El Mobile y Barcelona

El MWC ha superado feroces huelgas de transporte y la sacudida del octubre pasado, pero los cántaros no son eternos y todas las fuentes se agotan

¿Peligra el MWC en Barcelona? Por el momento ha superado, sin que sus organizadores se inmutaran, tanto las feroces huelgas en el transporte de la edición anterior como las tremendas sacudida de octubre del 17. Pero los cántaros no son eternos. Todas las fuentes se agotan. A la tercera podría ir la perdida.

Al lector de Economía Digital no hay que glosarle la importancia extraordinaria de la capitalidad barcelonesa del móvil. Es de sobras consciente de que sólo hay un MWC, que se repite sólo una vez al año y que bate récords de asistencia edición tras edición. El sector de los grandes paquetes de información comunicados a altísima velocidad tiene muchas millas por delante. Nadie sabe a qué altura andará el techo ni lo lejos que campa el horizonte.

Quién iba a decir poquísimo tiempo atrás que la humanidad se dividiría entre quienes están obligados a seguir con las cuatro extremidades de nuestros antepasados los primates y los que disponen de esta quinta extremidad llamada móvil. Tampoco pueden establecerse plazos, pongamos por caso para la generalización de la conducción automática de vehículos. Los antecedentes indican que las previsiones se acortan una vez tras otra.

BCN es la quinta ciudad europea en número de startup, pero sin el MWC lo tendría mucho más difícil

Barcelona es a día de hoy la quinta ciudad europea en número de startup, detrás de Londres, París, Berlín y Dublín. El año pasado, Barcelona captó casi el 60% de la inversión recibida por España en empresas tecnológicas. Talento llama talento. La competencia en esta liga es durísima. Barcelona escala posiciones como hub pero sin el MWC lo tendría mucho más difícil.

¿Por qué Barcelona? Tal vez porque entra las ciudades candidatas de prestigio sea una de las pocas con una marca vacía, hueca, nueva, no asociada ni identificada con eventos de resonancia universal. Las demás candidatas, posibles alternativas, o bien cuentan con acontecimientos de resonancia mundial o no disponen de un prestigio similar. En este sentido, la marca Barcelona era virgen.

Y se quedaría casi huérfana sin el MWC. Las dos caras de disponer de un único cliente de este calibre son una y la misma: una, que estás en sus manos, por lo que pueden exigirte más contrapartidas; y dos, o de nuevo una, que si te abandonan no tienes recambio que te emplace en el mapa con un brillo similar, por lo que vas a dispensarle el mejor de los tratos.

El carácter rebelde de BCN, con el desplante al rey, puede resultar incluso simpático a la tribu del MWC

En su proyección de futuro, Barcelona debe distinguir entre lo sólido, lo pasajero y lo frágil. Permanentes son las infraestructuras, las comunicaciones, el entorno industrial innovador, la geografía, el clima y otras cosas que no se han destacado, como por ejemplo los desplazamientos a pie. En este sentido, andar por Barcelona, aunque sea en un febrero tan desapacible, resulta muy agradable y desprovisto de barreras. Las aceras anchas, la calidad de las zonas peatonales y la continuidad comercial y urbana son una ventaja añadida, no un intangible. En el otro extremo están la atiborrada París y la desmesurada Berlín, de trazado nietzscheano, jalonada de avenidas como desiertos e interminables parques diseñados para superhombres de tres metros de altura por dos y medio de zancada.

La percepción de convivialidad, la imagen o la moda son factores pasajeros. Desde los Juegos del 92, Barcelona lleva un cuarto de siglo en el candelero, y el candelero es un lugar de paso. Las modas son pasajeras por naturaleza. Hay que aprovecharlas cuando te favorecen, consolidar al máximo, y preparase para no llorar cuando el cambio de favoritas te relegue de vuelta al montón.

Es obvio que la principal fragilidad está en el 1-O. Las imágenes de violencia han comportado costes. Repetirlas sería fatal. Sin embargo, el carácter rebelde de la ciudad, con el desplante al rey, puede resultar incluso simpático a la tribu del MWC susceptible de enamorarse de Barcelona. La estabilidad o la inestabilidad política les resultan del todo indiferente. En cambio, es crucial que desaparezca por completo de sus agudas mentes la menor sospecha de futuros disturbios.

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