado entre las filas populares.
Albert Rivera ya ha extraído beneficio del escándalo de Cifuentes
Cuanto antes se vaya Cifuentes mejor. Pueden acusar a Rivera de chantajista o de lo que les venga en gana, pero den por seguro que ya se ha cobrado la pieza. Es de caza mayor. Es como si ya adornara el frontal de la chimenea del chalet del cazador.
Lo importante es dar en el blanco, no quien te ayude a sostener la escopeta. Si el PP no convence a Cifuentes de que debe suicidarse en vez de poner la daga en manos de Rajoy, bochorno el 2 de Mayo y posterior aprobación de la moción de censura.
Gabilondo es tenido por bonachón. Una vez investido, si se cumple la remota posibilidad de que llegue el caso, puede no ganar una sola votación y la asamblea de Madrid entrar en standby hasta su disolución, para lo cual faltará menos de un año.
Cristina Cifuentes a su llegada al pleno de la Asamblea de Madrid. EFE
Un año para las elecciones
Todos a la una para echar a Cifuentes pero ni un roce más con la izquierda. Al contrario, el mejor escenario posterior para C’s consiste en abstenerse o votar con el PP contra la suma de PSOE y Podemos.
Si Cifuentes cede, el nuevo presidente será popular y dispondrá de un año de campaña electoral para promocionarse, suponiendo no sólo que esté limpio sino que su currículum y sus finanzas resistan el exhaustivo escrutinio al que le van a someter. O eso o el frío de la oposición.
Convénzanse de una vez por todas, esta batalla ya la ha ganado Rivera. Cuanto antes se vaya la presidenta fraudulenta, menos oneroso va a ser el coste electoral para el PP.