Barroso frente a Rodrik
Los lamentos ahora son muy significativos. Se alza la voz. Vienen los populismos. Los partidos populistas, de izquierdas o de derechas, protagonizan los debates, marcan la agenda pública. Y todos se llevan las manos a la cabeza.
Pero algunos de los políticos más importantes de los dos últimos decenios, los que podríamos calificar de serios, no hacen otra cosa que dar la razón a esos populismos. ¿Lo tienen? No, claro que no, pero, ¿cómo entender la decisión del ex presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durao Barroso de fichar por Goldman Sachs, que, sí, estuvo también en las Azores junto a Blair, Bush y Aznar, aunque no salió en la foto?
Barroso podría ganar hasta cinco millones de euros al año, cuando como responsable en la Comisión Europea obtenía la no despreciable cifra de 350.000 euros anuales. Se ha defendido, al asegurar que a los políticos siempre se les critica, al margen de si deciden volver a la empresa privada, cuando dejan sus puestos públicos, o si se mantienen en otras poltronas institucionales.
La actuación de Barroso choca de lleno con las tesis que defiende Dani Rodrik, un economista brillante, que sigue defendiendo un hecho que parece incuestionable: la globalización económica ha superado todas las previsiones de los responsables políticos, y si no hay una respuesta acorde a ese reto, los ciudadanos se abrazan a postulados populistas, y lo que se pone en cuestión es la propia democracia.
Desde el propio Rodrik a Piketty, pasando por Admati, Johnson, Atkinson o el coreano instalado en Cambridge, Ha-Joon Chang, un verdadero maestro que explica de forma sencilla cómo ha evolucionado el capitalismo en los últimos 30 años. Todos sostienen que sí hay alternativas.
Barroso ha querido convertirse en una especie de anti Rodrik, dando a entender que las cosas son así, y que no hay ninguna alternativa. Es legal. Sí, es legal, pero no es ningún ejemplo.
Los anglosajones, que siempre etiquetan muy bien las cosas, hablan de que estamos «under the regiment of TINA». ¿Qué es? Lo explica estupendamente Eugeny Morozov en un artículo en el Social Europe Journal: «There is no alternative». ¿Eso quiere defender Barroso después de ser la cara del gobierno europeo durante años?