Batalla en Barcelona de primera magnitud: Inés Arrimadas contra Ada Colau
Hay que dar crédito a la todavía 'no noticia': Arrimadas podría presentarse a la alcaldía de Barcelona (y a Cs le interesa)
Al levantarse la sospecha de que Inés Arrimadas podría presentarse por Barcelona en las municipales del año próximo caen a la vez varios telones. Tras ellos, caerán caretas.
Hay que dar crédito, y mucho, a la todavía no noticia. Constatar que le conviene, que puede ganar, y que su probable acceso a la alcaldía de Barcelona catapultaría a su partido en toda España de forma tan contundente que muy zoquetes serían sus consejeros áulicos, si los tiene, y sus superiores, que sí los tiene, si no la animaran a dar el paso.
Es su oportunidad, tal vez única, de transitar del frío escaño al calor del mando en plaza. La sola filtración de su presentación, que casi hay que dar por hecha, cambia por completo el panorama: Colau o Arrimadas.
Caretas que caen
Inés Arrimadas, a su llegada al Parlament de Cataluña el 31 de enero. EFE/MP
No ya Colau frente a independentismo, sino izquierda ex soberanista o derecha españolista revestida de centro. Una batalla política de primera magnitud. Lástima que ninguna de las dos da la talla para liderar una ciudad con la proyección y el potencial de Barcelona, pero es lo que hay. Lo que puede haber.
Por si algún lector despistado aún no tiene clara la diferencia entre municipios y gobiernos con parlamento, baste recordar lo siguiente.
Para instalarse en la Moncloa o en la presidencia de cualquier comunidad, se precisan dos condiciones: disponer primero de mayoría a favor y luego de apoyos parlamentarios suficientes.
Arrimadas es estrella ascendente. Colau se estrella día a día
Muy al contrario, para ser alcalde y gobernar un municipio basta con ganar en votos, y que los demás no se pongan de acuerdo para sumar. No es el gobierno quien está obligado a alcanzar la mayoría sino la oposición. No de otro modo Colau se ha mantenido en el poder con 11 concejales sobre 41.
Ostenta la vara tanto si dispone de algún apoyo (con los cuatro del PSC sumaba sólo 15, muy lejos de la mayoría, que son 21) como si todos le dan la espalda pero no apoyan a otro candidato.
Si a Arrimadas no le ha bastado con ganar en Cataluña para ser presidenta, le sobraría con un resultado similar, o incluso con un bajón no demasiado intenso, para coronarse como alcaldesa de Barcelona.
Lástima que ni Colau ni Arrimadas dan la talla para liderar una ciudad con la proyección y el potencial de Barcelona
Las siglas de Colau distan mucho de representar a un partido más o menos unido y coherente. Colau obtuvo casi 180.000 votos en las municipales del 2015, que ganó por poco, pero sus siglas cayeron a 85.000 en Barcelona el pasado 21-D.
Cs, en cambio, obtuvo 77.000 en el 2015 y casi 220.000 el 21-D. Las siglas Cs acompañan a la posible aspirante.
La marca En Comú Podem perjudica a la alcaldesa. Arrimadas es estrella ascendente. Colau se estrella día a día (atención al batacazo del tranvía por la Diagonal). Arrimadas representa el anticatalanismo. Colau se representa a sí misma. Arrimadas abre fuego. Colau suspira atrapada entre dos fuegos.
ERC ha dado varios ultimátums a Colau durante la legislatura. EFE/Alberto Estévez
Reacción del independentismo
Los telones y caretas que van a desaparecer, incluso antes de que se confirme el notición, pertenecen al campo independentista. Si pretenden entrar en liza, los independentistas no tienen otro remedio que unirse y presentar a un candidato, mejor una candidata, de espectro dilatado, que despierte simpatías más allá de su territorio ideológico.
Antes de que el nombre de Arrimadas saltara a la palestra, los independentistas ya sabían que si permanecen divididos, y cuidado que lo están, van a regalar un segundo mandato a Colau.
Va a ser mucho peor. No unirse puede equivaler a entregar las llaves de Barcelona a su peor enemigo, y sin cuadro de Velázquez con lanzas de por medio.
Unirse con un candidato o candidata de partido (ERC, Pdecat o el nuevo de Puigdemont) parece imposible. Unirse con un candidato de consenso, poco menos que inverosímil.
Los independentistas saben que si permanecen divididos, y cuidado que lo están, regalarán un segundo mandato a Colau
Suponiendo que estén por la labor, encontrar una candidata, o candidato como segunda opción, con experiencia y credibilidad, que no sea ni héroe ni traidor, con amplia proyección social, garantía de buen gobierno y capacidad para atraer a parte de la Barcelona sensata, sería el no va más.
Pero en su actual tesitura, el independentismo no puede sino ir a menos. Ni Barcelona esta en mayor riesgo de perder bous i esquelles.