Gaziel, Madrid y Barcelona
Desposeer a Barcelona de los restos de sus menguantes áreas de capitalidad es un mal negocio para España
Uno de los artículos más remarcables entre los que publicó Gaziel en el diario El Sol ponía al descubierto la bicefalia española, fenómeno nuevo que se consolidó en los años veinte. Se han escrito varios buenos libros sobre la construcción de Madrid a lo largo de los siglos y su proyecto de futuro.
Aprovechemos la ocasión para recomendar por lo menos tres, Madrid es una isla, de Oscar Pazos, La España vacía de Sergio del Molino y La España de las ciudades de Josep M Martí Font.
Las claves del éxito de Madrid son la capitalidad política y la desertización, por absorción, de ambas castillas.
La voracadidad de Madrid
El vaciado, primera y principal función del AVE radial, se extiende hacia las periferias. El proyecto de Madrid, aún sin culminar, consiste en convertir la que seguirá siendo isla rodeada de páramo demográfico en megápolis global. La ambición no es poca. Ahí están Londres o Nueva York.
No se trata ya de auparse sobre los distintos materiales peninsulares, sino de aprovechar las oportunidades de la pertenencia a Europa y de la proyección atlántica, en especial iberoamericana. Basculando sobre ambas plataformas, Madrid se prepara para seguir ganado dimensión y en consecuencia población.
En los últimos cuatro o cinco lustros, se ha roto el equilibrio entre Madrid y Barcelona
Volvamos a Gaziel. Según observó, España era un león con dos cabezas, Madrid y Barcelona. Cuando una se constipaba la otra tosía. Rivales y complementarias se repartían las capitalidades. Poder en Madrid, industria en Barcelona. Lo vetusto pero efectivo en Madrid, la modernidad un tanto fantasiosa en Barcelona.
Casi ha transcurrido un siglo, pero en los últimos cuatro o cinco lustros se ha roto el equilibrio. Barcelona es una ciudad potente, admirada por el mundo y muy bien situada en el sur de Europa (en seguida lo comprobamos). Madrid, a pesar de su ubicación poco envidiable en el mapa, es significativamente mayor, más rica, más fuerte.
Pura bicefalia
Quien pretenda bucear en las profundidades del presente conflicto puede comparar la península ibérica con la itálica. Milán es el centro de una región mucho más rica y poblada que Roma. Roma retiene y aprovecha la capitalidad política, pero Milán retiene la financiera y la mediática. Pura bicefalia.
En cambio, España ha dejado de ser bicéfala. Barcelona se proyecta y compite sin excesivos problemas pero sólo mantiene, y a duras penas, la capitalidad de la industria editorial hispánica.
Barcelona se busca la vida
Las demás capitalidades, empezando por la mediática, compartida hasta la transición, han idos desfilando en dirección a Madrid. A partir del 1-O, la intensidad de la corriente ha ido aumentando. Nadie duda de que es unidireccional.
Barcelona se ve obligada a buscarse la vida contando cada vez menos con España mientras Madrid incrementa su voracidad
Así estamos
Maquiavelo advirtió de que una ciudad adquirida sería conservada por el príncipe a condición de que se trasladara a vivir a ella. De lo contrario, conflicto permanente asegurado. En versión moderna, se trata de la bicapitalidad que reclamaba Pasqual Maragall. Nadie le hizo caso. Así estamos.
Bajo la superficie del conflicto territorial están los polos magnéticos de las dos ciudades. Desposeer a Barcelona de los restos de sus menguantes áreas de capitalidad es un mal negocio para España, por lo menos para la que soñaron gentes como Gaziel.
Madrid incrementa la voracidad con el fin de engrandecerse, Barcelona se ve obligada a buscarse la vida contando cada vez menos con España
Más allá de los lamentables avatares de este difícil momento político, el final de la capitalidad española barcelonesa no es precisamente un factor de cohesión hispánica. Pero podría serlo de Europa.
Barcelona está en el centro de la mega región Mediterráneo-Ródano (Med-Rod), una de las cinco mayores áreas productivas de Europa.
Tanto es así que, asómbrense del dato y no lo olviden, Med-Rod produce más que el gran Madrid y el gran París sumados. Menos Madrid-Barcelona en el horizonte, más Mediterráneo-Ródano.