Blanquear a ETA

Con voluntad política se podría haber haber anulado las concentraciones favorables a Henri Parot a pesar de las leyes inconcretas

El homenaje previsto para solidarizarse con el asesino en serie, Henri Parot, provocó tal indignación en sus víctimas en particular y en las de ETA en general, al comprobar que la ley no les amparaba, que los convocantes decidieron cambiar la fórmula. Sustituyendo la marcha inicial en Mondragón por actos difuminados por los pueblos del País Vasco. Eso sí, culpando a los que han criticado la marcha de la humillación de haberlos “criminalizado” cuando en realidad ellos solo pretendían manifestarse contra la “cadena perpetua”.

El sanguinario de la banda está cumpliendo pena de cárcel por 39 asesinatos y tiene 200 víctimas a las que rendir cuentas. Lleva 31 en prisión y sus amigos lo quieren ver ya en la calle. Cambio en la convocatoria pero el mensaje permanece inalterable. Reivindicando la libertad de los presos que siguen en las cárceles “por motivos políticos”. Quienes piden el cumplimiento de sus penas (no por motivos políticos, como dicen ellos, sino por haber matado o ayudado a matar a 856 ciudadanos) están “criminalizando” su causa. Eso es lo que piensan.

La izquierda abertzale, acomodada en las instituciones y con la fuerza que le da ser el segundo partido más votado de la comunidad autónoma vasca, sigue sin comportarse como un partido demócrata. Pero como los gobiernos, central y autónomo vasco, no son exigentes con ellos, se sienten crecidos desde su condición de socio estable de la Moncloa.

Porque no se trata únicamente del homenaje camuflado al sanguinario Parot. Cada vez que se celebra un ‘ongi etorri’ a un excarcelado de ETA se vuelve a poner en primera línea la exaltación de la trayectoria terrorista. Diez años después del anuncio de la disolución de ETA, la ley aparece inconcreta a la hora de impedir actos que pudieran suponer un enaltecimiento del terrorismo y, sin embargo, sus herederos se permiten maquillar su historia. Para retorcerla. Y así justificar la existencia de una banda terrorista que tuvo que actuar en defensa propia. Incluso, y sobre todo, en democracia.

Disponemos de leyes que permiten poner freno a este atropello. La de reconocimiento y protección a las víctimas prevé que sean los delegados de gobierno quienes deben velar para que no se produzcan actos de humillación o desprecio. La de víctimas del Parlamento Vasco, que emplaza a las autoridades públicas a proteger su dignidad. O el artículo 578 del Código Penal. Pero no son lo suficientemente concretas.

¿Cómo ha velado el delegado del gobierno para que estos actos no supongan humillación a las víctimas? ¿Denunciándolo a la Fiscalía y convocando un acto de desagravio. ¿Cómo ha protegido el consejero de interior del gobierno vasco la dignidad de las víctimas? Convocando el mismo acto de desagravio.

Los responsables del gobierno central y vasco, después de haberse pasado la pelota, limpian su conciencia con su homenaje a las víctimas del terrorismo. Con el Centro Memorial. Unos colectivos de víctimas se apuntan al acto institucional y otros prefieren ir por su cuenta. Y los partidos que no están en el gobierno del PNV y PSE (como PP, Ciudadanos y Vox) con actos paralelos. Muchas víctimas se sienten desprotegidas porque ven falta de interés en las instituciones.

Muchas víctimas del terrorismo ven falta de interés en las instituciones

Es cierto que la vía penal está prácticamente vacía de contenido y, si no hay voluntad política, las instituciones se pueden permitir la desidia interesada que hemos visto. Se pueden hacer cosas. En 2013 el delegado del gobierno Carlos Urquijo (PP) recurrió el nombramiento de una portavoz oficial de un colectivo de presos de ETA como maestra de ceremonias de las fiestas de Bilbao.

El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco le dio la razón y la ‘txupinera’ no pudo tirar el cohete. Claro que entonces la izquierda abertzale no era socia del gobierno de la Moncloa que presidía Rajoy. La Asociación de Víctimas del Terrorismo ha propuesto varias reformas. Sigue esperando que el ministro Marlaska, que se comprometió en febrero a imponer sanciones administrativas a quienes permitan la celebración de los homenajes que la justicia ya no condena, les presente su proyecto.

Son nuevos tiempos sin ETA, sí. Pero mientras sus presos sean tratados como héroes, las instituciones seguirán estando en deuda con la historia. Mientras se siga diciendo que la protesta de algunos partidos contra el blanqueamiento de ETA es una provocación, se estará justificando la falta de exigencia con quienes provocaron tanto horror y dolor. La necesidad de seguir gobernando con socios como EH Bildu no puede justificar tanta dejadez a la hora de exigir el fin del blanqueamiento del terrorismo.

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