Borrar los delitos

El concepto de la amnistía no es el olvido del delito, sino la negación de su existencia. Eso pretenden de Sánchez, quienes lo tienen atado en corto. Que borre su historial delictivo. Ellos fueron héroes, no delincuentes. Y después, el referéndum.

El concepto de la amnistía no es el olvido del delito, sino la negación de su existencia.

Los acuerdos entre Pedro Sánchez y los secesionistas catalanes para asegurarse el control de la presidencia y la Mesa del Congreso tienen una lectura tan elástica como los resultados de las pasadas elecciones generales. El 23 de julio ganó Feijóo en las urnas, pero la izquierda ha conseguido finalmente más apoyos parlamentarios.

Si se hubiera producido un acuerdo entre los dos grandes partidos (PP primero, PSOE segundo) ¿Qué estarían diciendo ahora los chambelanes de Pedro Sánchez en funciones? Que los ciudadanos españoles habían votado por la moderación. De hecho, 16 millones de votantes optaron por el PP o el PSOE abandonando los extremos.

Desde que se instaló en el socialismo de Sánchez, el ‘no es no a la derecha’ las cuentas van por bloques

Yolanda Díaz se cree que ha ganado, pero se da la circunstancia de que su partido Sumar representa la cuarta fuerza parlamentaria, después de Vox. Pero desde que se instaló en el socialismo de Sánchez el ‘no es no a la derecha’ las cuentas van por bloques.

Por frentes en los que tan cómodos se encuentran quienes tienen nostalgia de un enfrentamiento guerracivilista que nunca vivieron. Aunque 11 millones hayan votado por el centro-derecha, ellos prefieren borrarlos del mapa. Que no se noten. Que no traspasen. Que no respiren. No hay nada mejor que los votantes ‘pata negra’ de la extrema izquierda populista, cada vez más difuminada en el independentismo.

Sánchez, rehén de Puigdemont

La constitución de las Cortes se ha producido en medio de una anomalía institucional que supone dejar la gobernabilidad institucional en manos de los caprichos de un prófugo de la Justicia como Puigdemont. Una anomalía provocada por un Pedro Sánchez necesitado de una mayoría que no le dieron las urnas el 23J y que acarreará graves consecuencias en la legislatura si finalmente se consumara su investidura.

De los cuatro acuerdos iniciales de Sánchez con los secesionistas catalanes se ha dicho que al aspirante a repetir mando en la Moncloa no le ha salido barato el intercambio. Y todo lo contrario. Veamos: si es verdad que el PSOE ha aceptado términos como que el Estado se compromete con el «fin de la represión» con el 1 de octubre, es inaceptable en un país democrático. Porque ese tipo de expresiones conlleva cierto arrepentimiento de la actuación del Estado sobre la revuelta que organizaron los delincuentes del ‘procés’.

El presidente del Gobierno en funciones y diputado socialista, Pedro Sánchez (i), conversa con los diputados socialistas Patxi López (c) y Francina Armengol (d) durante la votación de la mesa en el Congreso de los Diputados en Madrid. EFE/ Chema Moya

Pero la apertura de comisiones como la de la investigación sobre el espionaje policial a través de Pegasus, o sobre los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils, para dar rienda suelta a las teorías conspiranoicas de los intereses del CNI en desestabilizar Cataluña, no pasa de ser unas concesiones de funcionamiento parlamentario.

Porque las comisiones no tienen otra función esencial que la de la propaganda contra el Estado

Porque las comisiones no tienen otra función esencial que la de la propaganda contra el Estado. Pero estos no son los triunfos de la subasta de la que había alardeado Puigdemont. Otra cosa es la llamada “desjudicialización” del ‘procés’ que ha dado pábulo a interpretar el ‘palabro’ como un eufemismo de la amnistía para todos los que delinquieron en 2017.

La amnistía inviable

Y ahí nos encontramos con la primera de las dos grandes rocas que los secesionistas catalanes han puesto en el camino de Pedro Sánchez: la amnistía inviable y el referéndum de autodeterminación que tampoco cabe en la Constitución. Y no lo digo yo, sino que ya insistió en su momento el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, que para justificar la concesión de indultos a los condenados del ‘procés’, defendió con vehemencia la inviabilidad de las dos medidas porque no cabían en nuestro ordenamiento jurídico. Textual. Ahora el exministro forma parte del Tribunal Constitucional, en el mismo lado de la balanza que Conde Pumpido ¿Qué pensará, ahora? Fácil imaginarlo subido en la misma noria de los bandazos de Pedro Sánchez.

Una vez conseguida la colocación de Francina Armengol como presidenta del Congreso, gracias a los siete escaños de Junts, ahora viene la segunda parte de la negociación. La de la investidura. Los coristas y socios del sanchismo nos van preparando. La amnistía es viable, dicen los comunistas de Sumar. Pero está el campo lleno de juristas solventes que nos recuerdan que la amnistía no está prevista por la Constitución.

Lógico. Estamos en un Estado democrático. Esa medida se suele contemplar en un contexto de cambio de régimen. Como ocurrió en el 77, cuando se amnistió a miles de presos políticos que habían vulnerado leyes antidemocráticas en el franquismo. Pero no nos encontramos en esa situación ahora. El concepto de la amnistía no es el olvido del delito, sino la negación de su existencia. Eso pretenden de Sánchez, quienes lo tienen atado en corto. Que borre su historial delictivo. Ellos fueron héroes, no delincuentes. Y después, el referéndum ¿Y decía Pedro Sánchez que el ‘procés’ ya estaba superado?