BRICS: ¿Matrimonio de conveniencia o una alternativa?

Los líderes de los países miembros del BRIC que tienen más del 40% de la población mundial y representan una quinta parte del PIB se reunieron en Rusia durante la cumbre del G20.

Han acordado la creación del Banco de Desarrollo, cuyo capital social inicial será de 50.000 millones de dólares, además de la Fundación de las Reservas de Divisas que contará con muchos más recursos: 100.000 millones de dólares.

Las obligaciones de los países se distribuirán de la siguiente manera: Rusia, India y Brasil proporcionarán 18.000 millones de dólares cada uno, Sudáfrica 5.000 millones de dólares y China 41.000 millones de dólares.

Parece que uno los objetivos es tener mayor peso en la escena internacional y que estas estructuras se conviertan en las alternativas al FMI y al Banco Mundial. Pero todavía está por ver. De momento, se trata de un anuncio, pero el camino hacia la materialización del proyecto no va a ser fácil ni rápido.

Por ahora, la creación de estos instrumentos podrían ayudar a sanear los mercados mundiales de divisas después del fin de la política de flexibilización cuantitativa en Estados Unidos (EEUU).

El acrónimo BRIC, celebra sus 12 años de existencia, después de que Jim O’Neill, que era entonces jefe de investigaciones de Goldman Sachs, acuñara el término en 2001. Los países BRIC iniciales eran Brasil, Rusia, India y China. Después se añadió Suráfrica. Años más tarde, un terremoto sacudiría la economía mundial y el cambio del centro de gravedad debido al agotamiento de las economías avanzadas y sus seguidas crisis volvía hacia los países emergentes.

Estos países han encabezado el crecimiento mundial durante la última década y se han convertido en populares destinos de inversión sobre todo Brasil, Rusia, China e India que tienen músculo y un deseo de ser vistos como motores económicos.

Para muchos, el “Banco BRICS” seria la afirmación del poder político, aunque primero tienen que superar las diferencias y los obstáculos que hay entre ellos y que no son menores, como la sede y la asignación real de capital. Hay tensiones entre Suráfrica y China que representan los extremos de este grupo heterogéneo.

La potencia numero uno hoy es un país en expansión: China. Teniendo en cuenta que una de cada seis personas en el mundo es china, no es de extrañar que este gigante lidere los rankings de consumo, producción y comercio.

Pero, aparte de China, encontramos una serie de países que se posicionan como serios candidatos a líderes en un futuro no muy lejano. Brasil, India, Rusia, México o Indonesia ganan puestos en el ranking mundial de países más ricos (por PIB), dejando atrás a otros como Italia, España, Suecia, Noruega, Canadá u Holanda.

Además, las divisiones en los países BRICS no paralizan al grupo, aunque sí limitan la efectividad. No hay indicios de cooperación militar y el comercio es sólo de 300 mil millones de dólares.

Estos gigantes son capaces de criticar la gestión de la economía, como el fracaso de la ronda de Doha, pero sin ofrecer alternativas o romper el estancamiento. Y a pesar de que el grupo BRICS siempre ha sido incoherente, la etiqueta parece haber calado en el dominio público y se ha convertido en sinónimo de cambio, de los mercados emergentes y el crecimiento.

Los BRICS no pueden reclamar coherencia jurídica, histórica o geográfica, en la forma en que lo hace la Unión Europea. No se enfrentan a una amenaza de seguridad común.

Pero los recientes acontecimientos son una prueba de que las grandes potencias emergentes pueden desempeñar un papel en el escenario mundial. Los BRICS, como concluye el Sr. O’Neill, son ​​un buen mecanismo para presionar a los países ricos a cambiar su papel en la gestión de la economía mundial de forma radical.

Pero, ¿son los BRICS realmente una alternativa capaz de asumir el liderazgo político o económico del mundo? No parece que hoy en día esto sea así. La riqueza puede producir poder de mercado pero no tiene por qué generar influencia geopolítica. Japón y Alemania son un ejemplo. Durante décadas sólo han mantenido la carta económica.